Han pasado muchos años ya, no sé bien cuantos, sólo sé que fueron muchos por el cambio que todo éste tiempo tuvo mi "esposa". Ha sido madre y abuela, ¡Qué suerte! Lo malo de todo ésto para ella es que ha sido recluida en un hospital psiquiátrico, una verdadera pena, igualmente su condena todavía no empezó y la sigo esperando con ansias. También me doy cuenta por la gran cantidad de cambios que hubo aquí en la villa y por los cambios en los seres de menor edad que hoy ya son adultos, a diferencia de a nosotros, a los que el tiempo no nos cambia, a ellos sí, hasta que llegan a cierta edad y su tiempo, al igual que el nuestro, se estanca. Muchos de ellos se unieron a mi tropa reemplazando a los faltantes, otros soldados los introduje por recomendación unánime de los míos, ya que no quería entre mis tropas seres que no fueran de confianza, desde que formamos ésta villa que ha ido creciendo con el pasar del tiempo, no dejé a ninguno analfabeta, absolutamente todos tienen algún oficio o profesión. Algunos de mis soldados me han pedido dejar la tropa para ejercer aquí en la villa, lo que habían estudiado, cosa que no me pareció mal, todos eran necesarios.
Mi tropa se volvió la mejor de todas, a tal punto que así, con la cantidad que éramos, nos pasaron a la noche. Éramos los más eficaces a la hora de capturar almas, los míos eran tan buenos y les tenía tanta confianza que sólo me informaban donde habían quedado los condenados dudosos y cuál era el motivo de dudas.
Eso junto con mis tatuajes, que dicho sea de paso, nadie más tiene, han generado algunas envidias por parte de otros Generales, inclusive con Maribel con quien hace tiempo, dejamos de tener encuentros, sólo Carla permanece conmigo y de manera esporádica cuando ambos necesitamos descargar energías, ya que he aprendido a controlar mucho más mi lujuria. Pero igualmente no pienso cambiar mi trato con los míos, algunos han optado por darles ciertos beneficios a sus soldados, tratando de conseguir eficacia o lealtad, pero no lo han conseguido. Gracias a ello hoy soy mano derecha de Abaddon quien no desconfía de mí para nada. Más que nada, luego de que hace como seis meses uno de sus generales quiso hacer un levantamiento, iluso, los rangos no se superan así, fue mi tropa la primera en línea de batalla protegiendo el palacio. El General lo único que consiguió fue ser "degradado", según él, a personal doméstico, ya que tampoco tuvo apoyo de su tropa. Luego de aquello Abaddon me preguntó si quería absorber esa tropa, a lo cual me negué, porque yo estaba conforme con los míos, me preguntó también si habría alguno de mis soldados que quisiera el puesto, lo consulté con los mejores y uno muy decidido aceptó, pero le pidió seis meses para estudiar a toda la tropa y de paso les iban preparando la nueva villa cosa que Abaddon aceptó sin objeción. Estoy triste por la partida de mi soldado, pero también muy orgulloso de él, ya la villa se encuentra lista y en breve junto a su familia se irá.
Durante éstos años también he aprendido a controlar a mi demonio. Por las noches, aparte de visitar a mi querida esposa también, refugiado en la oscuridad, visitaba a mi familia, vi fallecer primero a mi padre, quien nunca superó mi muerte, luego a mi madre y ahora mi hermana, a quien muchos años no le quedan, no se ha casado ni ha tenido hijos por lo que mi familia se termina con ella, no me queda nadie.
Son las 11 de la mañana cuando el sonido del timbre me despierta, al trabajar de noche tengo el descanso cambiado. Intento volverme a dormir, pero Alanis me llama, dice que es importante, le pido que a quien haya venido le sirvan lo que quieran y que me espere que en unos minutos bajo.
Me baño para espabilarme, me visto y bajo, al llegar es uno de mis soldados, por lo que primero me preocupo, ya que pensé que le había pasado algo, luego me dice que mi esperado día llegó y que mi "esposa" se encuentra disfrutando de nuestras instalaciones. Así, que sin dudarlo voy muy feliz transformado en mi demonio a recibirla. Al llegar, su alma se aterra al verme, puesto que he sido sus alucinaciones y pesadillas durante muuuchos años. Me pregunta quién soy, le hago una reverencia y le digo mi nombre, cuando ésto pasa, el terror recorre su cuerpo, intenta escapar y es gracioso, ya que no hay a donde. Abaddon ingresa detrás de mí. El alma de mi esposa intenta buscar apoyo en él quien se le ríe a más no poder, cuando la risa finaliza le dice:
—No tiene ningún poder aquí, su juicio hace muchos años lo tiene perdido, aquí no hay alianzas que le sirvan, absolutamente nadie abogará por usted y menos que menos refutarán una decisión del mayor de mis Generales. — Me señala. — Bueno Bástian, creo que ya es hora de que conozcas nuestras otras instalaciones para que sepas como será su eterna estadía aquí – asiento mientras Abaddon nos guía junto con mi soldado, quien está conteniendo y empuja el alma de mi "esposa" hasta sus las instalaciones de condenados graves. Una vez llegados allí noto que el lugar es inmenso, realmente desde donde me encuentro no llego a ver el principio o el fin de éste lugar. Absolutamente, todas las torturas que existen están aquí, primero me asombro y los condenados quieren darme pena, luego recuerdo que son condenados graves, al igual que mi esposa, y al igual que ella, han hecho sufrir de miles de maneras diferentes a inocentes y reconsidero el hecho de que faltarían más métodos de tortura.
El alma de mi esposa sigue intentando escapar la muy ilusa, nunca me había dado cuenta de lo poco iluminada que era. Abaddon me pidió que inspire hondo, que piense en mi sufrimiento y que decida que condena darle al alma, pienso y pienso, la verdad es que esperé tanto éste momento y estoy tan emocionado que ahora no sé que hacer. Entonces vuelvo a recordar el dolor, no importa los años que han pasado, los recuerdos del dolor siguen presentes en mí. Recuerdo el dolor, recuerdo, mi dependencia, su asco, indiferencia y malos tratos, recuerdo el sufrimiento de mi familia, recuerdo sus palabras y su festejo el día que morí, abro los ojos y Abaddon me observa con tristeza sabiendo cada pensamiento que cruzó por mi cabeza, entonces le digo:
— Quiero que la tortura que me infligió, sea la que tenga durante toda su condena, me doy vuelta hacia el alma de mi esposa – y quiero que sepas durante la eternidad que es por mí que recibirás el castigo que mereces ¿Qué diferencia no?— Abaddon asintió y en el momento el alma de mi esposa fue llevada a una camilla de hospital, sin poder moverse, enteramente dependiente, con un tubo ingresado por la nariz y retorciéndose de dolor así igual a como me retorcía yo mientras los seres encargados del lugar la trataban igual a como me trató a mí. La diferencia era que mi padecimiento tuvo un final y el de ella no lo tendrá.
Luego me llevó a su palacio nuevamente, me invitó a festejar por el juicio, la verdad es que hubo dentro de mí cierto alivio, cierta tranquilidad al saber que había recibido una condena justa, todo el dolor y sufrimiento que me causó, jamás se lo perdonaría.
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Bástian
Spiritual¿Hasta dónde puedo llevar tu imaginación? A veces no todo es como se muestra. A veces los buenos no son tan buenos, y a veces los malos no son tan malos. Encontré una luz en mi oscuridad, en mi vacío, quise acercarme por curiosidad y quedé prendido...