Capítulo 9. Los míos.

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Dos días atrás se cumplieron los seis meses de plazo, Abaddon me llevó a ver como había quedado la villa y la verdad es que quedé fascinado. Era un lugar hermoso, tenía un centro de salud y un enorme edificio para educación variada en todo y para todas las edades, desde aprender a leer y a escribir hasta profesiones y oficios de lo que se quisiera, había un río precioso, muchos árboles, lugares para que los niños jugaran, las casas adentro tenían un baño, una cocina, un living-comedor, tres habitaciones cada una para que les dieran el uso que quisieran. Tenían jardines y patio atrás, sólo la cocina tenía una mesa de mármol y en el baño, los accesorios de losa y ducha, pero nada más. Abaddon me había dicho que no las había equipado del todo, ya que esperaba que cada uno de los míos lo hiciera a su gusto, cosa que agradecí para darle individualidad y sentido de pertenencia a cada uno. Me había dicho que mañana viernes podríamos hacer la reunión. Durante éstos meses continuamos trabajando como siempre, traté de mantener a los indeseables lejos de mí, era como si no captaran ninguna indirecta, tontos no eran en lo absoluto, todo lo contrario, por eso me di cuenta que no me obedecían ni tenían respeto alguno hacia mí y que su amabilidad era forzada, ya que vi que para nada eran así cuando trataban a sus compañeros, esos eran ellos realmente.

Ayer les avisé a todos los soldados y los que trabajaban en mi casa que luego de nuestra jornada laboral de hoy a la mañana los quería a todos reunidos en el salón del palacio de Abaddon. No había pretextos ni motivo alguno para faltar, era una orden y los quería a todos allí. Y ahora, aquí estamos todos reunidos. Me paro sobre un tipo de escenario junto a Abaddon, él quiso quedarse sentado detrás de mí, pero no se lo permití, de ésto que estábamos por hacer también era partícipe, ya que tranquilamente podría haber dicho que no a mis pedidos.

Así que comienzo observando a cada uno de los míos porque ésto era algo nuevo para ellos, algunos se mostraban asustados y otros intrigados:

— Bueno, no sé como comenzar, – Abaddon palmea mi hombro dándome ánimo para continuar – como saben, soy su general, y he tomado decisiones de las cuales Abaddon aquí, – lo señalo - no ha refutado ninguna. Me he tomado el atrevimiento de decidir sobre ustedes y lo que será su vida de ahora en adelante, tengo una lista conmigo y mientras los voy nombrando quiero que vayan haciendo un grupo del lado izquierdo. — Comienzo a nombrar a uno por uno y el grupo se va armando hasta que finalizo, el resto, incluyendo quienes trabajan en mi casa, se quedan del otro lado con mirada confusa y quizás hasta más asustados que antes. 

— Bueno, como ya están distribuidos, continuaré, todos ustedes – señalo el grupo de la derecha - serán sacados de su actual hogar. Quiero que salgan ya mismo de a donde ahora viven, no quiero volverlos a ver en ese lugar nunca más, no son dignos de ellos, le están ocupando el lugar a seres que sí lo merecen, seres como ellos – señalo al grupo de la izquierda, todos empiezan a desesperarse, Lara y Analis comienzan a llorar junto con algunos soldados, otros furiosos empiezan a patear y golpear cosas, los soldados del grupo del lado izquierdo empiezan a insultar, a denigrar y a burlarse de los del lado derecho creyéndose superiores, Abaddon los observa con los ojos achinados y asiente con una sonrisa comprendiendo mi decisión de quitarlos de la tropa. Cristina, con su voz entrecortada entre sollozos, es quien se anima a hablarme y a preguntarme: - ¿Ee eeentonces dormiremos? ¿Viviremos en las calles? - le sonrío y respondo. — No, Cristina, para nada, todos ustedes vendrán conmigo. — Tras mis palabras, el salón queda en silencio. — Todos ustedes, como ya les dije alguna vez, - miro a quienes trabajan en mi casa— son míos como yo suyo y quiero que las cosas permanezcan así, vuelvo a pedir disculpas a los míos por éste cambio radical que me tomé el atrevimiento de realizar, pero creí que era lo mejor. Hubo muchas cosas de las que me fui dando cuenta en éste tiempo, vuelvo a pedir perdón, ya que de algunas no me había dado cuenta antes, lo debería haber visto y hacer éste tipo de cambios antes, pero bueno, tardé en conocerlos, no imaginaba, no sabía que estábamos en condiciones tan diferentes. — Algunos me siguen observando con rostros de confusión, otros terriblemente enojados tratan de irse, en especial los más retraídos, pero los guardias del palacio se lo impiden sin violencia, sólo les dicen de manera amable, que me dejen terminar y vuelven a sus lugares dejándome ofuscados. — Vuelvo a disculparme por darle tantas vueltas a ésto, sé que muchos están cansados, así que de ahora en más, seré directo. 

He realizado dos listas, las cuales son los dos grupos que dividí en éste salón, el grupo de la izquierda es el que ya no formará parte de mis tropas, de los míos, a diferencia de los de la derecha quienes se mudarán conmigo. — Lara confundida me dice – Señor, – la miro con los ojos achinados – perdón, Bástian, su casa es grande, pero creo que somos muchos y no entramos en su casa.— Sus palabras me hacen reír, así que continúo. — No será a mi casa a la que iremos Lara, hace seis meses pedí a Abaddon crear una villa con una casa para mí y para cada uno de ustedes, ya que son míos y los quiero cerca. No son palacios, pero creo que estarán mejor que como se encuentran ahora. Creo que es un bonito lugar para ustedes y para sus familias si quieren llevarlos a vivir allí. Desde ya les digo que en cada una de ellas tienen todos los catálogos, para que las decoren, para que se vistan, para que adquieran todo lo que quieran. También hay un centro de salud y uno educacional tanto para ustedes como para sus familias, sobre las funciones y actividades de cada sitio hay explicativos en sus casas. Si alguno no entiende algo, no sabe leer o necesita cualquier tipo de ayuda, es igual si se ayudan entre ustedes o me piden ayuda a mí, yo no tengo ningún inconveniente, como les dije, son míos y yo suyos, todos somos iguales.

A quienes trabajan en mi casa le he separado cinco llaves de casas cercanas a la mía, los demás pasen a retirar al azar las llaves con el número de casa y de la calle donde se encuentra su casa, y regístrense tanto para saber donde buscarlos si los necesitamos o para que les entreguen sin errores en sus casas lo que sea que pidan en los catálogos. Si llevaran familia, por favor, pónganlos también, más que nada para yo saber y conocer a todos los que tengo bajo mi cuidado. Así que necesito que cada uno de ustedes, vayan a buscar sus cosas y empiecen a irse a sus casas, la villa está un poco lejos, así que no se tarden mucho en dirigirse hacia allí. En sus casas no hay heladera ni cocina por el momento, ya que deben elegirlas ustedes, por lo tanto, ésta semana, en la villa se les darán las cuatro comidas diarias. Tienen ésta semana para acondicionar su casa con lo básico para ustedes o sus familias, el resto ya lo harán con tiempo.-Luego de mi última palabra todos liberan un fuerte soplido y una sonrisa incrédula liberadora de tensiones, todo queda en un inmenso silencio hasta que Alanis sale de su asombro y grita con las manos en su rostro:

—¡¡¡BÁSTIAN!!! ¡¡¡NO LO PUEDO CREER!!! ¡¡¡GRACIAS, MIL GRACIAS!!! Oooohhh, Bástian, te estaré eternamente en deuda, eternamente agradecida, inclusive después de que haya finalizado mi condena. — El resto de los míos, entre risas, llantos, rostros de sorpresa, incredulidad, agradecimiento y felicidad, hacen una reverencia a Abaddon y a mí.

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