Nunca antes me habían expulsado. Se me hace raro no tener que ir a clase
pero seguir despertándome a la misma hora. Por eso de que mi madre no tiene ni idea, claro.
—Vas a llegar tarde.
Será al café con Min.
—Voy, mamá. No encontraba la tarjeta del metro.
—Si tuvieras el cuarto recogido...
Lo dice ella, que tiene el salón patas arriba y las paredes sudan pintura.
El otro día entré y era como si los colores que conforman la bandera del
orgullo hubiesen tenido una pelea.
Durante el resto de la semana, Min y yo quedamos a las nueve en
Moncloa y subimos hasta la Gran Vía paseando. Allí los coches se
amontonan y casi parecen de juguete. Se oyen bocinas, gritos, gente
corriendo porque llega tarde y personas trajeadas al más puro estilo Men in Black, moviendo las piernas deprisa sobre sus zapatos brillantes o tacones de aguja. Están claramente alterados porque tienen prisa. Y yo preferiría tener eso a esta silenciosa pero horrible presión en las costillas... Sucede siempre que estoy con Min. Me agobia saber que debería contarle mi secreto. La idea se me hace cuesta arriba. Supongo que es miedo a lo
desconocido. Miedo a que nuestra relación cambie. Miedo a decirle quién soy de verdad y que su respuesta no sea la que esperaba. Cada vez que lo intento, las palabras no encuentran su sonido y se quedan atrapadas en mi lengua. Así que al final no hago nada.
Las mañanas terminan siendo repetitivas: nos vamos de tiendas,
haciendo parada obligatoria cuando pasamos frente a una librería, e incluso llegamos a ir en una ocasión al cine. Pero el miércoles... el miércoles viví un momento vergonzoso.
Estábamos en ZARA y, mientras yo esperaba a que Min terminase de probarse ropa, decidí matar el tiempo fantaseando estar en un probador con el imbecil de los Ojos Gatunos. Los dos
desnudándonos a una velocidad vertiginosa, presos del morbo que nos
produciría ser pillados por hacerlo en un sitio público. Sería sexo salvaje,
saltándonos los preliminares y yendo directos al grano.
Vamos, algo rapidito.
Imaginé a Bright tapándome la boca con una mano para ahogar mis gemidos. Y yo se la mordería en un intento por retener las ganas de gritar
(oh, sí!). Pues bien, estaba recreando en mi cabeza esa caliente escena
cuando la risa de mi mejor amiga me devolvió a la realidad. Una realidad...
bastante dura, para más señas. Intenté disimular la generosa erección que se apretaba contra mi vaquero mientras el calor escalaba hasta llegar a mis mejillas. Min no dejaba de reírse y se le sumó la dependienta, contagiada por el incómodo momento. Necesité un par de horas para dejar de estar tan
rojo, el mismo tiempo que necesitó mi pene para darme una tregua.
El resto de los días no volvió a suceder nada parecido
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Los cuerpos de la habitacion roja. (Adap. BrightWin)
FanfictionMe llamo Win y tengo tres normas: 1. Nadie puede descubrir mi secreto. 2. Solo podemos hacer el amor dentro de la habitación roja. 3. Y la más importante, no voy a enamorarme de él. ⚠️Contenido Homosexual ⚠️Contenido EXPLICITO 🔞