7. Campeonato de entre sangre.

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El auto recorría una velocidad estimada de 120 kilómetros por hora, estaba lloviendo, había neblina y ya era de noche; el clima y condiciones perfectas para su primer torneo.

Traía consigo una mochila donde  se hallaba su traje junto con una carta que él no tenía idea de que Hyunjin se la había metido cuando empacó sus cosas antes de irse al centro, donde una de las arenas de lucha libre más icónicas e importantes tomaba lugar.

— Gracias por ofrecerse a traerme Minho — comentó el menor desde los asientos traseros con una sonrisa que fue captada por el mencionado a través del espejo retrovisor.

— Nada que agradecer; lo haría por mi futura super estrella y socio — curveó sus labios para tomar una apariencia inocente, si Changbin le agarraraba confianza, lo demás estaría dado por sentado, solo era la última cosa que hacer antes de que conociera la verdadera persona detrás de esa piel de cordero con la que se hacia pasar con su familia y conocidos que no fueran de su trabajo — Acelera — le ordenó con una voz grave al chofer, quien sin pensarlo dos veces piso el pedal, rompiendo el límite de velocidad pero ¿Qué importaba si Lee tenía comprada a la policia municipal?

Eso mismo, nada.

Se detuvieron en la parte trasera del lugar, el pelinegro abrió un paraguas, se bajó del coche y se despidió de los dos hombres al interior de este; caminó unos cuantos pasos hasta frenar con unos sujetos que parecían trabajar ahí, estos le pidieron su comprobante de que participaría; lo mostró y le permitieron el paso a los vestidores.

Bastante nervioso, se introdujo a estos intentando no fisgonear a los demás luchadores que se  duchaban. Como le comentó su amigazo el narco mafioso que no sabía que era narco mafioso: nadie debe saber sus preferencias o rápidamente, se lo comerían vivo los medios, le cerrarían las puertas en ese deporte a cualquier liga relevante y ni hablar del acoso que atravesaría, además de que le harían la vida imposible a Hyunjin, un aspirante a ser pintor y no de brocha gorda, si no a un artista especializado en el arte del muralismo que aún buscaba alguna manera de destacar.

Aunque eso sí, en el table dance ya iba subiendo si nivel de fama por cada espectáculo que daba, donde los jóvenes le pedían que se fuera encuerando más y más, sin embargo, por la virgencita que no haría eso o su jefe, el señor Yang, lo decapitaría.

Ah, el señor Yang, un coreano que por una misteriosa razón huyó de su país de origen junto con su carnalito, el don Lee -y no Bruce Lee- Lee Minho. Y ambos ahora aparentan ser weyes comunes y corrientes que en realidad, juntos forman una alianza de los grupos criminales más peligrosos del Puerto de Acapulco.

No eran el tipo de gente con el que te gustaría tener problemas, Changbin no lo sabía y se dejó llevar por alguien que aparentaba querer ayudarlo sin nada a cambio. Al parecer nunca le dijeron la frase de "nada es gratis en esta vida"

Se dió un baño y posterior a eso, abrió su mochila para colocarse su vestuario y sacar a escondidas un poco de maquillaje negro el cual se pondría al rededor de su cuenca ocular para dar un toque especial.

— Se te cayó — indicó un hombre más alto y musculoso que él señalando una hoja de papel que reposaba en el suelo.

— Ah, gracia' — contestó apenado tomando el objeto y sentándose en una banquita para ponerse sus botines.

Debía de admitir que el lugar era muy bonito y con más clase del lugar donde se llevaban a cabo sus torneos más amistosos que serios, donde solo había un cuarto para cambiarse y el premio solían ser cupones o algo así, la verdad es que ese tipo de luchas, no se las tomaban muy a pecho el público, pues era de su conocimiento que los peleadores del ring no eran sujetos profesionales, asi que la gente se compraba chelas y charlaba con sus cuates con el combate de fondo.

El Luchador (ChangJin - Skz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora