6. La Quebrada

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Los del microbus los veían con sorpresa, es decir cualquiera lo haría, pues Hyunjin parecía que llevaba secuestrado a su novio porque de nuevo traía un paliacate cubriéndole los ojos. Irónico, porque es lo que Changbin comenzaría a ejercer dentro de unos días.

— ¿A onde vamos? — cuestionó el mayor cruzado de brazos.

— Es una sorpresa

— Vete a la chingada con tus sorpresas — dijo educadamente el otro.

— Yo también te amo mi amor — le apretó los músculos del brazo para sentir estos mismos — Te estás poniendo más mamado.

— Obvio — contestó removiéndole las trenzas y besando su choya.

El chofer iba rápido y el camino estaba lleno de baches, lo único bueno es que si ponía buena música y se pudo subir un vendedor de dulces que le mataba el hambre a los demás pasajeros; el microbús 'taba bastante lleno, apenas y tenías chance de moverte en tu propio asiento.

Olía machín a sudor y a otros fluidos, y con un calor de 37 grados, aquello era un horno que ni con las ventanas abiertas se bajaba la temperatura.

Al final, el castaño le tuvo que quitar la tela de los ojos debido a que le cederían el asiento a una doña embarazada y tenían que irse colgados como changuitos en las puertas del bus. Fue la culpa del viento que llegaran desgreñados a su lugar de destino.

Changbin cumplía una función similar a la de una puerta, pues con las dos manos estaba agarrado de los tubos de los lados, de esa forma, cubriendo el hueco para que nadie se juera a salir cuando pasaran por una curva y de paso para entrenar brazo. Y su novio para molestarlo, viendo que no había forma en la que se defendiera o se caería, le daba golpecitos en el abdomen o se ponía a contar los peores chistes que el ser humano puede escuchar con vida.

— ¿Quieres oír el de el marranito? — preguntó el castaño mordiéndose la lengua para aguantarse la risa.

— No ya no por favor, juro que te dejo molestarme de otra forma pero el del marranito no — rogó mientras fingía que chillaba.

— Un marranito ll-

— ¡¡¡La del sapito!!! — su pendejada fue interrupida por el grito de varias personas al percibir que la canción mencionada empezaba a sonar en la bocina — ¡¡Es la del sapito!!

🥊

El pesero se detuvo unos metros antes del destino sorpresa para el mayor; se bajaron y Hyunjun le colocó el paliacate nuevamente, puesto que si veía el paisaje, se cagaría de miedo y se iría corriendo a su casa para no enfrentarse a uno de sus mayores temores de toda la vida, esa pesadilla de la cual despertaba cubierto de sudor y casi meado, peor que la leyenda del Coco o el Chupacabras: aventarse de La Quebrada.

Changbin era valiente en muchos aspectos, decir que era un cobarde era estar mintiendo, porque al enfrentarse a contrincantes más altos que él, no se dejaba intimidar y usaba su agilidad para despistar a los gorilotas de 1,80. De no tan ruco, se peleaba a gritos con su papá si algo no le parecía, no es que no lo respetara, al contrario, sin embargo él no se iba a quedar callado y eso era parte de su coraje para enfrentarse a las adversidades que la vida le ponía enfrente.

Entraron a unos sanitarios públicos de ahí que olían a cola pero bolas, no se les ocurrió cambiarse antes de salirse de sus barrios y ahora tenían que fijarse en que cubículo estaba menos del nabo, el primero estaba tapado, al segundo no se le cerraba la puerta, el tercero no se podía abrir y el cuarto era de los más decentes, por lo que ambos se metieron en un mismo cubículo y se cambiaron a gran velocidad para evitar que alguien los viera y sospechara cosas que si podían pasar ahí adentro.

El Luchador (ChangJin - Skz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora