Capítulo 5. Mí trabajo aquí.

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Me dirijo hacia el palacio de Abaddon, la verdad me siento cansadísimo por la noche que tuve, no me quejo de nada, la verdad, la sigo recordando como la mejor de mi vida. Durante la mañana quisieron irse antes que los míos llegaran, pero no se los permití, después de la noche que tuvimos mínimo debían comer algo. Se sorprendieron cuando vieron al resto sentarse conmigo a la mesa a desayunar, y prácticamente obligué a ellas también. Fue un desayuno bastante entretenido, ya que ellas se acoplaron muy bien a los míos, en un principio me dio vergüenza lo que los míos pensaran al verlas conmigo, pero no hubo extraños miramientos entre ellos o conmigo, no hubo chicanas o burlas, no hubo prejuicios, ni picardías, que Carla y Maribel estuvieran ahí fue lo más normal del mundo como si pasara siempre y la verdad, es algo que no me molestaría en absoluto.

Al verme, los custodios de las puertas me dejan pasar sin problemas y me llevan hasta lo que sería una gran oficina en la cual él estaba esperándome. Se levanta y viene hacia mí dándome un sincero abrazo, por suerte ya no estoy tan excitado como lo estuve durante toda la semana. Me consulta que sobre mi semana, entre bostezos que no puedo disimular, le dije que fue una hermosa semana, me pregunta por la noche que tuve, avergonzado por hablar de éste tema, le agradecí, ya que en ese aspecto la había pasado mal. Me dijo que sobre cualquier cosa que me pasara podría consultárselo a él o a cualquiera de los míos, porque aquí no existían los reproches, que aquí todos iban a ayudarme y más los míos, puesto que según me informó, ellos tenían un aprecio hacia mí que nunca antes había visto y me sentí querido. También le dije que estaba preocupado por la noche que tuve, ya que ninguno de los tres nos habíamos cuidado, me respondió que no me hiciera problemas, aquí las enfermedades o el sufrimiento no existían a menos que alguien realmente lo mereciera, que sobre embarazos tampoco tenía que preocuparme porque aquí no se creaban seres por mero descuido, que todos los seres aquí eran infértiles y libres, que para crear otro ser primero debíamos estar de acuerdo entre quienes querían crear ese ser y luego debían pedirle permiso a nuestro referente de mayor rango, que en mi caso sería él. Que una vez todos seguros y de acuerdo, el referente de alto rango le quitaba la infertilidad a quienes quisieran originar al ser y se las devolvía, apenas éste naciera, y si quisiéramos originar otro, debían realizar el mismo proceso, regla que después de la noche que tuve, me pareció espectacular.

 Luego Abaddon me dice:

— Bueno Bástian, voy a explicarte que es lo que debes hacer con tus tropas, la tarea es sencilla, tus tropas y tú deben recorrer durante el día todo el territorio de la parte sur de América del Sur, desde Perú hasta Antártida en busca de las almas de culpables que mueran en ese momento y traerlos hasta aquí para que reciban su juicio y castigo. 

Te explico como es ésto, hay personas o culpables que desde allá arriba mandan a nosotros directamente, son almas que podrían llegar a tener, digamos, en un juicio nuestro, quizás, otras opciones, que sus crímenes, quizás, podrían entenderse y no juzgarse de manera tan tajante sin que esa alma se pudiera defender, ejemplo, Carla.

Carla fue una buena persona, era veterinaria mientras estuvo en el plano mortal, su condena aquí fue por el asesinato de su hermano al encontrarlo abusando de su sobrina, ella no sólo tuvo que soportar la justicia y condena mortal, sino que también la divina. Por eso, si bien está aquí, el trato hacia ella es diferente, al igual que quienes están para cuidar de ti, a quienes se les habría podido dar el beneficio de la duda o a ti, en quien vimos a alguien que por su forma de ser y todo lo que sufriste podría servirnos y podríamos servirte, por eso te di algo que muchos aquí no tienen y es el poder de elegir.  Por otro lado, tenemos a personas como el hermano de Carla a quien apenas ella asesinó y sin juicio previo directamente fuimos a buscar y trajimos aquí, apenas su alma salió de su cuerpo yyyy, digamos que aquí, para él su pasar, es muy diferente y lo será hasta la eternidad.

— Y a ellos, ¿Dónde los tienen? No los he visto por aquí. — consulto.

— No, mi querido Bástian, y no los verás, ellos tienen un lugar, se podría decir, especial, ambientado exclusivamente para ellos, con seres, digamos también, especiales, exclusivos para ellos, nada de lo que hay en ese lugar es muy agradable que digamos, por lo que en éste momento y más siendo recién llegado no te llevaré a conocer; sin embargo, cuando crea que estás listo, lo conocerás.

Como te decía, tu trabajo y el de tu escuadrón es ir y buscar a cada alma que en su plano mortal haya cometido atrocidades que no necesiten juicios para llegar aquí. Tengo muchas tropas para diferentes horarios y zonas, a ti momentáneamente te dejaré a la mañana donde menos almas de éste estilo se encuentran. A medida que vayas aprendiendo, te iré cambiando de turnos hasta llegar al nocturno que es donde a la mayoría de ellos les gusta moverse y donde mayor libertad tendrás para trabajar sin ser visto por otros mortales. Apenas su alma esté por salir de sus cuerpos, tú y tus tropas la atrapan, y la traen directamente. Tú serás el juez de esa alma en ese momento, sábes lo que está bien y lo que está mal, así que no tengo inconvenientes en dejarte los juicios de esas almas a ti, sólo ven y reportármelas al finalizar cada semana, y si hay alguna duda con algún alma, su condena la resolveremos entre ambos— dice y asiento. – Hoy te presentaré a mis generales, saldrás de casería con Modán que es uno de mis generales con mayor experiencia y está entre los que más confío para observar en la práctica, cuál es el trabajo de la tropa y cuál es tu tarea al estar al mando de ellos como general. Irás con ellos ésta noche, así que si deseas, ve a tu hogar, aliméntate, higienízate, y descansa, y a las once de la noche nos encontramos aquí, ven con ropa y calzado cómodos – estoy por retirarme cuando me doy vuelta y le consulto:

— No sé que ropa debo ponerme, no tengo ropa aquí. – Abaddon me observa horrorizado – ¿Cómo que no tienes ropa? En tu hogar tienes un catálogo con toda la ropa que puedas necesitar, sólo tienes que pedir lo que te guste por número de artículo, talle, color y se te traerá, también si algo no hubiese pides a Alanis que te ayude a diseñarlo para confeccionar lo que quieras, lo mismo para todos los catálogos que hay tanto de alimentos, herramientas, como de armamento, mueblería, de plantas y demás, si no los encuentras seguramente los "tuyos", como te gusta decirles, sabrán donde están. — Asentí con la cabeza y me dirigí hacia mi hogar donde pedí a los míos que me dijeran donde se encontraban los catálogos, a lo que manifestaron que se encontraban en la biblioteca, me di un golpe mental por la obviedad. Los catálogos eran inmensos, me centré sólo en el de la ropa, en otro momento me fijaría los demás, ya que ésto me llevó bastante tiempo y quería descansar. Llamé a Alanis, le hice el pedido de lo que quería y me fui a dormir hasta las nueve de la noche, Alanis me despertó avisándome que mi ropa había llegado, que me traía ropa cómoda para ésta noche y que después que me fuera ella se quedaría para acomodarla en mi ropero, cosa que agradecí y le dije que mañana viniera más tarde y se tomara las horas de más que trabajaría hoy para descansarlas mañana y me agradeció.

Me levanté, me bañé, me vestí, cené y a la hora acordad estaba en la oficina de Abaddon con quien nos dirigimos hacia el salón.

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