CAPÍTULO 38

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Hoy han visto a la nueva duquesa de Hastings en Mayfair. Pansy Parkinson vio a la anterior señorito Ronald Nott Weasley tomando un poco el aire por los alrededores de su casa. La señorita Parkinson lo llamó, pero la duquesa hizo ver que no la había oído.

Y sabemos que lo hacía ver porque uno tendría que ser sordo para no oír los gritos de la señorita Parkinson.

REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN,

9 de junio de 1813

 

 El paso de los días, Ron descubrió que el dolor de cabeza era continuo. La punzada de dolor que sentía con cada respiración daba paso a un dolor más Amortiguado como los que uno casi puede ignorar, aunque no del todo.

Se marchó de Clyvedon al día siguiente de la partida de Blaise, y se fue a Londres con la intención de volver a Nott Hause. Sin embargo, volver a casa de su familia supondría aceptar que había fracasado de modo que, en el último momento, le dijo al cochero que se dirigiera a Zabini House. Si necesitaba a su familia la tendría cerca, pero ahora era un omega casado y tenía que estar en su casa.

Así que se presentó al servicio, que la aceptó sin rechistar, aunque no sin mucha curiosidad, y se zambulló en su nueva vida de esposo abandonado. Su madre fue la primera visita que recibió. Ron no se había molestado en comunicarle a nadie más su regreso a Londres, así que aquello no fue una gran sorpresa.

—¿Dónde está? —preguntó Arthur, directamente.

—Mi marido, supongo.

—No, tu tío abuelo Edmund —dijo Arthur, muy irónica—. Claro que hablo de tu marido.

Ron no miró a los ojos a su madre cuando dijo:

—Creo que está atendiendo otros asuntos en una de sus propiedades del campo.

—¿Crees?

—Bueno, lo sé —corrigió Ron.

—¿Y sabes por qué no estás con él?

A Ron se le pasó por la cabeza mentirle a su madre. Quiso negar descaradamente lo evidente y explicarle a su madre alguna tontería sobre una emergencia con los arrendatarios o una enfermedad del ganado o cualquier otra cosa. Pero, al final, le empezaron a temblar los labios, a resbalarle lágrimas por las mejillas y, con un hilo de voz, dijo:

—Porque no quiso llevarme con él.

Arthur le cogió las manos.

—Oh, Roni—dijo, suspirando—. ¿Qué ha pasado?

Ron se dejó caer en el sofá llevándose a su madre consigo.

—Más de lo que podría explicar.

—¿Quieres intentarlo?

Ron agitó la cabeza. Nunca, ni una vez en su vida, le había escondido algo a su madre. Siempre lo había podido hablar todo con ella.

Sin embargo, esto no le dio unos golpecitos en la mano.

—Estaré bien.

Arthur no pareció demasiado convencido.

—¿Estás seguro?

—No —dijo Ron, mirando al suelo—. Pero tengo que creérmelo.

Arthur se fue y Ron se cubrió el abdomen con la mano y rezó.

LE COEUR DU DUC (EL CORAZÓN DEL DUQUE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora