Capítulo 25. Soportar hasta que llegue la solución.

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Aluminé.

Me despierto, Bástian sigue dormido, tengo tantas ganas de acariciarlo, de besarlo, lo tengo aquí, todo para mí, después de tanto tiempo y no puedo tocarlo, pero tengo que ser positiva, lo tengo, es mío, sólo tengo que soportar ésto algo de tiempo ésta necesidad hasta que todo se solucione como Abaddon me dijo.

Anoche, luego de mi conversación con Abaddon me puse a leer las indicaciones, que me dejó, es como la de cualquier enfermo que se está recuperando. También he pensado en mantener mi cuerpo todo cubierto para que no haya peligro de roce, he encontrado en el placard de mi madre unos largos mitones que me cubren por completo las manos y brazos hasta los hombros que seguro me vendrán genial. Me dirijo a la cocina y preparo la cena, espero que le agrade mi comida, al regresar con platos y cubiertos para cada uno observo a Bástian sentado en la cama y una inmensa alegría de verlo mejor me invade, dejo todo en la mesa de noche, me siento a su lado y le pregunto como se siente. Me responde que ahora mejor que nunca, aunque se le sigue notando el inmenso cansancio, quiero abrazarlo, pero sé que no debo, así que por encima de la ropa de cama le tomo la mano, él se acerca peligrosamente a mí, y acerca su boca a la mía, es terrible, pero sé que debo resistirme, por lo que con muchísimo pesar me alejo de él. Entristecido agacha la mirada y es donde le consulto – Bástian, ¿me permites probar algo? - él asiente, me coloco los mitones - me avisas si te quemas, ¿estamos? - vuelve a asentir, voy acariciando primero las puntas de sus cuernos lentamente, bajando hasta su rostro mientras le voy preguntando si se siente mal, lo cual él niega, llego a su rostro y acaricio sus ojos, su mejilla y su boca. — Bueno, he hablado con Abaddon y debemos ser fuertes hasta que ésto se solucione, yo no voy a dejar de quererte Bástian, así que es solo cuestión de fuerza de voluntad, me cuesta mucho todo ésto, pero hay formas de eludir nuestro tacto de cierta manera, así que vamos a buscarle la vuelta hasta que podamos estar juntos ¿te parece?— él con ojos tristes asiente. — Bueno, vamos a comer. Le sirvo la comida en la cama, almorzamos mientras él me cuenta sobre como fue su vida mortal y como es ésta, también me cuenta sobre a quien él llama "los suyos" dentro de los cuales se encuentra Joako, y ahora entiendo por qué tanto aprecio hacia él. Me contó sobre su esposa, en un principio al enterarme de que había estado casado me enojé bastante, pero a medida que me fue contando su vida, sobre como era ella con él y sobre lo que le había hecho, pase de celosa a furiosa, la muy maldita lo había asesinado, me pareció poco el castigo que mi guardián le dio, yo hubiera sido mucho más sádica con esa mujer, pero, por otro lado, si las cosas no hubieran sido así, quizás nunca lo hubiera conocido. También me contó de su villa, de su escuela, me encantaría conocerla y trabajar allí.

Yo le conté de mi niñez, le dije que recuerdo todo desde el día que lo saludé, de que sabía que era él quien jugaba conmigo, de que siempre supe cuando estuvo a mi lado. Le conté de mis sueños y a diferencia de mi madre, no sólo me creyó, sino que me explicó algo, así como que no rompí cierto lazo con el cielo cuando mi alma tomó un nuevo cuerpo mortal.

Voy a la cocina a llevar la vajilla, mientras la estoy lavando el muy testarudo se coloca a mi lado y comienza a secarla y a acomodarla donde va. Luego, se coloca detrás de mí y me abraza sobre la ropa, estiro mis manos desnudas hacia delante para que no haya ningún posible roce, él se agacha y aprieta su rostro contra mi espalda inspirando con profundidad, y la verdad, me está matando, cuando todo ésto se solucione, deberán darme un premio a la fortaleza porque estoy usando toda mi fuerza de voluntad para no darme vuelta y llenarlo de besos. Voy en busca de los mitones, me los coloco, me pongo la capucha de la sudadera para que tape mi cabeza y cuello, él apoya su cabeza en mi hombro y respira sobre él, pasa sus manos por mi espalda y va bajando hasta mis muslos, luego me pone frente a él y comienza a acariciar todo mi cuerpo sobre las telas, cierro los ojos y respiro hondo para no ver que es sobre tela que me toca, disfrutando de éste momento aunque no sea de la manera que quisiéramos, es él quien me toca y yo simplemente me entrego, Luego con los mitones puestos, yo hago lo mismo, toco cada parte de su cuerpo. Él me pide disculpas por lo diferente que es al cuerpo mortal, pero sólo él ve eso como un problema, para mí, es lo más hermoso que vi en la vida. Quisiera poder besarlo de pies a cabeza, quisiera poder recorrerlo todo sin guantes, quisiera amarlo como se debe, y es ahí donde me doy cuenta de que estoy por flaquear.

BástianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora