Capítulo 33. La sangre tira.

55 8 0
                                    


Había decidido ir a visitar a Abaddon a la mañana siguiente, por lo tanto, al llegar la noche me fui a dormir, bah, a intentar dormir, la verdad es que hace más de un mes y medio no lo hago. Di vueltas en mi cama por varias horas pensando en Aluminé, en todo ésto que nos hicieron y que nos están haciendo, prácticamente, han acabado con los dos sin contar a Abaddon.

En algún momento, de la madrugada consigo dormitarme un momento hasta que una terrible punzada en el pecho me hace despertar, es un dolor insoportable que me punza como si me atravesara de lado a lado y dentro del cual un aura de tristeza, agonía y desolación mayor a la que ya tengo, me envolviera así como lo hacía su luz.

El dolor no pasa, no calma, sosteniéndome de las paredes, salgo de mi habitación observando que todavía es de noche, no hay nadie en mi casa que pueda ayudarme, no me queda otra que tocar mi tatuaje y llamar a Abbadon, ya que no sé que es ésto que me está pasando, siento como toda esa oscuridad me arrastrara a tirarme en el suelo para no levantarme nunca más. Ya no siento motivos para seguir aquí, ya no tengo ganas de seguir, lo único que quiero es que ésta fuerza me lleve y ya no existir.

Abaddon se hace presente en mi hogar junto con Lucero. Al verme, me piden que me transforme en mi demonio para ser más fuerte y poder contrarrestar la fuerza que me está llevando. Con dificultad, logro invocarlo y transformarme, cosa que me ayuda mucho a frenar ésto que consume mis ganas de continuar con mi existencia. Logro levantarme lentamente, aunque el dolor y la pesadumbre continúan pero de manera más soportable. De inmediato Lucero me dice – Ve a buscarla en éste mismo momento, ve ya.

—¿Qué es lo que pasa? ¿Qué fue lo que me pasó? - pregunto.

— Pasa que el alma de tu destinada está dejando su cuerpo mortal, eso pasa, que no se te adelanten, ve ya a buscarla. — dice Lucero, sin pensarlo y para no perder tiempo, ya que el dolor todavía perdura, voy hacia la entrada directa del volcán más cercano a Aluminé y voy a la tierra mortal directamente desde allí.

Llego hasta la casa de ella y por su ventana, siempre abierta pese al frío, ingreso a su habitación donde la veo acostada en su cama, acurrucada, abrazada a un papel. Sobre la mesita de noche, una jarra de agua junto a infinidad de blisters de comprimidos vacíos.

Llego hasta ella, me arrodillo al borde de su cama, acaricio su rostro, el cual se siente tibio casi frío —¿Qué hiciste mi luz? - le digo. – Te solté para que vivieras, ¿Qué hiciste mi amor? - Continúo acariciando su rostro, mis lágrimas empiezan a caer. Su luz y su fuerza ya no atraen hacia ella ni me queman con la intensidad de antes. Muy suavemente, retiro el papel que tiene abrazado y observo un dibujo de ella siendo pequeña durmiendo en su cama y a mí sentado en la punta de ésta, del otro lado de él está mi nombre con la leyenda "mi Guardián" y es ahí donde no me contengo más. Recordando las palabras de Joako. Nunca me olvidó, no la cuidé, no la protegí, yo era su guardián y simplemente la dejé a la deriva.

Comienzo a ver como su alma se va desprendiendo de su cuerpo, hasta salir por completo de él observándome con una sonrisa y la mano extendida hacia mí.

— ¿Nos vamos a casa mi guardián? - me dice, y de pronto todo el dolor y la tristeza desaparecen, me acerco a ella con una sonrisa, estoy por tomar su mano para traerla hacia mí cuando Jagudiel baja y se interpone entre nosotros, intenta agarrarla, pero ella se resiste – ¡Es mi destinada, el pacto ya se acordó, es mía, se va conmigo! – Sostengo con furia.

— Yo no firmé ningún pacto, su alma no cortó los lazos con nosotros, ella se va conmigo. — Responde.

Ella intenta llegar hasta mí forcejeando con Jagudiel. — ¡Déjame! Ustedes ya me han hecho sufrir la vida entera — le dice. – Mejor dicho, nos han hecho sufrir la vida entera y pareciera que no se cansan, ¿Qué es lo que tienen contra nosotros? ¡Déjenos en paz!

— No deben estar juntos, – dice Jagudiel – las cosas seguirán como siempre – toma a Aluminé por la fuerza y la arrastra. Intento ir hacia ella cuando un rayo vuelve a darme en centro del pecho dejándome tirado sin poder llegar hasta ella.

En ese momento Lucero junto con Abaddon se hacen presentes y tanto uno como el otro invocan a su demonio. Lucero quema las alas de Jagudiel mientras que Abaddon lo estampa contra una pared desde donde salen grilletes que se encastran en las muñecas y tobillos del celestial, quien queda sin poder moverse. — ¡Te quedas ahí! – dice Abaddon señalándolo.

Lucero se da vuelta y queda frente a Aluminé —Hola mi niña, ¿Te acuerdas de mí? - le dice de forma amable.

— Por supuesto que me acuerdo de ti, Lu – le dice mientras de una corrida sale a abrazarlo, luego a Abaddon, - también de ti, estoy emocionada de verte, pero todavía estoy enojada – le reprocha, luego viene hasta mí y me ayuda a levantarme. Abaddon pone sus manos en mi espalda y cura mis alas.

Cuando estamos por irnos, otros celestiales llegan en ayuda de Jagudiel quien los incita a no permitir que Aluminé venga con nosotros. Intentan atraparla, pero tanto Lucero como Abaddon vuelven dejar a todos contra pared mientras Lucero a carcajadas les habla - ¿En serio, niños creen que pueden contra mí? El pacto se firmó, deben seguir el tratado, para eso se ha instaurado.-

Jagudiel comienza a reír – Sí, se ha instaurado, pero primero que nada, no con un alma que no haya cortado lazos con nosotros y menos sin que la enjuiciemos primero – manidiesta con superioridad.

—Perdón que me atraviese en tu hegemonía, pero desde ya te diré que eso para mí no tiene ningún valor – dice Abaddon, Jagudiel logra zafarse tirándose sobre Aluminé y levantando una mano abierta hacia arriba, una luz comienza a llevarlos. Abaddon agarrándolo de un pie, tira hacia abajo y éste cae junto con ella. — Parece que no entiendes niño, y ésto se va a aclarar. Aluminé, ¿Vienes con nosotros? - Ella asiente decidida.

—No puedes juntar tu sangre con la de ella, haremos que te rechace – dice Jagudiel.

Abaddon comienza a reirse. — No me hace falta y sabes ¿por qué?, porque la sangre tira.— chasquea los dedos.

Aluminé pega un grito y comienza a caer al igual que lo hice yo. Nosotros nos vamos detrás de ella, dejando a los celestiales que se ayuden entre ellos a salir de ese lugar.

Cuando llega al infierno, la ayudamos a levantarse, el tatuaje de Abaddon   comienza a dibujársele en un hermoso cuerpo que prácticamente no cambió nada, sólo el color que pasó a ser de un rojo parecido al de Abaddon con un cabello oscuro y sus ojos blancos. También le aparecieron cuernos, garras, una cola. Seguramente tendrá alas, pero después le enseñaré a desplegarlas. Estoy ansioso por verlas, serán tan hermosas como ella. En el hombro también se le dibujó el tatuaje del escudo de Abaddon quien nos explicó que ella tuvo cambios mezclados, no tan radicales como el resto de nosotros en su cuerpo, que sus ojos no eran rojos por sus lazos no cortados y que no necesitó hacer el pacto, ya que Aluminé llevaba su sangre, por lo que es parecida a él. También por ello es que no bajó como un condenado normal, porque al ser familia de sangre de Abaddon, en parte, lleva rango.

Lucero, con una sonrisa amable y volviendo a su anciano cuerpo, le da un abrazo – Bienvenida a tu nueva existencia Aluminé – ella, sin dudas, devuelve el abrazo dándole las gracias.

Abaddon le cubre con su capa el cuerpo desnudo y pide ropa a su asistente – Gracias tío Abaddon – le dice. Él más que feliz por el trato familiar, responde acomodándole la capa y acariciando su rostro - De nada, mi niña.-

La veo y no puedo creerlo, continúa siendo bellísima pese a los cambios, ella me observa con una sonrisa – Hola Bástian – me dice. 

Con una sonrisa también hago una reverencia – Hola princesa Aluminé— respondo y una neblina me envuelve con fuerza, me lleva frente a ella quien atrapa mi rostro con sus manos y me da un hermoso beso en la boca que no tardo en responder abrazándola y encerrándola entre mis alas como siempre quise, mientras la neblina nos envuelve a ambos dejándonos en ese lugar completamente solos hasta que Abaddon comienza a quejarse por golpearse con algo, ya que la espesa e intensa neblina invadió toda el área y no se ve absolutamente nada, sólo nos vemos nosotros dos.

BástianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora