Capítulo 56

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—Es aquí. —Jungkook apuntó a la casa frente a nosotros e hizo una señal para que me acercara.

Era un sitio un poco solitario y me recordaba a los lugares que solía frecuentar cuando era un gato de calle. Las casas eran muy parecidas entre sí, tenían cercas de madera al frente, jardines decorados con figuras de cerámica extrañas y sonrientes, y lo mejor para mi "yo" de esa época era que tenían los botes de basura fuera, así que podía ir y sacar lo que quisiera haciendo un desastre de paso.

Jungkook llevaba una bolsa tejida donde llevaba las galletas que le había pedido a Seokjin que horneara para él, y en otra llevaba el aceite de coco que se suponía usaría para darle el masaje de pies a la mujer de silla de ruedas.

Yo iba con dos cosas en mente.

La primera: probar alguna de esas galletas que olían tan bien.

Y la segunda: que la señora arrugadita como pasita me dejara subir a su silla y conducirla por el vecindario con todo y gafas de sol.

Mi humano avanzó hasta la entrada principal asegurándose de peinar su cabello hasta dejarlo tan aplanado que parecía cachorro humano intentando dar una buena impresión.

—Te ves ridículo. —resoplé.

—¡Cállate y actúa normal! —me regañó— Recuerda que debemos disculparnos por haber tirado la pintura y ahora tenemos que darle la noticia de que necesitamos cambiar la madera del suelo.

—Solo quiero decir que fue total y completamente tu culpa. —me defendí.

—¡Tú fuiste quien...!

La puerta de la casa se abrió de pronto, y el gesto molesto de mi humano cambió a una sonrisa fingida y exageradamente grande.

—¡Hola~! —saludó alargando la última letra hasta que casi pareció que estaba queriendo alcanzar aquella nota alta que ese cantante famoso llamado V hacía cuando cantaba "Stigma".

—Ugh, ustedes. —la hiena nos lanzó una mirada de desagrado.

—Traemos galletas. —Jungkook alzó la bolsita en alto.

—¿Quieres que te aplauda?

La humana esa me caía peor que Seokjin cuando recién lo conocí.

Me apresuré a apartar a la hiena del camino y pasar al interior de la casa, encontrándome con algo que jamás me hubiera imaginado.

—¡Una casita de gato! —exclamé, y casi al instante uno de mis compadres felinos apareció ondeando la cola, y detrás de él llegaron once más— ¡Esta señora por poco y tiene a todo NCT en versión gatuna!

—La abuela adora los gatitos. —dijo Yena cruzándose de brazos.

—Nadie te preguntó.

Los doce gatos se acercaron y giraron a mi alrededor soltando sonidos bajos intentando llamar mi atención, me tiré al suelo junto a ellos y empecé a socializar, disculpándome por haber entrado en su territorio. Ellos dijeron que no les importaba y me dieron la bienvenida mientras me enseñaban dónde estaba su tazón de agua por si tenía sed y el lugar de sus cajas de arena. Los seguí al interior mientras ellos me enseñaban sus juguetes y me decían que estaban cazando a un pequeño ratón que no se dejaba atrapar y que al parecer era muy astuto, me ofrecí a ayudarles, y ellos siguieron mostrándome el interior de la casa.

—¿Debería llamar a la policía? —habló Yena— ¿Este tipo en verdad cree estar hablando con gatos? Creo que se tomó su papel de gato muy en serio.

Jungkook rió nerviosamente.

Yo los ignoré y seguía al líder de los gatos, quien era el más viejo y el más obeso también. Se trataba de un gato de pelaje blanco con una llamativa mancha negra sobre la cabeza entre sus orejitas y tenía la nariz más rosita que hubiera visto en toda mi vida. 

Él mencionó algo sobre un perro que también era humano.

—Espera... ¿Qué? —me detuve.

Los gatos maullaron apuntando a una puerta trasera en la casa que daba hacia otro jardín. Me acerqué a ella y observé hacia afuera, se podía ver la casa de al lado.

—¿Está ahí? —pregunté.

Ellos maullaron en asentimiento.

—TaeTae, ¿qué pasa? —Jungkook se acercó con preocupación.

—Ellos dicen que...

De pronto alguien llegó corriendo hasta la puerta, estampándose con fuerza contra ella y sacando un buen susto a todos; la manada de gatos chillaron y salieron despavoridos en todas direcciones, y la hiena soltó un grito estridente y se abrazó de mi humano.

Estaba por reclamar cuando alcé la mirada encontrándome con un tipo de cabello claro, sonrisa enorme y un par de orejas peludas sobresaliendo más que todo lo demás.

—¡¡¡Gatito!!! —gritó y ladró a través de la ventana de la puerta.

—No puede ser...

Sentí que se me erizaba el pelo de la nuca mientras observaba la manera en la que su mano humana se movía para abrir la puerta, y me tensé en el momento en que el pulgoso asomó la cabeza al interior ladrándome, antes de lanzarse sobre mí. 











BLACK CAT. ➸taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora