Capitulo Veintinueve.

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Paseandose frente a los altos y ornamentados portones que protegían una bonita casa justo en el centro de un lujoso barrio privado, Blue se preguntó nuevamente si su orgullo sería realmente capaz de soportar la conversación que iba a tener que mantener en breve. Tanto trabajo para hacerse independiente, y ahora estaba obligado a volver con la cola entre las patas.

Se detuvo, miró al cielo y le gritó a cualquier dios que estuviese escuchandolo. No era justo. Él no estaba quejandose, había llegado a un acuerdo en cuanto a aceptar sus errores, había trabajado más y estudiado más duro para hacerse una vida para si mismo y su bebé, y aun así no había sido suficiente. Por supuesto, sabía que en algunos años, cuando tuviese su titulo en la mano, podría hacerlo. Pero ahora, ahora su hijo necesitaba estabilidad y era egoísta de su parte no darsela cuando en realidad, si tenía esa posibilidad.

Era toda la cosa de apartar su orgullo y tragarse sus propias palabras lo que le molestaba.

—Podemos hacer esto, Shiloh —murmuró. Acercandose para tocar el timbre, se detuvo a medio movimiento y volvió a pasearse. Luego de unos minutos, paró y se inclinó, poniendo sus manos en sus rodillas e intentando llevar aire a sus pulmones—. Piensa en positivo, piensa en positivo. Puedes respirar, solo lleva oxigeno a tus pulmones. No estas en crisis. No estas en crisis.

Le costó un par de intentos reunir su desastroza mente y sentirse mejor. Irguiendose, tomó varias respiraciones profundas, lanzó una mirada hacia el camino de entrada al otro lado de las rejas del portón y volvió a pasearse de un lado a otro. Obviamente, aun no estaba listo mentalmente para eso, necesitaba un poco más de tiempo para encontrar su valentía perdida y patear a su orgullo al rincón.

Un suave sonido de interferencia llegó a sus oídos desde el intercomunicador, ubicado en la columna a su izquierda, seguido de la voz de su abuela—. Cariño, ya llevas media hora dando vueltas. Si te vas a seguir paseando, al menos cambia el sentido, vas a terminar haciendo un pozo —dijo—. O también puedes venir aquí y tomar el té con tu querida abuela, acabo de sacar una enorme tanda de tus galletitas preferidas del horno.

Eso lo tuvo lamiendo sus labios inconscientemente, no había algo mejor que las galletas caseras de su abuela. Como él, ella no era muy buena con todo lo referente a la cocina, solo había una receta que siempre le salía y esa era la de galletitas de limón glaseadas. Blue las había adorado desde que era un niño y ella sabía bien que eran su punto débil.

Su determinación se fue al diablo y su estomago fue el que tomó el control cuando se acercó al intercomunicador y presionó el botón, pidiendo que le abriesen para poder ir por algunas galletas. La casa en sí quedaba algo alejada de la entrada por la simple necesidad de privacidad, pero no tardó más de diez minutos en llegar a los escalones principales.

Levantando la mirada, recorrió con la vista el familiar edificio frente a él. Una alta puerta de madera oscura se ajustaba a la perfección con las piedras que decoraban las paredes de la fachada. Las terminaciones de las ventanas eran oscuras, combinando con algunos pequeños detalles aquí y allá que completaban la sensación de modernismo que se mezclaba con toques antiguos y hogareños. Contaba con tres pisos, una terraza que ocupaba gran parte del tercero, piscina en el jardín trasero y un pequeño cine privado. Era increible pensar que él había pasado una buena porción de su infancia entre esas paredes, parecía algo tan lejano ahora.

Con un suspiro, subió los cinco escalones hasta la puerta y tocó el timbre. Obviamente, estaban esperando por él, porque no fueron ni treinta segundos antes de que un familiar y feliz rostro le diese la bienvenida. Lilian había sido el ama de llaves de sus abuelos desde que Blue tenía memoria, ella era como esa tía agradable que siempre pellizcaba sus mejillas y le pasaba dulces a escondidas. No había cambiado mucho en todos esos años, su cabello castaño ahora tenía algunas zonas blancas, y sus chispeantes ojos oscuros llevaban líneas de la edad rodeandolos, pero su sonrisa de bienvenida seguía siendo la misma.

Una parte de mi |Blue/Damon|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora