Capítulo 34. Tal para cual.

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Aluminé.

Creí que no íbamos a lograrlo, creí que no nos dejarían en paz, creí que ganarían, que nada de lo que había hecho nos serviría, no comprendo como es que no nos entienden.

Por suerte, los supuestos antagonistas del amor, la comprensión y la tolerancia, sí lo hicieron, y hasta el final, jamás nos dejaron solos.

Ese día Abaddon nos pidió quedarnos en su palacio para durante la tarde-noche presentarme a sus pares, a los demás generales, a sus tropas y a la tropa de Bástian. Nos ofreció una habitación de su palacio y aceptamos con gusto, cual garrapatas, no nos separábamos para absolutamente nada aterrados de que volvieran a encontrar la manera de separarnos. Entre besos y abrazos, como hacía demasiado tiempo queríamos estar, nos quedamos dormimos. Como a las diecinueve horas el asistente de Abaddon nos trajo ropa limpia y nos avisó que en una hora nos esperaban en el salón. Con Bástian tomamos una muy dificultosa y rápida ducha juntos, nos vestimos y él me guio hasta el gran salón donde se encontraba muchísima cantidad de seres entre los cuales logro divisar a Joako reunido con los demás que habían ido aquel día a mi casa. Fui hasta ellos, me abrazaron muy cariñosamente y les devolví el abrazo a cada uno de igual manera, estaba muy feliz de verlos, la verdad, aunque los había conocido muy poquito les había tomado cariño. No me había dado cuenta hasta que los vi, que también los había extrañado. Empezaron a presentarme a otros de la tropa de Bástian, eran muchísimos, pero muy gustosa, iba a saludar a cada uno, era la primera vez en lo que llevaba de existencia tanto espiritual como mortal que hablaba y me saludaba con tantos seres de manera tan sincera y amable, tendría que verlos con frecuencia para acordarme tantos nombres. No había llegado a saludar a un cuarto de la tropa de Bástian cuando Abaddon me llama a los que parece ser un escenario, quería continuar saludando seres, pero me dijeron que después tendría tiempo y medio me obligaron a subir a ese escenario donde me presentaron a los altos mandos, a los pares de Abaddon y nuevamente al consejo que ya conocía. Luego nos volteamos hacia las tropas, me presentó a cada general. A más de uno había visto en la Antártida cuando emergieron junto a sus tropas para protegernos y defendernos. Las diferentes tropas muy eufóricamente me saludaron, en especial la tropa de Bástian y la de otro general más.

La verdad fue un recibimiento muy lindo, no lo esperaba. Desde el escenario me dirijo a todos agradeciéndoles ésta bienvenida y dándole mis mejores deseos a cada uno, luego el resto de las tropas junto a sus generales se retiran quedando sólo la tropa de Bástian a espera de nosotros para que regresemos todos juntos a la villa, ya que se los pedí para así poder seguir conociendo a más seres. Bajo del escenario y continúo saludando seres mientras Bástian conversa con Abaddon cuando Jagudiel rompiendo parte de la cúpula del palacio cae sobre mí dejándome en el suelo e intenta clavarme una espada en el pecho, cosa que no logra porque Joako se abalanza sobre él liberándome, tirando al celestial al piso y cayendo sobre él la espada se le clava en el pecho. Bástian, Abaddon y toda la tropa se ponen delante de mí para protegerme, pero la ira, el odio y la venganza, me invaden, ya no lo soporto más, no sé que me pasa, siento que mi cuerpo empieza a cambiar y aunque haya una inmensa multitud delante de mí yo sólo lo veo a él, sólo estoy enfocada en él. Éste maldito celestial que me ha hecho sufrir todo este tiempo. Suelto un poderoso grito que se hace eco en el lugar, todos se voltean a verme haciendo un camino hasta él quien aterrado me observa, ya que al llegar noto que ahora le llevo varias cabezas de ventaja - ¡NOOOOOO! ¡¿QUÉ HAS HECHO MALDITO PÁJARO?! ¡ACASO ES QUE NO ENTIENDES QUE NO ES NO!, ¡ACASO NO ENTIENDES QUE ÉSTE ES MI LUGAR, ACASO NO ENTIENDES QUE AQUÍ ES DONDE PERTENEZCO!, ¡¿QUÉ ES LO QUE TE PASA?! ¿HASTA DÓNDE ESPERAS LLEGAR? - le digo con toda mi rabia a flor de piel viendo como Joako cae tirado respirándo con dificultad.

— Tú debiste ser mía – dice el celestial. Nos observamos con Bástian y Abaddon comprendiéndolo todo.

—¡Jamás fui tuya! – respondo – Siempre fui de Bástian, que te sanen los tuyos – Le digo girándolo, con una fuerza que hasta mí me sorprende, de cara a una pared apoyo mi mano en el centro de su espalda y quemo ambas alas de éste maldito celestial, luego con toda la ira que tengo vuelvo a voltearlo frente a mí mientras apretando con mis garras voy desgarrando su cuello – NO SOY TUYA PERO SÍ DE ELLOS – digo señalando a Joako, y a todos los que están aquí mientras observo a varios de la tropa llevárselo agonizante. Abaddon suelta una carcajada y negando suelta un "son tal para cual" sin que yo entienda nada – Y ÉSTA ES LA ÚLTIMA VEZ QUE LASTIMAS A ALGUNO DE NOSOTROS – estoy por cerrar el puño terminando de una vez con la existencia del celestial cuando Lucero en su forma demoníaca toma mi hombro. — Mi niña tranquila. Joako estará bien, déjamelo a mí, con éste celestial hablaré yo. — Me pide Lucero, pero al ver que no lo suelto insiste - Aluminé, no querrás cargar con ésto, déjame a mí y estate segura de que le daré castigo justo – asiento y casi sin vida lo suelto, voy hasta Bástian y lo abrazo. Lucero posa su mano en el cuello del celestial y comienza a curarlo - ¡NO! - digo. — ¡DIJISTE QUE LO CASTIGARÍAS —!

—Tranquila mi niña, él tendrá su castigo – me responde, luego se dirige al celestial. — Mira, la verdad es que me tienes bastante cansado, pero matarte no servirá de nada, posiblemente, volverías allá arriba y no recibirías castigo. He hablado con él, – dice señalando arriba – le he explicado los problemas que hemos tenido contigo y unos cuantos tuyos. También le dije que de volver a ocurrir algo parecido, las puertas de aquí se cerraran para siempre. Por esas casualidades, ¿Tú sabes que la envidia es un pecado? - dice - ¡Pero síííí, por supuesto que lo sabes! Sólo te sanaré el cuello para que nos seas útil, pero no tus alas que de ahora en más ya no te servirán, así que ni falta que hacen, porque en mi palacio tú y quienes te siguieron no las necesitarán hasta que tanto él, – señala arriba – como yo, lleguemos a un acuerdo sobre la finalización de tu condena. Y ustedes dos. — nos señala – estén tranquilos, nunca más nadie, los volverá a molestar – en ese momento empiezan a caer uno tras otro con sus alas achicharradas, quienes irrumpieron en mi casa. Luego una de las tropas de Abaddon los llevaron al hogar de Lucero.

Junto con las tropas de Bástian nos fuimos a la villa, no sin que él antes me explicara como volver a mi cuerpo normal, mientras caminábamos de la mano me iba mostrando diferentes lugares que estaban por el camino. También continué presentándome con los seres de la tropa, al llegar sabía que todavía me faltaban muchos, pero durante los días y semanas siguientes me ocuparía de presentarme con todos. Noté que en el lugar estaba amaneciendo y pude ver que era inmenso, realmente bellísimo. Cuando todos estaban ingresando a la villa Lara grita mi nombre y al darme vuelta me dice – Gracias Aluminé – se agarra el brazo y pone su mano en el suelo y una línea roja viene hacia mí, luego el resto de los seres de la villa hacen lo mismo haciendo un camino rojo hasta mí. Bástian me avisa que es doloroso, pero que no me mueva, luego de un rato el ardor en los brazos y en la espalda cesa dejándome ver diferentes tatuajes, Bástian me explica la lealtad la cual agradezco a todos quienes tras una reverencia se retiran.

BástianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora