Capitulo Treinta.

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Unas semanas después...

De pie en el centro de la habitación, Blue giró sobre si mismo, observando la forma en que los colores que había elegido daban vida a cada rincón y como las tres grandes ventanas a un lado dejaban que la luz del sol se filtrara y volcara calidez dentro del espacio. Era hermosa y cálida, con pisos de madera y espaciosa. Por supuesto que estaba vacía en ese instante, pero no sería por mucho tiempo, los muebles ya habían sido comprados, solo estaban esperando que los entregaran.

—Esta será tu habitación, Shiloh —murmuró, con una mano sobre su barriga, sintiendo a su bebé moverse en su interior—. Escogimos la más linda y luminosa para ti, estoy seguro de que va a encantarte. Papá Damon y tus tíos pintaron las paredes, pero fue mi buen gusto el que ganó, ¿puedes creer que ellos querían pintar todo de azul? Ese color pasó de moda hace siglos, me lo agradecerás cuando entiendas de lo que hablo.

Había tenido una pequeña discusión entre manos cuando hubo que decidir el color de las paredes. Los hermanos Baker habían armado un complot para convencerlo de que pintara todo de azul, Blue había protestado, diciendo que su bebé no era un maldito pitufo y que no había manera de que permitiera que los tontos convirtieran su habitación en un maldito desastre.

Lamentablemente, al igual que él, esos tres eran malditamente tercos, así que habían tenido que terminar en un acuerdo: las paredes se pintaban de un suave tono crema como Blue quería, y él permitiría que las cortinas y algunas decoraciones fuesen celestes. No estaba muy contento con eso, pero era lo mejor que había obtenido.

Al final, habían elegido la casa que más cerca estaba de Nick y Wolf, porque aunque Blue no quisiese admitirlo, la experiencia del embarazo compartida con su primo, estaba haciendo todo mucho más fácil para él. Claro, la mitad del tiempo, el moreno era la versión humana y potenciada de Pinky Pie, pero de alguna manera estaba creando una especie de resistencia a darle un golpe. Era un avance.

La casa era linda, más pequeña que la de sus abuelos y con mucha menos privacidad, dado que estaba en un barrio menos lujoso. De dos pisos y de estilo minimalista, la casa contaba con; cinco habitaciones con baños privados, una cocina profesional de concepto abierto que conectaba con un hermoso comedor, sala de estar con chimenea y un bonito sotano que Damon ya había declarado, se convertiría en un gimnasio. Lo que no terminaba de convencerlo era la piscina en el jardín trasero, iba a tener que ser malditamente cuidadoso con las puertas cuando Shiloh comenzara a caminar, pero la bonita y espaciosa terraza cerrada lo fascinaba.

Le gustaba, en realidad, le encantaba el lugar, podía verse convirtiendolo en un hogar. Lo que no le gustaba era haberle mentido a Damon, sabía que no debería haberle dicho que las casas que habían visto eran propiedad de su abuela y que ella le había ofrecido una para que vivieran. Era una mentira tonta, pero él aun no lograba enroscar su mente en el hecho de que ahora tenía dinero. Era extraño, por lo general tenía que estar pidiendole prestamos a sus primos para llegar a fin de mes, ahora él tenía suficiente para llegar al final de su vida. Y si, se había fijado cuanto dinero exactamente su abuela había puesto en esa cuenta y, personalmente, pensaba que era demasiado.

¿Que pensaría Damon cuando le dijese que él no era solo un simple universitario, sino que era el heredero de una maldita fortuna? Tenía la sensación de que ya sospechaba algo, él no era tan tonto como quería que el mundo pensara. Tenía que hablar con él, solo debía esperar el momento perfecto.

—¿Gatito?

Girando, Blue sonrió al encontrar a Damon de pie en la puerta, con ese brillo en los ojos que siempre tenía al verlo—. Hey —saludó, caminando hacia él—. Shiloh y yo estabamos hablando de mi buen gusto en colores.

Una parte de mi |Blue/Damon|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora