Capitulo Tres.

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 —Perdón, debí haberte escuchado mal. ¿Puedes repetir eso para mi?

Mordisqueando su quinta tostada con mermelada, Dylan observó a su padre empujar el vaso de jugo de naranja nuevamente hacia su hermana, la cual no tardó en demostrar su desacuerdo devolviendole la bebida a Luke. Ashley tenía seis años y el temperamento de un dulce conejito, completamente lo contrario a lo que Dylan había sido a su edad. Aunque, para su orgullo, estaba comenzando a mostrar que tenía un poco, aunque minimo, temperamento.

Volviendo a mirar a su padre, Dylan repitió—. Conseguí un trabajo, empiezo al lunes.

—Bebete el jugo, Ashley —devolvió el vaso a la niña y giró a mirar a su hijo—. Dylan, cariño, tu no puedes siquiera encender la lavadora, ¿quién diablos te contrataria?

—Gracias, papá, tu siempre dices las mejores cosas sobre mi. —arrastró las palabras—. Por suerte quién me contrata no esta pidiendo tu recomendación.

—Lo siento, no estoy intentando ser malo contigo, es solo que me cuesta creer que alguien esta dispuesto a pagarte porque hagas cualquier cosa. —entonces se detuvo de pinchar el waffle en su plato para mirar fijamente a Dylan—. ¿Tu no estarás...?

—¿Estaré qué?

Cubrió los oídos de Ashley y bajó la voz—. Practicando s-e-x-o por dinero.

La boca de Dylan cayó abierta, su tostada a medio camino mientras miraba a su padre con asombro—. ¿Estas de broma? —chilló—. ¡Papá! ¿Como siquiera crees que haría algo como eso?

—Bueno, es una posibilidad —soltó a la pequeña cuando esta se revolvió—. Contigo nunca se sabe.

—No estoy seguro de que tan sano sea que tu primer pensamiento cuando te digo que encontre trabajo, sea que estoy p-r-o-s-t-i- ¿o? Agh, lo que sea, tu me entendiste.

Luke negó suavemente—. Realmente debí haber estado más pendiente de tus estudios, mi negligencia en tu educación comienza a reflejarse en tu escaso léxico.

—Llegué a la universidad y estoy aprendiendo una profesión.

—Si —asintió—. Y aun así, estas v-e-n-d-i-e-n-d-o tu c-u-e-r-p-o para tener dinero.

—¿Eh? —tanto Dylan como Ashley lo miraron confundido.

El mayor sacudió la cabeza—. Ahora estoy preocupado por cuanto vas a cobrar tus servicios, seguramente terminen estafandote y tu ni cuenta te darás.

—Oh, por el amor de... ¡no estoy en ese negocio, papá! —gruñó—. Me contrató un boxeador para que sea su terapeuta lo dure el próximo torneo.

—Ah —asintió—. Pero tu todavía no tienes tu diploma.

—Lo sé, pero él estaba más interesado en otros aspectos de mi... centellante personalidad —sonrió, intentando no mostrar en su rostro la verdad de porque el idiota de Damon lo había contratado. Estaba seguro de que su padre enloquecería y encontraría la manera de volver su nuevo trabajo en una clase de prostitución.

—Tu centellante personalidad, ¿eh? —Luke no se veía para nada como si le creyera. Arqueó una ceja y lo observó de esa manera que le decía a Dylan que sabía perfectamente que solo estaba soltando mentiras—. Ahora intenta con la verdad esta vez. ¿Por qué te contrataron cuando ni siquiera tienes un diploma respaldando que puedes hacer un trabajo como ese?

Por supuesto que no le creía. Luke jamás había tragado sus mentiras, el muy maldito. Desde que era un niño, su padre había podido ver a través de sus palabras y saber el momento exacto en que comenzaba a tergiversar todos los hechos para hacer ver que era un niño bueno. Como esa vez que dibujo en todas las paredes de la sala y cuando Luke lo descubrió, le juró que él no había sido. "Por favor, Dylan, puedo ver los crayones sobresaliendo del bolsillo trasero de tus pantalones". Tenía seis años en ese entonces y se ganó un tiempo fuera en el rincón y una semana entera sin televisión.

Una parte de mi |Blue/Damon|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora