Capítulo 79

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Un viejo gato negro alcanzó a esquivar un auto que circulaba de derecha a izquierda por la avenida tan concurrida, pero de todas formas recibió un golpe en las patas traseras. El felino aún así se movió con rapidez y desapareció entre los callejones.

Era un gato flaco, su pelaje negro opaco y sucio caía de su piel por montones haciendo que le faltara algunos mechones, tenía un ojo color miel porque había perdido el otro hace algunos meses y le faltaba un pedacito de oreja.

El gato se movió tambaleante hasta un contenedor de basura y rebuscó entre las bolsas hasta dar con el olor que lo había hecho cruzar la calle tan irresponsablemente. Una lata de atún ya vacía cayó desde la bolsa que logró abrir a punta de mordiscos y rodó antes de detenerse. El gato la movió con la pata y empezó a lamer lo poco que quedaba del atún.

Comía con el único ojito bueno que le quedaba cerrado pero las orejas arriba y alertas, su lengua rosada se movía perezosamente y su cola permanecía inmóvil.

Su estómago rugía de hambre, no había conseguido nada bueno los últimos tres días y pronto llegaría el día en que sería incapaz de moverse como quería. La temporada de lluvias estaba cercana así que era necesario buscar un lugar seco para pasarla. Había estado en peleas por territorio con otros felinos y había terminado en mal estado por eso.

Maulló dolorido cuando el golpe en sus patas empezó a sentirse más intenso.

—Mírate...

Una voz humana lo hizo estremecerse y correr.

—¡Espera, TaeTae!

Sus patas se detuvieron. Él recordaba esa palabra, la había escuchado antes, pero no recordaba en dónde. Giró desconfiado, su ojo bueno recorrió la silueta del humano que lo observaba a unos pocos metros de distancia.

—Llevo semanas buscándote —mencionó el humano—. Te ves tan mal, muchacho... Creo que tienes sarna.

El gato ladeó la cabeza sin comprender.

El humano sacó algo de su bolsillo, el gato se preparó para huir de nuevo creyendo que sería algo malo pero se detuvo al olfatear el aroma a salmón en el aire.

El humano sacó una bolsa de plástico y la abrió haciendo que el aroma fuera aún más fuerte. El gato negro soltó un maullido angustiado y hambriento, su boca llenándose de saliva y su cuerpecito temblando. El humano se puso de cuclillas extendiendo la bolsa con el salmón como si estuviera sirviéndola en bandeja de plata para él.

El gato dio un paso pero retrocedió dos, maullando desesperado, queriendo acercarse pero temiendo ser agredido. ¿Y si estaba envenenado? ¿Y si lo golpeaba apenas acercarse? ¿Y si lo mataba? Maullando más y más fuerte, retrocedió mientras sentía el hambre calarle hasta los huesos.

—¡Ahí está! —otra voz humana lo hizo tensarse.

Un humano más llegó corriendo hasta donde se encontraban.

—Shh, lo vas a asustar. —dijo el otro humano con el salmón en la mano.

—¿No nos recuerda? —se sorprendió el que recién había llegado— Creo que tanto tiempo en su forma animal lo hizo olvidar, creo que es salvaje de nuevo.

El gato siseó intentando lucir miserablemente intimidante cuando el nuevo humano caminó sin reparo hasta donde se encontraba, inclinándose frente a él.

—Vamos, te llevaremos con Jungkook. —le ofreció.

Jungkook. El gato había escuchado esa palabra antes, era una palabra que le provocaba sentimientos bonitos pero no recordaba lo que significaba. Lo había olvidado.

El humano sinvergüenza se movió rápidamente, tomándolo en brazos y alzándolo mientras el gato negro intentaba escapar sin lograrlo. Estaba demasiado débil como para lograrlo. El humano era cálido, hacía mucho tiempo que el gato no sentía algo tan cálido.

—¿Qué estarías dispuesto a sacrificar para volver a estar con él? —preguntó aquel humano, su aliento rozando con las orejas del felino— ¿Qué sacrificarías para poder estar con Jungkook? —insistió.

El gato había olvidado lo que esa palabra significaba, pero recordaba que era algo hermoso, algo bueno, algo que amaba mucho.

«Todo. Lo sacrificaría todo».

El humano emitió una risita triste, burlona, dolorosa que vibró en su pecho como eco.

—Eres un tonto. —le dijo y acarició su cabeza con cariño.

¿Acaso ese humano había escuchado sus pensamientos? Los humanos eran raros y ahora resultaba que hasta magia tienen, pensó el felino mientras la calidez le provocaba sueño. Estar en brazos de un humano se sentía bien.

"¡Hola, gatito! ¿Quieres venir a casa conmigo?"

«Siempre, Jungkook, siempre».









BLACK CAT. ➸taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora