29. 𝘛𝘦𝘯𝘨𝘰 𝘭𝘢 𝘮𝘦𝘫𝘰𝘳 𝘱𝘢𝘳𝘦𝘫𝘢

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Estoy en la entrada de la facultad esperando a mis amigos.
Bright se encuentra relativamente cerca, formando un círculo con su grupo.
Reconozco la voz del que está hablando, Luke. Odio a ese chico. Lo odio porque es machista y homófobo, además de un completo idiota.
A veces me pregunto cómo puede ser su mejor amigo.
Finjo estar usando el móvil, aunque en realidad estoy atento a sus
conversaciones.
—¿Cómo te fue con Min? —pregunta uno de los chicos.
—¿Hubo confeti? ¿Es de las que se deja fácilmente? —añade Luke.
Me concentro en escuchar lo que va a decir, pero al final lo que llega a
mis oídos no es más que el cacareo de un grupo de chicas que salen en ese momento por la puerta.
Justo después Bright y sus amigos deciden entrar para ir subiendo a clase.
Cuando pasa por mi lado, casi roza la manga de mi camiseta. Siento un
escalofrío. Lo sigo con la mirada, esperando que se dé la vuelta para guiñarme un ojo, sacarme la lengua o simplemente mirarme. No ocurre
nada de eso.
—Tierra llamando a Win. Uno-dos, uno-dos. ¿Me recibe?
—Buenos días, JJ.
—¡Buenos días! —Parece inquieto, sobreexcitado—. ¿Ha hablado Min contigo?
—Fuimos a tomar algo por Gran Vía. Y también hablamos de noche por teléfono.
—Entonces ya lo sabes.
—¿Saber el qué?
JJ va a decir algo, pero una voz femenina se le adelanta:
—Buenos días, chicos. —Min abre el paquetito de chicles y señala su
interior—. Son de fresa.
Los dos cogemos uno y empezamos a masticarlo.
—¿Y Film? —pregunto.
—No llega. Lo ha puesto por el grupo —puntualiza—, atasco en la línea
tres.
Cuando entramos en clase, la profesora de Derecho nos pide trabajar por parejas. Min se agarra a mi hombro y le saca la lengua a JJ.
—Los que no tengan pareja que levanten la mano —comunica—. Muy
bien, Bright, Miryam, Abril. ¿Estamos hoy impares?
¿Bright? ¿Cómo es posible que no tenga pareja? Me vuelvo y veo que Luke se cruza de brazos y está poniendo la misma cara que yo. Es imposible, todo el mundo quiere estar cerca de Bright.
JJ va a levantar la mano, pero le pego un codazo y lo hago en su
lugar.
—Tienes razón —me excuso con mi amigo en voz baja—. Tú te has puesto más veces solo. Ponte con Min, no me importa.
—Gracias, Winnie.
A Min parece no gustarle mucho la idea, pero se resigna a no hacer ningún comentario al respecto.
—Está bien, ¿nadie más? —La profesora nos señala a Bright y a mí con el dedo—. Tú y tú, juntos. Y vosotras dos también. Tenéis desde este momento hora y media para entregar la práctica. No recogeré ningún trabajo que no esté sobre mi mesa a tiempo. ¡En marcha!
Bright se acerca y me indica con la cabeza que nos sentemos en la primera fila, donde tenemos una mesa entera solo para nosotros, por eso de que nadie quiere ocupar esos sitios nunca.
—Así que no tenías pareja, ¿eh?-comento de forma que solo él pueda oírme.
Me sonríe divertido.
—Tengo la mejor pareja que un chico querría tener. —Y después especifica—: Pero solo de trabajo, ¿eh? No te hagas muchas ilusiones o acabarás enamorándote de mí. Siempre que no lo estés ya, por supuesto.
—Descuida, no pensaba hacerlo.
—Algunas cosas suceden de forma inevitable. Igual que nosotros.
Trago saliva.

Tranquilo, Win. Nadie más lo ha oído.

Pero Bright está jugando con fuego. Rectifico: acaba de pasar su mano por
M debajo y la ha metido en el bolsillo de mi pantalón. Ahora sí que está jugando con fuego. ¿A qué se debe ese cambio repentino de ignorarme a tener su mano demasiado suelta?
—Bright..., aquí no.
Sus dedos serpentean por la tela hasta llegar al punto de mi deseo. Me da tanto morbo lo que está haciendo que ya la tengo como un bate de béisbol.
Ahogo un suspiro mientras los dedos de mis pies se aprietan del gusto. Él sigue moviendo su mano por debajo de la mesa, mientras finge estar haciendo el trabajo. Se le da tan bien disimular que no puedo evitar sentirme torpe. Desliza la yema de su dedo por toda la extensión de mi polla y la retira para chupársela. Vuelve a hundirla sobre mi ropa interior, mezclando su saliva con mi humedad.
Esto se está poniendo demasiado caliente. Cierro las piernas para impedir que siga.
—¿No te gusta lo que te estoy haciendo? —susurra.
—Te recuerdo que estamos en clase y tenemos a la profesora a cinco
metros de nosotros.
—Desde aquí no puede ver lo que pasa debajo de la mesa.
Y es cierto. La estructura es de una pieza entera y alargada en la que
entran diez alumnos y, al tener por detrás nuevas mesas, estas últimas hacen de muralla. Vamos, para poder descubrirnos alguien debería de estar ocupando la misma fila o agacharse desde un lateral. Pero me preocupa más otra cosa:
—A mí se me nota todo en la cara.
—Pues contrólate —sugiere con un tono provocador.
—Controla tú esa mano.
Bright parece encantado de llevarme la contraria, porque ahora encima está intentando separar mis piernas. Las cruzo atrapando su mano. No puede ni sacarla ni hundirla más.
—Cabrón... —Ríe divertido.
—¿Necesitan ayuda? —pregunta la profesora. Nos está mirando solo a nosotros.
—No, gracias.
Ha estado a punto de pillarnos.
Lo fulmino con la mirada y él me guiña un ojo, mientras la profesora vuelve a sumergirse en la revista del corazón que está leyendo.
Sinceramente, no debería sorprenderme tanto esta actitud de Bright. Sus antecedentes conmigo me recuerdan que ha sido incluso menos cuidadoso en los baños de la facultad, donde cualquier alumno o profesor podría habernos pillado mucho más fácilmente. Está claro que a este chico le pone a cien el riesgo.
Aflojo un poco las piernas y Bright retira la mano arañando mi pantalón. Antes de sacarla de su escondite me pellizca también el muslo, como forma carnal de firmar la paz.
—Vale, primero analizaremos el caso práctico y después repasaremos las leyes para buscar posibles argumentos que coincidan con la reclamación. — Intento concentrarme, pero si me sigue mirando de esa forma va a ser imposible—. Si no colaboras no nos va a dar tiempo de hacer el trabajo.

—Yo tengo un trabajo para esa boquita. Te va a gustar.

—Bright...

—Está bien, mejor luego.

Los cuerpos de la habitacion roja. (Adap. BrightWin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora