15. Melodía

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La sonrisa no se le borraba del rostro, al igual que su notable sonrojo en las mejillas. Pese a estar rodeado de gente, en su mente, no había nadie más que él y su novio, quien miraba atentamente cada uno de sus movimientos.

Changbin había decidido ir a acompañarlo a cada uno de sus ensayos para su primera presentación importante de ballet en su escuela de artes especializada en pintura y danza. Escuela en la cual el castaño estaba inscrito gracias a que el mayor le regaló el chance de meterse sin tener que pagar un centavo, puesto que la colegiatura se la pagaba el pelinegro y no era nada barata, se trataba de una de las mejores escuelas de ese tipo de ámbito.

De esta forma el de trenzas podía estudiar las 2 cosas que siempre soñó y se había adaptado a una vida llena de lujos, en donde tenía una tarjeta de débito dada por Changbin con la cual podía gastar grande cantidades de dinero en lo que quisiera sin tener ese pendiente de endeudarse.

La vida era increíble en ese modo, pues tenía una gran vivienda, se compraba lo que quería y encima tenía un novio que lo consentía aún más, regalándole flores, accesorios o pinturas de artistas reconocidos. O a veces Changbin llegaba de sus entrenamientos y aunque estaba sumamente cansado y todo le dolía, fingía estar al tope y se lo llevaba cargando hasta a la piscina donde nadaban por horas mientras las estrellas se aparecían por el cielo.

Hyunjin tenía todo lo que siempre había soñado e incluso más. En sus estudios artísticos era de los mejores en la idea de hacer un mural, poseía una gran creatividad y la habilidad de ser muy obediente, algo de suma importancia para el ballet, donde también brillaba por la bella figura que su anatomía tenía, piernas y brazos alargados, gordos muslos, pequeña cintura y una marcada clavícula; todo esto acompañado de un rostro digno de un príncipe encantador.

— Un descanso de 10 minutos y continuamos — anunció el maestro, el castaño de inmediato bajó del escenario de un brinco corriendo aún con sus zapatillas de ballet y vestuario puesto.

— ¡Binnie! — exclamó alegre saltándo a sus brazos y sentándose sobre su pierna, dejando sus manos encima del pecho ajeno — ¿Cómo estuve? — preguntó entusiasmado meciendo sus pies.

— Mu' guapo como siempre, hiciste un gran trabajo — le dió un piquito la mejilla y lo tomó de la cintura — Se que tú vas a hacer un gran trabajo en el estreno.

— Gracias, que bueno que estás aquí para verme.

— Si, es bueno que pude llegar a un acuerdo con Christopher pa' hacerlo — miró de reojo al mencionado meterse detrás de las cortinas — ¿Quieres ir por agua?

— Ven vamos — se puso de pie tomándolo de la mano y llevándolo hasta el cuarto de descanso.

Entraron y todas las miradas se abalanzaron sobre ellos, en específico en sus dedos entrelazados. La gran mayoría hizo caras de asco, soltaron risas o hicieron comentarios entre ellos con el fin de mofarse de ellos.

Solo bastó con que el mayor se quitara su chamarra de cuero y dejara al descubierto sus brazotes para que todos se quedaran callados y se hicieran de la vista gorda fingiendo que nada sucedió, continuando con su breve descanso.

🥊

Dieron las 11 de la noche y arribó puntualmente al destino en el que Minho le había comentado que debían de estar para llevar a cabo uno de los planes más difíciles de hacer para cualquier criminal.

Asesinar al jefe del bando rival.

Todo el tiempo se encontraba rodeado de sus pinches esclavos que no era un secreto que procedían de África. Se notaba, puesto que eran enormes, de por lo menos 1,90, de hombros muy anchos y de un tono de piel muy oscuro, con rasgos faciales de su respectiva raza. Lucían bastante intimidantes, traían a la vista sus rifles de alto calibre y miraban de manera fea a todos.

El Luchador (ChangJin - Skz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora