Con el celular pegado a su oreja, Blue volvió a escuchar el sonido del correo de voz de Damon antes de soltar un pequeño gruñido y cortar la llamada. Entrando a la habitación que compartían, arrojó el aparato sobre la cama y se sentó en el borde de la misma, mirando distraídamente alrededor con su mente a kilometros de distancia.
Estaba a punto de perder la maldita cordura.
Ni siquiera se dio cuenta de cuanto tiempo estuvo sentado allí, intentando poner sus pensamientos en orden, pero cuando miró la hora, ya había pasado del mediodía. Damon no había regresado aun del gimnasio y él se había salteado el desayuno y el almuerzo, y no tenía ningún deseo de siquiera levantar el teléfono y pedir algo a domicilio. No tenía hambre, y eso era realmente raro, porque desde que había quedado embarazado, él siempre tenía hambre.
—No podemos seguir así, Shiloh —murmuró, sintiendose mucho más triste de lo que recordaba haber estado, al percatarse de que la idea que había estado tomando forma en su mente últimamente, podía ser su única opción—. Han pasado cuatro días, esto no es bueno para mi, ni para ti. Es hora de que haga algo, aunque ese algo nos duela.
Dudó, dudó por un largo momento, porque no había siquiera una parte de él que estuviese deseosa de hacer aquello. Y aun así, se puso de pie y caminó hacia su closet, recuperando su amada mochila negra. Abriendo la cremallera, comenzó a tomar prendas de los estantes y empujarlas dentro, solo lo necesario para unos días, si esto se extendía más allá de eso, ya vería la forma de solucionarlo. Tenía dinero ahora, así que supuso que podía comprar lo que necesitara.
—¿Que estas haciendo?
La voz de Damon lo sorprendió, logrando detenerlo por un momento, pero rápidamente volvió a moverse. Empujó algunas prendas más antes de girarse para ver al mayor de pie en la puerta, llevaba su usual ropa de deportes, pero su cabello estaba húmedo, lo que le decía que había tomado una ducha antes de regresar a la casa. El bolso de deportes resbaló por su brazo y golpeó el suelo, sus ojos saltando de la mochila en manos de Blue a su rostro.
—¿Ahora sí vas a hablar conmigo? —elevó una ceja—. Pensé que había dejado de existir en tu mundo.
—Blue...
Sacudió la cabeza cuando fue obvio que Damon no sabía que decir en su defensa, tomando su chaqueta del closet y metiendose en ella antes de arrojar la mochila sobre su hombro—. Si tu solución para arreglar este desacuerdo es ignorarme, entonces voy a hacerte más fácil el hacerlo.
Tomando su telefono de la cama, esquivó a Damon y salió de la habitación dirigiendose a las escaleras. Las lágrimas ardían en sus ojos, se sentía tan malditamente mal al hacer esto, pero no se estaba deteniendo y no iba a llorar frente al idiota que las provocó, eso podía jurarlo. Si le quedaba algo, era orgullo y no había manera de que lo perdiera llorando frente a Damon.
—¡Blue! ¡Gatito! —Damon se apresuró detrás de él, atrapando su brazo y deteniendolo antes de que pudiese llegar a la puerta—. Gatito, espera, no te vayas.
Se giró a mirarlo, sacudiendose del agarre—. ¿Y para qué quieres que me quede, Damon? ¿Para que puedas seguir aplicandome la ley del hielo? —le gruñó, aferrandose al enojo, porque sabía que una vez que este desapareciera, todo lo que quedaría serían lágrimas—. Si quieres joder psicologicamente a alguien, buscate a otro, porque yo no voy a quedarme aquí y soportar tus estupidos jueguitos de poder.
—Blue-
—No quiero que mi bebé pase por lo mismo que yo, no quiero que él sufra lo que es la falta de un padre —dijo—. Prefiero que no te conozca, a que tenga que perderte cuando nos percatemos de que no funcionamos. Y si las cosas van a ser como estos ultimos días, entonces no funcionamos, Damon.
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Una parte de mi |Blue/Damon|
FanficLibro #4 de la saga "Tu mirada". Pareja: Dylan Hemmings/Damon Baker.