2.27. 𝙰𝙳𝙽

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Jueves. 16.00 h.

Releo el titular de la página de internet antes de bajar la pantalla del portátil. «Test de Hermandad por ADN.»
«No voy a darle más vueltas», me digo, aunque sé que no es verdad.
Arrastro los pies hasta llegar al salón. Huele a pintura acrílica, aguarrás y óleo. Mi madre ha dejado tres lienzos sin estrenar apoyados sobre la pared.
También ha cubierto una zona del suelo con periódicos para protegerlo de los botes de pintura.
La relación con mi madre sigue mejorando progresivamente. Desde que mi padre montó en cólera y contó mi secreto, mi madre está más atenta a cómo estoy y me repite una y otra vez que él terminará aceptándolo y que todo volverá a la normalidad. Sé que cada vez que lo dice también nos incluye a ella y a mí, porque ambos somos conscientes de que, poco a poco, el rencor que le guardaba por la carta va perdiendo fuerza.
Echo un vistazo al sofá. Aún hay pequeñas manchas de colores que se resisten a salir de la tela aterciopelada y que lo hacen parecer viejo y sucio.
Me tumbo sobre él y enciendo la tele buscando algo que me distraiga, pero lo único que hago es pensar en toda la información que recopilé ayer con Bright sobre las pruebas de hermandad. Hay varias clínicas de Bangkok en las que se puede realizar el proceso de una forma segura, confidencial y aparentemente sencilla.
Bright se comprometió a llamar esta mañana para hacer alguna que otra pregunta. Hasta ahí todo bien. Lo que no esperaba era que fuesen a enviarle a casa el maldito kit de toma de muestras esta misma tarde.
—Necesito pedirte consejo.
Tu entra como un cohete y me da varios golpecitos en las piernas para que le deje sitio.
Resoplo y me enderezo perezosamente.
—Quiero quedar con Dew para hablar.
Lo dice demasiado rápido. La miro con desconfianza.
—Define «hablar».
—Volver con él.
Pongo los ojos en blanco.
—Tu...
—¡Lo echo mucho de menos! Win, te lo juro, ¡no dejo de pensar en él! Con Dew podía hablar sobre cualquier cosa y me sentía súper cómoda —lo dice como si necesitara desesperadamente convencerme de lo especial que era su relación—. ¿Qué significa eso? ¿Crees que le quiero y no me había dado cuenta hasta ahora?
Sus ojos me observan expectantes.
—Significa que Dew era un gran apoyo para ti.
Aparta la mirada. No era la respuesta que quería escuchar.
—Me pone enferma pensar que pueda estar conociendo a otras chicas —se sincera.
Trato de tener cuidado con lo siguiente que le voy a decir.
—Pero tú ya lo has hecho.
Tu vuelve a mirarme.
—Lo mío es distinto —me replica.
«Será descarada.»
—Sinceramente —dice, mientras repasa el contorno de una mancha de pintura con la yema del dedo—, me da miedo que se enamore de una tía mejor que yo y se olvide de mí.
—¿Qué quieres, volver con él?
—Sí. No. No lo sé. Creo que sí.
—¿Sí o no?
—¡No lo sé!
—Entonces sí que lo sabes: le echas de menos, pero ese chico no es para ti.
Nunca llegaste a enamorarte, y seguir más tiempo juntos no iba a cambiar lo que sentías por él.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Porque si no, no tendrías tantas dudas.
Los ojos le brillan.
—¿Y tú?
—¿Eh?
—¿Tú estás enamorado de Bright? Respiro hondo.
—No te voy a contestar a eso.
Tu sonríe con tristeza.
—Tienes suerte —dice.
—¿Suerte?
—Sí, mucha. Estás enamorado de él, y cuando uno sabe lo que quiere puede luchar por conseguirlo o dejarlo ir. Pero cuando uno tiene dudas, se queda a mitad de camino de todo. Perdido. Sin saber hacia dónde tirar. Y eso es un infierno.

Trago saliva. Ojalá fuese tan fácil.
—Prométeme que no lo dejarás escapar, Win. —Apoya su mano en mi pierna—. El beso de ayer fue lo más bonito que he visto en mi vida. Mejor que Troy Bolton besando a Gabriella Montez. Incluso mejor que Edward Cullen besando a Bella Swan.

Fuerzo una sonrisa, y aunque tenga un nudo en la garganta consigo decir:

—Te lo prometo.

—Te lo prometo

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Los cuerpos de la habitacion roja. (Adap. BrightWin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora