Capítulo 13. Una luz que lastima

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Ha pasado bastante tiempo desde la primera y única vez que la vi, que la sentí. He pasado noches buscándola hasta el cansancio y sin éxito he desistido en mi búsqueda. Giovanina, luego de estudiar lo sucedido, me dijo lo mismo que Abaddon, pero hay algo que ninguno de los dos quiso decirme, según ellos, era un problema, pero al no encontrarla más, supusieron que había sido algún mortal con juguetes de magia.

Mi existencia continúa igual, trabajo unas noches, paseos por la tierra, en otras, entre las ramas de los árboles, contemplando la vida de los mortales, una vida que me hubiera gustado vivir.

Una noche, luego de rondar las ramas, varios árboles, tal y como aquella vez, el sol comienza a soltar sus primeras luces. Me estoy elevando cerca de un edificio para tomar altura cuando desde una ventana de éste, de manera rápida, un destello de luz aparece y es como si me encerrara en una burbuja atrayéndome hacia el interior de ese lugar. Trato con fuerza de alejarme, pero no sé hacia donde me estoy dirigiendo, ya que no consigo ver absolutamente nada. Desesperado y asustado, sin saber qué hacer o como detener ésto, me convierto en mi demonio porque soy más poderoso de esa manera. En mi forma demoníaca consigo que esa luz no sea cegadora y que su fuerza no me controle. En un principio me alejo, pero anteriormente, por mi cobardía, me quedé sin saber que era, durante mucho tiempo y temiendo que volviera a pasarme lo mismo, lentamente me fui acercando hacia aquella ventana. Desde allí logré ver algo que no parecía para nada dañino ni poderoso. Era una habitación en la que se encontraban una niña de no más de cuatro años sentada sobre almohadas de una cama que compartía con su madre, la cual se encontraba profundamente dormida. Al ver a la niña despierta hice desaparecer mi figura corpórea para no ser visto y traspasé la ventana. Me di cuenta desde mi plano, no mortal, que podía ver en ella el halo de luz que irradiaba y la envolvía. Era un tipo de ser mortal que jamás había visto, como mortal era muy bonita y pequeña, en verdad, quizás, si no me hubieran asesinado hubiese tenido una familia y una niña como ella. Curioso me acerqué a observarla con mayor detenimiento, pero algo inesperado pasó. La pequeña se estiró sin temor en dirección a mí, en lo que para ella era la nada, su brazo con la palma de la mano abierta hacia mí.

Estoy seguro de que no me veía, pero por lo visto sentía mi presencia. La observé dudoso un momento mientras ella seguía intentando palpar algo en el aire hacia mi dirección, estiré mi brazo en su dirección, tomé su mano, moviéndola arriba y abajo, le di un respetuoso saludo. 

El saludo no duró mucho, fueron segundos, pero apenas comenzó mi demonio, ya no pudo combatir más su luz, y ese simple tacto hizo que esa luz y esa fuerza que en un momento me cubrió y me atrajo a ella, ahora empezara a meterse dentro de mí. Era una sensación horrible, era como quemarse desde adentro hacia fuera. Intenté soltarla, pero ella con su otra manito tomó mi brazo y me pidió que no me fuera, y quizás no lo hubiera hecho si no hubiese sentido tanto dolor. Como pude con mi otra mano barrí las suyas de mi brazo y asustado hui de su lado, no sin antes ver con tristeza que me seguía buscando.

Luego de salir de esa habitación, bajé directo al infierno, al palacio de Abaddon, avisándole mentalmente que estaba en la puerta, que necesitaba hablar con él, que no sabía ni entendía lo que me había pasado, estaba completamente confuso, asustado e irritado. No sabía que me pasaba, no podía manejar mis emociones, ninguna. Ingreso a su oficina, me pide esperar a Giovanina con quien se comunicó también y venía hacia aquí. Mientras esperamos pide a su asistente que nos traiga para desayunar, cuando éste trae todo, junto con él ingresa Giovanina también sentándose a desayunar con nosotros, mientras lo hacemos voy contándoles paso a paso todo lo que me había sucedido, ellos le prestan atención a cada palabra que digo, sólo dejan de observarme en ciertos momentos para observarse entre ellos y asintiendo preocupados como si supiesen algo que yo no. Finalizo mi relato sobre lo acontecido, ambos se paran, pero es Abaddon quien comienza a hablar:

— Bástian, desde ya te digo que lo que te ocurrió hoy es el problema al cual nos referimos con Giovanina la última vez que hablamos de éste tema. Esa niña que hoy conociste es un problema muy grande para ti. Aquí cada uno es dueño de sus acciones, puedes hacer lo que quieras, pero mi consejo es que te alejes lo más que puedas de ella. Si sientes que la luz vuelve a atraparte, debes utilizar a tu demonio para alejarte de ese lugar hasta uno donde no te alcance, mantente lejos, no vuelvas a acercarte a ella, o perderás mucho, inclusive ella saldrá lastimada en todo ésto. Llevas una existencia, se podría decir "tranquila" en éste sitio y ella tiene una vida y un futuro con un abanico de posibilidades para vivirla. Voy a frenarme hasta aquí, porque muchas veces hablar demás es peor, pero si quieres seguir con tu existencia como hasta ahora, y si quieres que ella tenga una vida mortal normal, te sugiero que te alejes de ella hasta que finalice su vida mortal. Quizás, luego de ello, pueda explicarte cuál es el problema y de que los estoy cuidando – Giovanina se mantiene seria, pero asiente con la cabeza. Sé que ninguno de los dos intenta hacerme algún daño, así que opto por asentir también. Les pregunté sobre los sentimientos que había tenido al saludar a la niña, ya que fueron muy extraños porque primero borraron todo sufrimiento, sentimientos negativos y oscuridad en mí, casi hasta hacerme feliz para luego quemarme, me dijeron, eran dos fuerzas completamente diferentes dentro de mí que peleaban por dominio, una pelea que podrá acabarme. Me retiré hacia mi hogar prometiendo alejarme de ella, sin embargo, las dudas rondaban mi cabeza, ya que la felicidad que había sentido en un principio creo que no la sentí nunca, incluso siendo mortal.

BástianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora