8. Flecha al corazón

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Logró escabullirse y distraer a los guardias gracias a todas las aglomeración de personas que rodeaban a los luchadores en busca de llamar su atención o tener una conversación con los que consideraban sus ídolos. Hyunjin había visto que su novio entró a los vestidores y realmente quería darle un abrazo y un beso que los conllevara a alguna otra acción de la cual estaba necesitado para celebrar su victoria.

— ¿Seguro que deberíamos de entrar aquí? — inquirió dudoso el güero siguiéndole los pasos al más alto.

— Si, solo buscamos a Binnie y nos regresamos para que puedas irte a descansar — aseguró asomando la cabeza en cada puerta de aquel pasillo.

— Quizás ya se fue.

— ¿Crees que sería capaz de largarse sin que nos encontráramos? — cuestionó rodando los ojos, él sabía lo importante que era para el pelinegro.

— Wey pero estamos en los vestidores, no quiero verlo desnudo, se que tú si pero yo no y no mames traigo a mi hija — se quejó abrazando fuerte a la menor para que no observara cosas que no debería — Yo me voy, ahí me buscas afuera — dió la media vuelta dejando al mayor buscando como niño perdido en el supermercado.

Continuó entrando a todos los cuartos hasta que se rindió y salió por la puerta trasera en espera de verlo afuera, aunque sería extraño teniendo en cuenta que llovía y hacía frío.

— El diablo, Changbin ¿Dónde estás? — murmuró bajando la cabeza y pateando una lata de verduras que yacía en el suelo.

Ni modo, a irse de teibolero para juntar dinero para ingresar a una buena universidad de arte, puesto que tuvo que suspender sus estudios al no tener la economía suficiente para pagar la matrícula de su escuela.

Ya tenía otro trabajo en las tardes, era empleado de Felix en su puesto de lanchas, compartiendo un poco de tiempo en la playa con Changbin, que ejercía lo mismo en un tiempo más disminuido para que le diera tiempo de entrenar.

Dejar la escuela casi lo mató y estuvo deprimido durante mucho tiempo, soñó y anheló entrar desde que era un escuincle de 9 años, inspirado por los grafittis y murales de al rededor de su barrio, hizo su primer "mural" en una de las paredes de su casa, usando sus crayones, que consistía en retrato de su perro Kkomi -de raza Xoloitzcuintle- con muchos corazones.

Su madre le pegó de chanclazos por eso y como castigo, le dejó repintar no solo su cuarto, si no absolutamente toda la casa y sin querer queriendo, ella alimentó la habilidad de aprender a pintar con brocha gorda que le serviría más tarde para la técnica de "fresco".

El varo no alcanzó y ahora debía de casi encuerarse frente a señores que ya deberían de tener disfunción eréctil aunque se les para con tan solo verlo.

🥊

Detuvieron el coche afuera de una mansión magnífica, gigantesca, de concreto blanco, con techo de losa, grandes vidrios, balcones, una piscina incluida, un pasto muy bien cuidado; la construcción parecía estar divida en 3: la estructura principal en el centro donde se hallaban la mayoría de los cuartos, un mini bar al aire libre con una zona de hacer ejercicio y un garage.

Changbin miraba boquiabierto la vivienda, lucía bastante costosa y tendría sentido que perteneciera al mayor, quien bajó de la camioneta y lo invitó a pasar, rodeando la alberca y adentrándose a la sala, la cual el menor no pudo ver puesto que Minho lo jalaba para llegar rápidamente al salón de juntas.

El cuarto estaba hecho de madera de pino, con columnas del mismo material con un tallado de ángeles y con el mismísimo cupido incrustado junto con una flecha y un arco. La mesa que reposaba en el centro era muy alargada, había muchas estanterías con libros que iban desde fantasía y ciencia ficción hasta la historia de la Antigua Roma y Grecia.

El Luchador (ChangJin - Skz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora