Ha pasado una semana desde que soy consciente del secreto de mi madre y todo parece volver a la normalidad. Bueno, siguen hablando de mí, Min, Bright y el famoso reto, pero estoy acostumbrado, y cada vez son menos a los que oigo cuchichear a mis espaldas. Ahora mismo acabamos de salir de la primera clase y, tras un debate entre lo que nos apetece hacer y lo que deberíamos, ha ganado saltarse la última hora por mayoría absoluta.
Lo malo es que acabamos de pasar por la churrería en la que coincidí con Nani, y Min ha pensado que sería gracioso contar la anécdota. Algo que para mí es incómodo, pero mil veces mejor que cualquier otro tema que ha estado rondando por mi cabeza estos últimos días.
—El chico era lindo, eh. Yo no digo que no —reconoce Min—. Pero claro, era eso: un chico. Y Win es un chico también.
—¿Y cuál es el inconveniente?-interviene JJ.
—Pues que le gustan las chicas, tonto
A partir de entonces, la conversación se centra en ellos dos.
—Nadie es cien por cien algo. Lo mismo es ochenta por ciento hetero y veinte por ciento homosexual.
—¿Y tú qué eres?
—Ah no, yo soy cien por cien hetero.
Min y JJ casi siempre discuten. Lo mejor es quedarse al margen y esperar a que se aburran. A veces verlos me recuerda a mi relación con Bright, pero nuestras reconciliaciones son algo diferentes, más pasionales.
—El caso es que nos invitó al chocolate y los churros.
Eso despierta repentinamente el interés de Film.
—¡Diablos! ¿Cuándo vamos a ese sitio? Yo también quiero comer gratis.
—No vamos a volver a ir —digo tajantemente.
—Anda, no seas así —protesta Min—. Si voy yo con Film no nos va a hacer ni caso. Se nota de lejos que le resultaste atractivo. Apuesto lo que quieras a que se imaginó untándote en chocolate...
JJ hace como que tose y no llego a comprender por qué. Después, la conversación toma un giro inesperado cuando Min cambia el chocolate para empezar a hablar de trabajos de la universidad. Parece nerviosa y se rasca el cuello, provocándose una mancha roja. ¿Me he perdido algo?—¿Cómo te encuentras hoy? ¿Mejor? —Bright me lleva preguntando lo mismo todos los días.
Asiento con la cabeza y le señalo mis labios para que me bese.
Sonríe e inclina la cabeza para hacerlo. Eso me hace sonreír a mí
también.
—Pasa. Te aviso que hoy la casa está menos ordenada. —Se disculpa mientras cierra la puerta—. ¿Has dormido bien?
—Sin pesadillas.
—Eso es genial, bebé.
—Pero aún no he hablado con mi madre.
—No te presiones.
—Ya, bueno. Es solo que no tengo ni idea de lo que voy a hacer.
—Tienes tiempo para decidirlo.
—¿Soy egoísta si te digo que no quiero que mis padres se separen?
—Win, nadie quiere que sus padres se separen.
—Vale.
—Deja de hacer eso.
—¿Hacer el qué?
—Pensar. Deja de pensar tanto las cosas.
En ese momento me doy cuenta de que me encantaría saber qué es lo que piensa él, sobre cualquier cosa. Mataría por estar dentro de su cabeza cinco minutos.
Conocer sus miedos, inquietudes, sueños..., qué era lo que quería ser de mayor cuando era un niño, por ejemplo.
Crece en mi interior la necesidad de saber todo de él y, a la vez, la ilusión de que algún día lo comparta conmigo se ve lejana y borrosa.
Como si todavía fuese demasiado pronto.
«Tienes tiempo para decidirlo»...
¿Estará haciendo lo mismo conmigo?
—Sigues pensando demasiado.
—¿Cómo sabes que estaba...?
—Siempre lo estás haciendo.
—Pues distráeme.
—Eso está hecho. Cierra los ojos. —Ve que enarco una ceja y añade—.
Tengo algo para ti.
Mi cara se ilumina automáticamente.
—¿Una sorpresaaaa? —Aplaudo con entusiasmo.
—Oye, ¿no decías que no te gustaban las sorpresas? —Se ríe mientras desaparece unos segundos y vuelve con un paquetito pequeño y alargado
—Es una tontería. No te hagas ilusiones porque no sé si te va a gustar.
—¡Me encanta!
—Pero si todavía no lo has abierto...
—Me encanta el hecho de que hayas pensado en mí mientras lo elegías.
—Rasgo el papel de regalo y descubro que se trata de un micrófono inalámbrico de karaoke. Arrugo la frente sin entender nada
—¿Y estooo?
—Para que cantes un rato en casa antes de montarte conmigo en el coche. Así no tengo que escucharte luego. Ni poner la música tan alta.
—¡Oyeee!
Bright suelta una carcajada y yo me cruzo de brazos, aunque estoy tan contento que no puedo dejar de sonreír.
—¿Te gusta?
—¡¿Que si me gusta?! No sabes la que te espera... Prepárate porque ¡voy a hacer una performance ahora mismo!
—Ni se te ocurra.
Pulso el botón y compruebo, satisfecho, que el micrófono viene con las pilas ya incorporadas. ¡Fantástico! Elijo Corazón en la maleta de Luis Fonsi y me pongo a dar vueltas por toda la casa.
—Y yo me voy, adiós, me fui y no me importaaaaaaa.
—Para. No es necesario que cantes ahora.
—Nada me detiene aquí, la vida cortaaaaaa.
Bright me sigue por detrás intentando robarme el aparato, pero yo soy más rápido que él (ventajas de no ser tan grande). Corro hasta la habitación, me subo sobre la cama y está a punto de cogerme, pero yo salto justo a tiempo por el lado contrario y me dirijo a la cocina como una bala, cerrando todas las puertas por las que paso para obligarlo a frenar.
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Los cuerpos de la habitacion roja. (Adap. BrightWin)
FanfictionMe llamo Win y tengo tres normas: 1. Nadie puede descubrir mi secreto. 2. Solo podemos hacer el amor dentro de la habitación roja. 3. Y la más importante, no voy a enamorarme de él. ⚠️Contenido Homosexual ⚠️Contenido EXPLICITO 🔞