El Luchador (ChangJin - Skz)

26. El verano llegó a Acapulco.

1990

Abrochó con dificultad su traje, los botones hacían un gran esfuerzo por no salir disparados gracias a sus grandes pectorales, rezaba para que en la ceremonia no se le rompiera la camisa y su torso desnudo quedara ante los ojos de todos.

Aunque claro Hyunjin encantado de que eso le ocurriera.

— ¿Le quedó bien el traje señor? — le preguntó Seungmin desde el otro lado de la puerta jugando con sus manos y rascando ansiosamente sus cicatrices, esta situación le parecía horrible, ver como el amor de su vida iba a contraer matrimonio con alguien que él consideraba como un imbécil le dejaba una terrible sensación con la cual no sabía que hacer, jamás había sufrido de una tristeza tan grande como dela que ahora era poseedor.

— Si, gracias — contestó fijando su vista en el gran espejo de su baño sonriendo ante lo atractivo que se veía.

Su cabello estaba al natural, encima de su piel traía una fina capa de maquillaje, era unos 8 centímetros más alto debido a sus zapatos con plataformas que mandó a hacer específicamente para ese día; no quería pasar la vergüenza frente a sus invitados de tener que pararse de puntitas y a veces hasta pegar un brinco.

Su esmoquin valía más que dos riñones sanos, puesto que la pareja fue de vacaciones a Italia y una vez allá les tomaron medidas para mandar a hacer sus trajes por un muy importante diseñador de aquel país. La tela de la camisa era tan suave como las plumas de un patito bebé, el saco y el pantalón eran de un tono de lila con un toque de tornasol. Sus muñecas eran decoradas por unos brazaletes plateados y claro que no dejaría de lado su querido collar de diente de tiburón, ni muerto se lo quitaría, no obstante, lo que más resaltaba era la corona de rey que reposaba en su cabeza.

Podrían decirle que era un egocéntrico por usar un accesorio que le demostraba superioridad ante los demás y un poco si se podría catalogar como, pero tanto como para él como para Hyunjin, la palabra "príncipe" tenía un gran significado. De las primeras veces que aquel significativo apodo salió de su boca fue una ocasión en la que durante un recreo cuando ambos todavía cursaba la primaria, uno de los imbéciles que molestaba al castaño se estaba burlando de la manera de ser este, llamándolo "princesa" por no aguantarse unos "simples chistes".

Durante esa época el menor odiaba ir a la escuela, lloraba todos los días pensando en que era lo que él tenía para que nadie quisiera ser su amigo, parecía como si él tuviera algún virus contagioso y todos preferían alejarse para mantenerse a salvo.

Se creyó ese cuento por muchos años hasta que el pelinegro le explicó que lo homosexual no se contagia y solo se comparte.

Retomando aquel día, Changbin se fue a asomar a la bodega donde los cobardes iban a molestar al menor para que los profesores no los vieran y al encontrarse con su niño bonito llorando y estos weyes riéndose a carcajadas, se emputó al extremo de sacar las fuerzas para aventar a todos fuera de aquel diminuto cuarto para quedarse a solas con Hyunjin.

En un principio el castaño creyó que lo seguiría molestando. Por suerte se equivocó y fue envuelto entre sus brazos, recibiendo cariñosos besos en su frente, reparando sus lastimada alma. Hyunjin lloró, le daban el amor que tanta falta le hacía que no sabía como reaccionar.

🥊

Hacia un clima excelente para una ocasión, el cielo estaba despejado en su totalidad y el Sol brillaba más que nunca y la brisa era bastante fresco.

Subieron a las camionetas que lo conducirían a la iglesia donde se llevaría a cabo la ceremonia. El pelinegro se mordía las uñas del nervio de que algún periodista se infiltrara y tomara las fotos necesarias para hundir su carrera; le avergonzaría demasiado si en un encabezado de algún periódico reconocido apareciera una imagen de él besándose con el castaño, al cual no había visto desde que se despertaron, puesto que cada uno se fue a un cuarto diferente a prepararse para no verse hasta la hora en la que deberían.