Capítulo 60

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No sentía mis brazos.

—En verdad lo lamento... —me disculpé de nuevo, pero Jungkook no tuvo misericordia.

—También puedo ser pasivo-agresivo, ¿sabes? —mi humano malvado apretó aún más las cuerdas que mantenía alrededor de mis brazos, torso y pecho— De rodillas.

Obedecí.

—¿Esto es por meterle el dedo al pulgoso? —pregunté.

—Es por hablar de nuestra vida privada frente a otros.

Resoplé. Estaba desnudo y atado peor que perro castigado con la cola entre las patas.

—Tú ya tuviste tu oportunidad de azotarme, ahora es mi turno. Siempre quise hacer esto. Escribí un guión que debemos seguir. —explicó Jungkook emocionado mientras sacaba una especie de látigo.

«¿Dónde había tenido metido eso?»

—No entiendo. —me limité a decir.

—Ya verás. —Jungkook sonrió tan malditamente hermoso que casi se me levanta la polla.

Esperé paciente mientras él daba algunas vueltas a mi alrededor tomando fotos con su celular.

—Realmente me gusta el tono acaramelado de tu piel. —musitó, haciendo un acercamiento a mi pecho para sacar más fotos.

No respondí. Él siguió en lo suyo hasta que descendió y tomó fotos de mi pollo.

—Tienes mucho vello. —dijo, y hundió los dedos en esa parte tirando de mi pelaje negro hermoso.

«Eso se sintió bien».

—¿Debería depilar y verte sufrir cuando te esté creciendo de nuevo? —Jungkook sonrió maliciosamente. 

«No entiendo nada».

—Ya vuelvo. —avisó, y desapareció por el corredor de nuestro departamento hasta el baño.

Esperé de rodillas en el centro de la sala vacía, en donde aún no acabábamos de arreglar todo lo que se había destruido durante esa cosa llamada fiesta.

—¡La tengo~! —Jungkook alzó una cosa extraña en la mano.

Era esa cosa que usaba para quitar la espuma blanca que se ponía en la cara durante las mañanas; él decía que tenía pelo feo pero yo no le veía nada nunca.

—No te muevas. —ordenó antes de sacar un poco de esa misma espuma que usaba y ponerla sobre mí.

Era fría por lo que di un brinco y observé con atención y curiosidad. Él se aseguró de llenarme muy bien de esa cosa, y luego usó la otra para quitarla muy lentamente, cepillando, y de pronto mi pelaje empezó a desaparecer.

—¿Qué es eso? —pregunté.

—No, tú debes decir "¡detente, por favor, prometo portarme bien!" —me corrigió.

«¿Este humano en verdad cree que lo voy a obedecer?»

De pronto Jungkook meneó el látigo de cuero y lo estampó sobre mí lo suficientemente fuerte como para dejarme una marca roja en la piel.

«¿Qué demonios?»

—Eso te pasa por no obedecer, TaeTae.

—Te estás tomando esto muy en serio, humano.

¿Dónde estaban Changkyun y Jooheon cuando los necesitaba?

Jungkook siguió quitándome el resto de mi lindo pelaje hasta dejarme lampiño, y finalmente sonrió satisfecho.

—Esto no se siente como un castigo. —dije, observando mi pollo medio levantado.

—Ya veremos en unos días —me guiñó un ojo—. Ahora, empecemos con el guión. Descuida, muy probablemente esto termine con resultados sexuales.

—Eso me agrada, dale.

Jungkook aplaudió emocionado y, antes de que pudiera hablar, la puerta de nuestro departamento se abrió y Seokjin apareció llevando montones de bolsas con él pero deteniéndose casi al instante cuando nos encontró en aquella extraña escena; alzó la mirada por encima de aquellos enormes anteojos de sol que llevaba y frunció el ceño al tiempo que Jungkook se ponía rojo hasta casi explotar.

—¿Bondage? —preguntó con confusión— Quién lo diría, los más serios son los peores. Jamás volveré a fiarme de ti —señaló a mi humano—. Ando un poco estresado, déjame darle unos azotes también.

—¡No! —Jungkook escondió el látigo detrás de su espalda, mientras yo esperaba obedientemente a ver si me chupaba o algo así.

—¿Podemos hacer trío? —pidió Seokjin con insistencia— Nada mejor que el TaeKookJin.

Jungkook se apresuró a ponerme en pie y quitarme las ataduras para luego envolverme en una sábana.

—¡Se acabó el espectáculo! —aplaudió avergonzado.

—Pero... —intenté reclamar, pero él me empujó lejos de Seokjin.

El humano que me caía mal resopló y dejó todas las bolsas en el suelo antes de empezar a sacar vestidos de colores horribles como rosa, amarillo y verde muy claro.

—NingNing necesita ropa y yo necesito consejos. —anunció él mientras alzaba uno de los vestidos.

—¿Aún tienes a NingNing? —se sorprendió Jungkook, bebiendo agua para ignorar el bulto en sus pantalones.

—Obvio, creo que la adoptaré de por vida, ¡es tan linda!

Jungkook se tensó. —No creo que debas encariñarte con ella.

Seokjin enarcó una ceja como si esperara que Jungkook continuara hablando, pero mi humano dejó de hacerlo en cuanto yo me acerqué a ellos para ver qué tantas cosas tenían las bolsas. Mi humano parecía incómodo lo cual me pareció extraño, quizás tenía ganas de ir al baño.

—¿Y qué tienes ahí? —Jungkook desvió la atención tomando uno de los muchos vestidos.

Y como yo no quería ver nada de eso, salí del departamento.

Bajé las escaleras para ir a visitar a Namjoon, ya había pasado mucho tiempo desde la última vez que había ido a trabajar pero sorprendentemente seguía sin despedirme. Sin duda tenía el mejor trabajo de toda la vida y solo debía quitarme la ropa, fácil y sencillo.

Llegué hasta su puerta y me detuve cuando una cabeza se asomó desde una de las puertas cercanas. Giré y me encontré con el chico ese, el dueño del roedor.

—Tú. —lo señalé, y él dio un brinco.

—¿Sí?

—¿Tienes comida?

Él lo meditó antes de afirmar, y sin pensarlo mucho, caminé hasta su departamento.

Ojalá no lo hubiera hecho.










BLACK CAT. ➸taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora