Bill se sentó tranquilamente con el bebé en brazos, acariciándolo y mirándolo como el ciego que ve el sol por vez primera: con adoración. Embelesado por completo. Feliz. Y admirando cada uno de los detalles de su piel. Sus deditos, las uñas diminutas que había en ellos. Sus ojos, idénticos a los de él. Sonrió y pasó sus labios por la piel del brazo del bebé, a modo de juego. Su piel blanca era suave, lo más suave que había sentido en su vida. Se dedicó a juguetear con las manitas del bebé. Su manita apenas alcanzaba a rodear el pulgar del mayor. Bill lo observó con mucho cuidado y lo manipulo como si de un jarrón de porcelana, de la dinastía Ming se tratase.
Aunque el menor no era el único que gustaba de adorar a su bebé. Tom era aún más minucioso con sus caricias. Se inclinaba y besaba los párpados del menor, o tomaba uno de sus piecitos y soplaba sobre su planta, haciendo un ruido raro, sonriendo.
...
Fue la vez en que ninguno de los dos tenía ninguna intención de salir, que Bill decidió prestarle atención a su llamado físico, que le pedía otra cosa más que solo su palma y su imaginación.
Tom mecía a David mientras lo alimentaba, y el menor se encargaba de juntar leña para hacer un pequeño fuego dentro de casa. Su atención se desvió hasta su gemelo, que mantenía al pequeño contra su pecho.
A Bill se le cayeron los maderos de las manos mientras contemplaba al otro. Tragó y se acercó a Tom y acarició su hombro. El mayor le dejó, no era la primera vez que le demostraba su afecto así... pero Bill se inclinó y comenzó a besar su piel mientras que su mano bajaba suavemente por su costado para pasar por su cadera y finalmente hundirse en su entrepierna.
– ¡Bill! – le llamó, con sorpresa.
Hacía meses que no hacían nada. El cuerpo del mayor reconoció a su hermano y reaccionó a él. Se inclinó y dejo al bebé en su canasta. Entonces se volvió y encaró al otro, con los ojos encendidos. Bill se acerca gateando y coloca su mano sobre la del rastudo. En el momento en que la toca, el corazón del menor parece querer salir de su cuerpo.
El menor acortó la distancia y besó los labios de Tom, suavemente, apenas rozándolos. Sintió como la temperatura de su cuerpo comenzó a aumentar. Bill estrechó sus dedos.
– Te amo – dijo en un susurro.
Un cálido invadió el pecho del mayor y exhaló nerviosamente. Bill tomó la iniciativa y le besó de nuevo mientras lo obligaba con su cuerpo a tenderse sobre el suelo. Pronto el menor comenzó a mordisquear sus labios.
– ¿Estás bien? – Preguntó el menor – No quiero presionarte.
– ¡Cállate! – dijo con voz ronca y le tomó del largo cabello rubio, que le llegaba a los hombros, y le invitó a besarlo de nuevo.
Alternando sus labios, otras veces chupándolos, Tom sintió cómo las sensaciones crecían ahí, un poco más debajo de su ombligo. Bill tomó el rostro del mayor con ambas manos y buscó su lengua, entregándose por completo al beso. Mientras lo besaba, bajó una mano hacia su trasero. Tom se sorprendió un poco y se alejó unos centímetros, nervioso por lo que iba a pasar, después de mucho tiempo.
– Supongo que quieres que me detenga – dijo el menor, algo decepcionado.
– ¡No lo hagas! Es sólo que... – Bill rio al escuchar sus palabras.
– Se de lo que hablas.
El de rastas no dijo nada más, y permitió que su hermano deslizara por sus largas piernas, la única prenda que lo cubría. Luego se llevó velozmente dos dedos a la boca, para lamerlos, mientras el mayor observaba directamente cómo lo hacía. Los separó por fin, después de algunos minutos, de su boca, y los llevó a su destino. Tom se tensó un poco al sentir cómo se introducían.
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La laguna azul - TWC
FanficBill y Tom de 12 años se pierden en una isla desierta y aprenden a sobrevivir por sí mismos. ¿Qué pasará cuando crezcan?