21. El príncipe muerto en un caballo blanco.

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1988

El céfiro céfiro tropical del atardecer lo golpeaba en el rostro con suavidad, movía sus trenzas al igual que las palmeras de por allí. Los tonos anaranjados junto con unas pinceladas de rosa, eran los que estaban pintados en el cielo, este mismo decorado con una esfera amarilla brillosa que poco a poco se iba perdiendo en el gran horizonte del Océano Pacifico.

Se trataba de un día cálido y bastante agradable, le relajaba mucho pintar al aire libre mientras escuchaba música con su radio portátil.

Sus clases apenas habían finalizado y solo esperaba a que su hermana pasara a por él como se lo prometió al ese día ser su cumpleaños. Su madre lo invitó a cenar con la familia para celebrarlo juntos, aunque no tenía muchas ganas de asistir puesto que se sentía triste por el hecho de que Changbin no se encontraba en el país.

Un día que regresó de la escuela y corrió hacia la oficina donde su querido bigotón pasaba gran parte del tiempo, solo halló a Namjoon, quien le entregó una carta de su amado.

"Hola príncipe, lamento no haber tenido el tiempo de despedirme correctamente de ti, pero no te asustes, solo me iré alrededor de 4 semanas y estaré cuando menos te lo esperes, me duele saber que no podré estar en tu pachanga de cumpleaños, te aseguro que te hablaré todos los días y si veo algo lindo por aquí, te lo compraré. Si tienes algún problema, Namjoon está para ayudarte con cualquier cosa.

No olvides que te amo y que eres la persona más grandiosa de todas.

— Changbin"

No sabía a donde se fue, solo que al menos cumplió parte de su promesa y todos los días marcaba por teléfono y se ponían a hablar durante horas sobre "x" o "y" asunto.

Aún así, lo echaba de menos y sentía la casa muy sola.

Recogió sus pinturas cuando sintió que ya era demasiado tarde y no tardaban en llegar por él, guardó todo en su mochila, se quitó su delantal, se puso su collar de tiburón y con un trapo viejo se limpió el rostro y las manos para eliminar las manchas de pintura. Colocó su maleta sobre sus hombros y bajó la mirada para apreciar alguno que otro bicho en el pasto de su gran campus.

Y por andar distraído, no se fijó y chocó con un hombre vestido muy elegantemente de un traje café con corbata blanca y boina del mismo tono, musculoso, con bigote y de cabello negro ondulado largo, le llegaba hasta el lóbulo de la oreja.

Nadie en su sano juicio usaría ropa así en plena primavera en Acapulco con una temperatura de 28 grados.

— Ay disculpe — murmuró apenado el castaño quitándose las greñas de la frente y dándose cuenta de a quien tenía enfrente.

Era su tan amado novio con un ramo de gigantesco de cerezos, junto con una cámara fotográfica de muy buena calidad. La sonrisa que este tenía era tierna, sus mejillas se abultaron y se tornaron de un color rosado claro.

A Hyunjin el corazón se le aceleró, los ojos se le aguaron, sus pupilas brillaron más de lo que alguna estrella alguna vez lo haría, la mano izquierda le tembló y algo le revolvió el estómago, a la mejor fue el jocho que se tragó a media clase o los nervios de ver al pelinegro tan arregladito y haciendo acto de presencia luego de su rara desaparición.

Changbin dejó los obsequios en el piso y abrió en grande sus brazos sacando su pecho, el castaño aventó su mochila y se lanzó ante el mayor llorando.

— Binnie — dijo entre sus sollozos llenos de dolor, los espasmos fueron a por él y apenas podía hablar y respirar correctamente — ¿Dónde estabas? ¿Por qué-

— Tranquilo mi corazón — le acarició sus trenzas, sonriendo por verlas de nuevo — Ya estoy aquí, contigo, estoy bien y feliz de lograr estar contigo en tú día.

El Luchador (ChangJin - Skz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora