La ley.

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Dos semanas pasaron desde el día en que Jost se había herido, y hasta ese momento, la herida sanaba muy bien, podía ya caminar por sí solo y tenderse sobre las sábanas él mismo.

Ese noche era luna llena, los gemelos estaban ya dormidos cerca de la fogata, era una noche calurosa y no durmieron dentro de la choza, sino afuera.

David estaba vigilando, esa noche justamente era cuando alguien del otro lado de la isla hacia una especie de ritual con tambores, los que resonaban por toda la isla. Desde un principio, cuando Bill había encontrado el cráneo, supo que no estaban solos. Iría por la mañana, corría el riesgo de que, si llegara a ir en medio de la noche, lo descubrieran, entonces dejaría solos a los niños o peor, de obligarlo a mostrar el camino que conducía a Tom y Bill y que acabaran con ellos también, mejor no, iría al amanecer.

...

El sol iluminó la isla y entre los helechos ya se podía ver a David en camino del lado norte de la isla, con algo de comida en sus manos. La ruta era bastante fácil de seguir, no le tomó mucho tiempo en llegar al claro dónde sucedían aquellas cosas.

Su cara se transformó de una indiferente, por una de espanto al observar el lugar, no se detuvo ahí más, dio la vuelta y salió corriendo a todo lo que su pierna herida le permitió.

Ahí, encima de un pedestal de piedra, en medio de un charco de sangre que goteaba al suelo, dónde revoloteaban muchas moscas, yacían restos de vísceras humanas, lo supo porque entre los desperdicios, también podían verse una mano y un pie intactos. La primera palabra que se le vino a la mente fue "caníbal". Tenía que hacer algo, y pronto, los gemelos no podían ni acercarse a ese lugar, jamás.

...

El día transcurrió con normalidad, Jost evitó el tema tanto como pudo, pero al fin, al caer la noche, cuando los niños jugaban a los novios (acostumbraban jugar a representar a las personas que estaban en las fotografías, Tom se cubría la cabeza con un velo blanco y Bill se colocaba un corbatín en el cuello) decidió decírselos.

– Bill, Tom, vengan aquí – dijo con tono severo – Quiero que ambos me hagan una promesa – se levantó y fue hasta ellos, ya que no paraban de reír – Quiero que me prometan que ¡jamás! Se acercarán al otro lado de la isla, nunca.

– ¿Por qué David? – preguntó Tom sin prestarle atención y riendo con su hermano.

– ¿¡Por qué!? ¡Porque yo se los digo! – adelantó unos pasos y les arrebato una de aquellas fotos de las manos, fue ahí cuando callaron con rostros confundidos – Hay cosas terribles que tienen lugar ahí – explicó moderando su tono – cosas diabólicas y siniestras.

– ¿Cómo qué? – preguntó inocente Bill.

– Bueno, para empezar ahí vive el fantasma asesino – explicó serio.

– ¿Fantasma asesino? – recalcó Tom con un tono burlón en la voz, los fantasmas no existían ¿verdad?

– No me crees ¿eh? Pues entonces ve ahí cuando quieras, pero ya debes de saber lo que él hace con gente buena como tú.

– ¿Qué es lo que hace? – preguntó Bill por su hermano, comenzaban a temerle a acercarse ahí.

– ¡Se las come! ¡De un bocado!

Los niños, con rostro de espanto se miraron por un segundo y negaron, totalmente impactados. David los observó y decidió probar otra cosa.

– ¿Saben lo que es la ley? – Los niños asintieron – Pues esa será nuestra ley, nadie debe cruzar jamás al otro lado.

– De acuerdo David.

No se dijo más, David fue a vigilar la oscuridad y los niños fueron a dormir.

La laguna azul - TWCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora