Capítulo 19. Quiero un beneficio.

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Bástian.

Durante la noche quedé tratando de entender cuales eran mis sentimientos y llegué a la conclusión de que desde que llegó a mí, o mejor dicho, llegué a ella, soy enteramente dependiente de su vida, que mi mundo ronda en torno a su alrededor, que mi propia existencia dejó de tener sentido desde el día que la conocí, ya no pude apartarme de su lado y que su felicidad es la mía. Inclusive, pensando en los días que estuve aquí y sin ir a verla después de fallecimiento de su madre, comencé a sentir preocupación porque sé que me necesitó y no pude estar, el no saber como estuvo o está en éste momento comenzó a desesperarme. El no haberla podido ayudar, el no haber podido estar a su lado, no sabía siquiera si estaba con vida. Empecé a levantarme, a querer quitarme los aparatos médicos, el enfermero intentó calmarme, pero necesitaba verla, necesitaba saber que estaba bien, por lo que todo lo que el enfermero hacía era en vano, lo único que conseguía era que mi enojo y mi preocupación se incrementara ¿Por qué no me dejaba ir si ya estaba bien?, comenzó un forcejeo con él que luego se hizo mayor cuando otros enfermeros vinieron a ayudarlo. Uno de ellos en un descuido mío mientras forcejeaba con otro me inyectó algo que al minuto me hizo caer en un profundo sueño luego del cual, ya no recuerdo nada.

Desperté a la mañana siguiente como si tuviera una terrible resaca. El enfermero que me atendía hizo traer el desayuno, luego Abaddon y Giovanina llegaron a mi habitación, me saludaron, me pidieron disculpas por lo ocurrido anoche, pero que todavía no estaba en condiciones de abandonar el hospital y ante mi actitud, se tuvieron que tomar medidas extremas lo cual comprendí, aunque seguía preocupado y algo enojado.

También me consultó si había meditado sobre nuestra conversación de anoche, le dije que sí, también le comenté sobre todos los sentimientos que tenía por Aluminé y que sobre los de ella no tenía idea. Abaddon me dijo que lo primordial era saber eso, ya que si en ella no eran igual sería en vano luchar o mantenerme atado a algo que no era mutuo y esa era una gran verdad.

Para lograrlo Abaddon me dijo que me presentara ante ella, que hablara con ella, para ver que tan fuerte era esa atracción por su parte y la realidad es que me aterraba el hecho de yo asustarla a ella, de que ya no quisiera tenerme cerca nunca más, prefería una y mil veces seguir siendo su sombra a que me temiera y ya no me quisiera a su lado, pero él me dijo que era la única manera de saberlo y tenía razón, pero no quería presentarme como lo que soy, le pregunté a Abaddon si yo, con los años que llevaba aquí y con el trabajo que había realizado les había demostrado lealtad a lo que sin dudar dijo que sí. Volví a preguntar si podría hacerme acreedor de los beneficios que en algún momento se me dijo, que cumplido ese requisito se me podrían cumplir y volvió a afirmar. Entonces le pedí que cambiara mi cuerpo y mi rostro para no asustarla. Me respondió que sólo podría hacerlo por un tiempo, porque sí o sí era necesario que ella me conociera tal cual soy. También me dijo que sólo ciertas partes de mi cuerpo podrían cambiarse, como mi rostro, pero la cola, las alas y los cuernos no, ya que esa es mi esencia y para estar cerca de ella sí o sí necesito a mi demonio. Luego dijo que tenía que hablarlo con sus superiores, que le diera unos tres días para que poder arreglarlo, lo cual acepté.

Durante la tarde de ese día, Giovanina me dio el alta después de asegurarle más de diez veces que seguiría sus indicaciones, las cuales consistían en que me mantuviera tranquilo en casa o en la villa, esa semana no trabajaría, ya que necesitaba terminar de recomponerme.

Escoltado por soldados del palacio, llegué a mi casa con la sorpresa de que todos los míos me esperaban fuera de ella, quienes uno a uno se acercaron a darme la bienvenida. No sé de donde les habría llegado la información de mi regreso, pero todos estaban ahí. Mi segundo al mando me dijo que no me preocupara por nada, que él se ocuparía de todo, que hiciera todo lo que me habían indicado, ya que todos sabían que podía y no podía hacer, y estaría vigilado, cosa que me causó gracia. Le pedí que cuando salieran a cazar las noches pasara por casa de Aluminé, le expliqué donde era, y que me dijera como se encontraba, lo cual afirmó que lo haría sin problemas. Al día siguiente y el resto de los días me fue informando como la veía. Los primeros días dijo que estaba terriblemente depresiva y lloraba muchísimo durante las noches, era algo que me partía el alma, quería ir con ella, quería estar a su lado, pero Giovanina en una de sus visitas a mi casa me había informado que si no me recuperaba bien antes de volver, sería mi fin, así que con muchísimo pesar acaté sus órdenes. Ayer, durante la tarde, Abaddon me dijo que hoy nos reuniríamos durante la tarde-noche, ya que había terminado de arreglar todo para mis cambios. Ésta mañana mi segundo al mando me pasó el reporte, dijo que Aluminé había pasado mucho mejor la noche y que ésta mañana se encontraba con mejor semblante y actitud que las demás, por lo que me sentí más tranquilo por ella, pero esperaba que no se hubiera enojado o desilusionado de mí por mi ausencia en éstos días que tanto me necesitó y no pude estar a su lado como siempre le prometí. De igual manera, hoy era mi último día de descanso, ya mañana retomaría mis actividades y volvería a sentarme, a cuidarla, como siempre, en el borde de su cama.

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