La noche en que llegó.

476 38 15
                                    


Jadeando, Bill llegó hasta donde un segundo antes estaba seguro de haber escuchado a su hermano. Miró hacia los lados y localizó a Tom a unos tres metros, echado sobre la hierba, respirando con dificultad, y con las piernas abiertas. Cuando se acercó apresuradamente, Tom lo miró con alivio, pero no le dijo nada.

– Tom ¿qué te pasa? ¿Te hicieron algo? – dijo con el tono aún envuelto en pánico.

– ¿Quiénes? – le respondió el mayor con dificultad. Su respiración se tornó rápida de nuevo y soltó otro quejido – Bill... creo, que es el momento.

El menor abrió los ojos desmesuradamente y se apuró a tomarlo en brazos, para ir corriendo a casa con las pocas fuerzas que le quedaban.

Mientras iba lo más rápido que podía hacia la choza, iba rememorando su conversación con David, hacía años, cuando le explicó qué debía hacer en ese momento.

Siete años antes:

Ya había anochecido, y Tom dormía plácidamente. Bill aún comía algo dentro de la choza, pero no tardaría en acompañar a su gemelo. David había salido.

– ¡Hey, Bill! – Le gritó la voz del mayor fuera de la cabaña – Ven un momento.

El niño se levantó y salió, Jost estaba ahí fuera, sentado en la arena.

– ¿Qué pasa, David? – preguntó inocentemente.

– ¿Recuerdas nuestra conversación de ayer? – le preguntó sin mirarlo.

– ¿Sobre... que?

– Hmm... el embarazo – le explicó a regañadientes.

– Ohh, claro – se encogió de hombros y se sentó junto al hombre.

– Hay algo que debo... decirte – confesó el mayor.

– Pues dime – respondió ansioso, Bill, jamás había tenido la oportunidad de preguntarle cosas a David a solas.

– Bill – comenzó – si alguien no viene por ustedes en próximos años, y ustedes crecen, entonces... pasará.

– ¿Qué pasará? – interrumpió y el mayor hizo caso omiso.

– Entonces sabrás después de un tiempo que el... (O tú) – Lo miró con el rabillo del ojo, dudando de lo último que dijo – no está enfermo. Y tienes que prepararte, Bill.

– Pero ¿para qué?

– Y tienes que saber, que cuando el momento llegue – lo ignoró de nuevo – deberás hacer tú el trabajo del doctor.

– ¿¡Te refieres a abrirle la barriga a Tom!? – exclamó el niño, muy asustado.

–...Sí. Deberás hacerlo, o el a ti – no, seguro no – Pero no lo harás hasta que llegue el dolor. Cuando llegue el dolor sabrás que es el momento, y a partir de ese momento deberás esperar un poco. Media hora a lo mucho... luego lo harás.

– ¡Pero yo no sé hacer eso!

– Ya luego te lo enseñaré... a los dos. Pero debes aprender bien, Bill, tu sobre Tom, porque tú eres más fuerte, en sentido figurado. Recuerda, debes esperar un tiempo, y luego lo harás.

Sus ojos regresaron al presente, Tom gemía entre sus brazos. Sabía lo que tenía que hacer.

– Tom, ¿hace cuando comenzó el dolor? – pregunto seriamente.

– No lo sé... un rato – dijo acariciándose el vientre.

Bill tan solo asintió y continuó su camino.

La laguna azul - TWCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora