Capítulo 14. Su Guardián

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Si bien hace semanas atrás, prometí a Abaddon y Giovanina alejarme de la niña, cada día que pasaba, aunque su luz no me envolviera, sentía una tremenda necesidad de volver a verla. No sabía que me pasaba, pero era como si mi cuerpo lo único que quisiera es estar a su lado, como si ella fuera un imán para mí. Me mantuve ocupado para no prestar atención a ésto que me pasaba, porque un segundo que desocupaba mi mente, ya estaba de otra vez con ella, inclusive hasta cuando dormía, se había vuelto una situación desesperante, por lo que en diferentes horarios del día comencé a visitarla evitando que pudiera verme y con previa invocación de mi demonio para poder evitar que la fuerza de su luz me acercara peligrosamente a ella. Era la única manera que había encontrado para calmar mi desesperación. Supe al escuchar a su madre llamarla, que su nombre es Aluminé. A veces la veía jugar con otras de su edad, tenía ganas de jugar con ellas también, era una niña muy divertida. La hacía enojar haciendo que el viento despeinara su indomable cabello. Cuando tuvo su propia habitación y su propia cama, me sentaba en la rama de un árbol que había fuera de su habitación para verla jugar feliz de tener su espacio y sus cosas, sin embargo, las primeras dos noches, al irse a dormir tuvo pesadillas, se despertaba a los gritos, pero nadie venía a consolarla, por lo que luego en vez de quedarme en la rama, apenas se dormía ingresaba a su habitación, me sentaba en la punta de su cama y cada vez que veía que una pesadilla estaba empezando, me acercaba a su oído y le decía cosas que cambiaban el rumbo de sus sueños y la ayudaban a dormir tranquila por el resto de la noche. Hubo veces que las palabras no servían, y no sabía que hacer, por lo que le pedí a Abaddon que me enseñara a entrar a los sueños de los mortales, él sin dudarlo me enseñó, pero el problema de ello radicaba en que al entrar en los sueños de alguien lo hacíamos con nuestra forma demoníaca que no podía ocultarse, porque se utilizaba para martirizar a condenados en espera. Por lo que no quería usarlo en ella, seguro empeoraría la pesadilla. Una y otra vez volvió a pasar, mis palabras no calmaban o desviaban esos horribles sueños que tenía, por lo que una noche sin más, me metí en sus sueños y vi cuál era esa pesadilla, esa que no la dejaba en paz. En ella pude observar como uno de sus maestros de kinder con excusas de castigo la encerraba en un cuarto y la tocaba, mientras ella sollozaba, él le decía que era un secreto entre ambos y no debía decirle a nadie. Juro que quedé estático viendo la escena, no lo podía creer, no sabía si era una pesadilla o un recuerdo, pero ella era demasiado pequeña para imaginar ese tipo de cosas.

Estaba enojado, incrédulo de la situación, dudoso sobre como actuar dentro de éste sueño, pero sabía que cuando saliera a la realidad iba a averiguar por mí mismo que estaba pasando. Vi en su sueño a Aluminé aterrada, así que daba igual que se asustara un poco más, me le aparecí en mi forma demoníaca, tomé a su maestro del cuello con mis garras y levantándolo, de dije que nunca más volviera a acercarse a ella, que de ahora en más yo era su guardián y que siempre la protegería, luego de eso, se lo desaparecí del sueño. Me volví hasta donde ella estaba, me senté a un lado de ella manteniendo la distancia mientras ella con sus manitos tapaba sus ojos y le dije:

— Perdón por no llegar antes Aluminé – está por quitarse las manos de los ojos, pero se lo impido – por favor, no saques las manos de tus ojos, no quiero asustarte más de lo que ya estás, soy demasiado feo y podría espantarte, mantente así. Quiero que sepas que nunca más alguien te va a lastimar y si te sientes en peligro o precisas ayuda, o sólo quieres hablar y necesitas un amigo, sólo llámame ¿sí? - ella asiente con la cabeza con las manitos tapando sus ojos. Me estoy retirando del sueño cuando ella habla:

— ¡Espera! – Me dice. — Dime como te llamas – vuelvo a acercarme a ella dándome un golpe mental por mi descuido— Perdón princesa otra vez, – la pequeña se ríe - que descortés de mi parte, no me presenté, mi nombre es Bástian y desde ésta ventana veo que allí abajo hay un parque de juegos con muchos niños, cuando me vaya de aquí quiero que vayas a jugar con ellos. — Ella asiente. – Adiós princesa Aluminé – vuelve a reírse de manera inocente y la dejo yéndose a jugar en su sueño.

Esa noche no me fui de su lado para asegurarme de que la pesadilla no volviese. También al otro día, sin dejar que me vieran, la acompañé al kinder, no me moví de su lado y en un momento vi que efectivamente lo de anoche y las demás noches, las pesadillas o lo que yo creía eran pesadillas, en realidad eran recuerdos, cuando uno de sus maestros la reta sin motivo alguno y le dice que la llevará a otro salón para castigarla. Voy justo detrás de ella hasta el salón donde el hijo de puta la lleva, la sienta en una mesa, e intenta tocar su piernita, ella lo esquiva, pero después del sueño de anoche yo ya no necesito más, le susurro a Aluminé que se tape los ojos y ella lo hace. Me corporizo a su lado y al igual que en el sueño lo levanto del cuello, el muy infeliz me observa horrorizado, empieza a sollozar y a pedir perdón, así como Aluminé se lo pedía a él. El problema radica en que, al parecer, el tipo es poco inteligente, ya que perdón se le pide a los santos y yo... bueno, creo que en mis cuernos se nota que de eso no tengo nada. No pienso tampoco darle oportunidad de juicio, así que meto mis garras en su pecho, aprieto su corazón y no le permito latir hasta que termina de pararse. Mientras eso sucede, le pido a Aluminé que como si fuera un juego, con las manitos en sus ojos, vaya tanteando las paredes, salga del salón, destape sus ojos y vaya al suyo a jugar con sus amigos. Ella lo hace y apenas sale termino de parar el corazón de éste infeliz, tiro su cuerpo al suelo, lo acomodo como si hubiera sufrido un infarto y apenas su alma sale de su cuerpo, la tomo y me lo llevo conmigo mientras le voy contando sobre el paraíso que le tengo preparado.

BástianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora