Una vida simple.

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Una semana después de su primera, Bill dormía de espaldas de Tom y este viceversa. El mayor soñaba con su primera vez, pero era algo... diferente. En su sueño, era él quien estaba entre las piernas de su hermano, y solo podía pensar en que se sentía en el cielo.

Despertó sobresaltado, sudaba. Miró su entrepierna, se había venido accidentalmente. Suspiró y miró a su gemelo ¿le dejaría ser el de arriba esta vez? Lo dudaba.

Se levantó y corrió al mar, quería lavarse, no era nada agradable tener aquello corriéndole por las piernas. Se quitó toda prenda y se adentró en el agua de un clavado. Sorpresa se llevó cuando, unos minutos después se hundió otra figura a su lado mientras nadaba. Su virilidad despertó en cuanto vio la piel desnuda de Bill, pues aún tenía el remanente de su sueño.

Bill se acercó con la intención de besarlo, pero el mayor le puso las manos en el pecho.

– Espera... quiero preguntarte algo.

– ¿Qué pasa?

– Bill... ¿qué sientes cuando me penetras?

El menor abrió mucho los ojos, realmente sorprendido.

– Es... como estar en el cielo – dijo.

– ¿No te has preguntado... qué es lo que siento yo? – Bill calló, afirmando su pregunta. – La pregunta es... ¿te gustaría sentirlo?

– Te... refieres a... ¿que yo vaya abajo?

–... Sí

El menor trago y miró al horizonte, bastante confundido.

– Pues... ¿eh? Emm... sí, claro ¿cuándo? – tal vez podría prepararse mentalmente con algunos días.

– Ahora – respondió confiadamente.

– ¿¡Eh!?

– Vamos, Bill, te he dejado que seas tú quien vaya arriba ¿¡no vas a dejarme a mí ni siquiera una vez!?

El menor quedó en silencio, reflexionando.

– Está bien.

Tom sonrió y se acercó, decidido.

– ¡Espera, espera! Primero déjame... que me prepare. Te pido, por favor, que sea rápido.

– Mientras me dejes hacerlo – se encogió de hombros.

Bill suspiró y bajo su mano para introducir un dedo en su entrada. Se quejó, aquello era incomodísimo, pero tenía que hacerlo, aquello tenía que terminar de una manera rápida. Prontamente metió otro dígito y comenzó a acariciarse. Aunque no lo quisiera eso comenzaba a sentirse bien; con la otra mano tomó su miembro y movió ligeramente su mano. Minutos después, y cuando creyó estar completamente listo, miró a su hermano, quien lo miraba con una expresión perdida. Miró hacia abajo y se sorprendió.

– Aún no hago nada y ya estás así – señaló.

– Eres tú el que quería que fuera rápido – se excusó.

– Pero tú eres un impaciente – se quejó. – Vamos, házmelo... rápido.

Ahora lo quería, realmente lo quería. El recordar los gemidos que salían de la garganta de su hermano cuando lo penetraba, le hacían querer probar qué era lo que lo enloquecía tanto. Aunque no sabía bien porqué lo quería, solo lo hacía.

Finalmente Tom se acercó (ya estaban en la orilla) y lo cargó, de modo que sus piernas le rodearan la cintura.

– Deshazte de mi ropa – le dijo, y Bill bajó las manos hasta su cintura, solo para soltarle la prenda escasa, que segundos después lanzó hacia la arena.

La laguna azul - TWCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora