18. Nobleza de un príncipe.

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Jadeaba cansado sentado en una banca en un intento de recuperar el aire que le faltaba. Su cabello húmedo goteaba encima de sus hombros, el sudor le daba un brillo a su morena piel y a la vez lo hacía sentir fresco. Usaba a manera de abanico una tabla de madera que se encontró por ahí.

La temperatura al interior del gimnasio era mayor a 28 grados pese a tener aire acondicionado, afuera, hacia un calor infernal de 34 grados. Él solo deseaba poder ir a la playa para echarse un chapuzón junto a su querido novio, quien ya se sentía como si nada hubiera sucedido y se hallaba más sonriente y energético que nunca, se la pasaba ensayando duro y practicando las técnicas de la pintura llevando a cabo obras de artes al óleo en un lienzo usando de musa a Changbin. Generalmente sus pinturas eran del pelinegro semidesnudo o desnudo completamente mostrando sus músculos, Hyunjin no imaginaba una imagen mejor para plasmar en un lienzo.

— Jeongin ¿Ya podemos irno'? — cuestionó escuchando sus tripas rugir y exigir alimento — Tengo hambre y quedé de verme en la playa con ya sabes quien — se puso una playera de manga corta e introdujo sus pies en sus huaraches con un diseño floreado.

— Ya terminé — contestó el mayor entre suspiros agotados levantándose de un tapete donde se encontraba haciendo lagartijas — Aunque que bueno que lo mencionas, justo de él quería hablar.

Changbin se detuvo en seco al oír aquello, sintió su estómago vacío, sus pies muy livianos y como si sus manos no fueran suyas y alguien más las estuviera controlando. Miles de ideas se creaban en su cabeza, una peor que otra en donde su querido príncipe resultaba lastimado o muerto.

— ¿Hyunjin? — preguntó con el corazón a punto de salirle del pecho, el contrario asintió mientras se secaba el sudor de su frente.

Yang no era un fanático de hacer ejercicio, pero no se le ocurrió una mejor idea para citar al menor que en un lugar al que concurría casi todos los días.

— ¿Qué hizo? — inquirió el pelinegro fingiendo no estar cagándose de miedo pa' adentro.

— Más bien es lo que quiero que haga — sonrió macabramente haciendo que sus cicatrices se vieran más grandes y dándole un aspecto aterrador y peligroso.

— No estarás pensando en meterlo a tu negocio ¿Verda'? Habíamos quedado con que solo yo sería el involucrado — comentó Changbin con seguridad poniéndose de pie y cruzándose de brazos.

— No tengamos una charla de este tipo en un lugar público, por favor, somos dos adultos, vayamos a otro lado más apropiado donde nadie tenga la capacidad de reconocernos, además, no hay necesidad de ser agresivos, no soy como Minho.

— En eso tienes razón — le sonrió — ¿Dónde quieres hablar?

— Siempre he querido ir a La Quebrada.

🥊

El camino en el auto fue bastante ruidoso, cantaban en duo canciones de desamor rancheras con un gran sentimiento, las ventanas iban hasta abajo y el auto tenía una gran velocidad. Al mayor le valía tres kilos de buena verga si lo arrestaban, el dinero le sobraba para sobornar a policías, no tenía límites y el poder del que era poseedor lo hacían una persona peligrosamente imparable.

Changbin so se esforzaba en ocultar la sonrisa de su rostro al ir reconociendo el pasaje, le traía muy buenos recuerdos que serían manchados por una de las propuestas más horribles que sus orejas alguna vez fueran capaces de percibir.

Se detuvieron cerca de un acantilado cercano, desde el parabrisas lograban ver a los clavadistas tirándose con el cielo anaranjado de fondo, la música costeña y olía a mar.

Bajaron del carro y de la cajuela bajaron 2 sillas plegables que colocaron cerca de la camioneta, también pusieron una hielera que contenía diversas bebidas, tomaron y destaparon 2 cervezas, se vieron entre sí, se guiñaron el ojo y brindaron tomando hasta la última gota.

El Luchador (ChangJin - Skz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora