18. 𝘌𝘴𝘵𝘰 𝘦𝘴 𝘱𝘰𝘳 𝘵𝘶 𝘤𝘶𝘭𝘱𝘢.

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Mis padres me echan una bronca enorme. Dicen que soy un irresponsable, que parece mentira que tenga veinte años y bla bla bla. Tenía la esperanza de salir ileso, pero volver a casa es un asco. La culpa es mía por ponerme de alcohol hasta el culo. «Última vez que bebo», pienso en mis adentros (aunque sé que es mentira).
Mi hermana, que ha disfrutado del
espectáculo con una sonrisa que a mí me pone enfermo, me da una palmada en la espalda y regresa a su habitación. Me quedo yo solito con mis padres, los dos aún de brazos cruzados.
«Prométeme que no se volverá a repetir.»
-Sí, mamá. -Después tira de mi muñeca y me lleva hasta el salón para
enseñarme su trabajo, y mi padre vuelve a la cocina y enciende la tele.
Mi madre se las ha apañado para colocar tres cuadros encima del sofá sin que se caigan. Los rayos de sol inciden sobre el óleo y empiezan a secar la pintura. El olor a aguarrás es casi insoportable y al principio tengo que taparme la nariz.
—Sí, lo sé, lo tengo todo patas arriba. A tu padre casi le da algo cuando
ha entrado, se lo he visto en la cara. —Mira hacia la puerta para comprobar
que no sigue ahí—. Aunque no me ha dicho nada, claro. Cuando termine
tendré que ver cómo hago para sacar las manchas del sofá. Pero esa es otra
historia.
—Por lo demás, ¿cómo vas con lo de la exposición? ¿Más tranquila?
—¿Tranquila? ¡Van a volverme loca! No dejan de cambiarme de fecha.
Primero me dicen que igual es el lunes, ahora que igual se pasa al viernes —dice señalándome con el pincel para luego acompañarlo en los movimientos de su brazo—. Y luego está el tema de que quieran tantos
cuadros. Si termino hoy este, tendré hecha la mitad. Pero, claro, es solo la
mitad.
—Espera, espera. ¿Me estás diciendo que va a ser la semana que viene?
¿Y te va a dar tiempo?
—No lo sé, Win, no lo sé. Lo mismo puede ser más tarde. —Se acerca al
caballete y coge la paleta de pinturas. Limpia el pincel haciendo varios
giros en el bote de cerámica y después coge una masilla de óleo para aplicarlo sobre el lienzo—. Ven y dime qué te parece. Necesito una segunda
opinión. Y tú siempre eres muy sincero.
Menos en lo de maricón.
El cuadro en sí no me dice nada. Es un dibujo abstracto en el que intuyo
una especie de habitación o la escena de un crimen, porque todo está hecho
con pintura roja.
—Ah, eh, sí. Me gusta. Está bien.
—Un «está bien» no es suficiente. Necesito provocar sensaciones,
pasión, deseo, desamor, dolor, frustración, alegría, ira. No sé, algo mucho más ambicioso que un «está bien».
—Está genial.
—Tampoco me vale. Sigue sin funcionar, ¿no? Le daré otra vuelta. —Y empieza a morderse las uñas. Al final se va a pintar la boca de colores como no tenga cuidado—. Vale, déjame sola. Necesito concentración.
Hablo por WhatsApp con mis amigos. Ninguno de ellos sabe que en
realidad he pasado la noche con Bright y prefiero que siga siendo así hasta que vea adónde me lleva todo esto. Primero tengo que descubrir si hubo o no hubo beso entre él y Min. Cuando hablo con ella por teléfono estoy tentado de preguntárselo directamente, pero al final me muerdo la lengua, confiando en que será cuestión de tiempo que me lo cuente. Somos mejores amigos y entre nosotros no hay secretos... o eso nos decimos el uno al otro.
Menudo bajón más tonto me ha dado.
No me apetece perder la tarde con el móvil, ni escuchar canciones
melancólicas en YouTube. Soy un poco dramático y si me doy cuerda a mí mismo en menos de un minuto me puedo ver con los auriculares puestos a todo volumen y abrazado a una tarrina de helado. Ni hablar. Me niego a caer en eso otra vez.
Busco en mi estantería algo con lo que distraerme y al final me decanto
por un libro de poesía titulado 《Lo prometido es duda.》 Estoy leyéndolo
cuando noto una vibración en el bolsillo. Ahí comienza un debate interno en el que no sé si debería quitar los datos sin leer el mensaje o me arriesgo a entrar en las notificaciones por si se trata de Bright. Llevo sin hablar con él desde que me he ido de su casa y tengo la sensación de que lo que ha ocurrido en su habitación ha sido lo más parecido a una primera cita. Quizá un tanto peculiar, pero una cita al fin y al cabo.
Y sí, es Bright. Y sí, Bright hace magia con las palabras, porque acaba de
cambiar mi pronóstico emocional de lluvia interna. Ahora no puedo dejar
de sonreír, y todo por un mensaje.

Los cuerpos de la habitacion roja. (Adap. BrightWin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora