08. Tantos peces y lloran por bagres

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Jay no era de los que se arrechaban fácil, bueno sí lo era, pero no explotaba tan rápido, intentaba buscar paciencia en lo más profundo de su ser. Sin embargo, su mejor amigo  no lo ayudaba para nada.

Sunghoon Joel o como a muchos les gusta llamarlo "tequeño crudo" en vez de arrecharse rápido se estresaba rápido y cuando él se estresaba transmitía el estrés a los demás a su alrededor y pues no era nada bonito calarselo.

—Y ahora mi mamá me va a decir que llegamos tarde por mi culpa. De paso, se me olvidó traer la bolsa con el regalo de la señora, ahora sí estoy jodido. —terminaba de contar el chico por quinta vez desde que habían llegado al hotel.

—¿Y eso en qué me afecta a mí, Joel?

Sunghoon miró feo a Jay mientras que este se terminaba de abotonar la camisa de vestir.

—¿Qué tipo de mejor amigo eres que no me apoyas en mis arrecheras?

—Más que una arrechera es un estrés que tienes porque tu mamá te regañe. Primero que nada, no es tarde, apenas son las cinco y están llegando los invitados. Segundo, tu mamá ni siquiera nos recibió en la entrada esa ni pendiente debe estar.

Era cierto. El papá de Jay fue el que los recibió, les dejó la llave de la habitación para que se fueran a arreglar y se desapareció entre el personal de decoraciones.

—Estoy de acuerdo con Jay, cállate Sunghoon. —soltó su hermana saliendo del baño ya vestida.

Los dos voltearon a verla y quedaron medio impactados por tremenda pinta que se había puesto, primera vez en la vida que la chama se arreglaba así. Su corto vestido azul rey combinaba con su cabellera negra y su pálida piel, el maquillaje que se había puesto era algo más producido que de costumbre y se había puesto tacones de punta, algo que nunca había usado.

—¿Qué? ¿Me queda mal?

—Sí, pareces un moco. —Jay empujó a Sunghoon cuando dijo eso y el chamo se rió.

—Te ves hermosa, Sunmi.

—Epa cuidao con una vaina rara con mi hermana, Alberto, ya avisé. Pendiente.

La menor le sonrió a Jay y luego se acercó a su hermano para ayudarle a amarrar su corbata, pues el loco andaba sufriendo desde hace rato para hacerlo 

—Camila me vas a asfixiar.

—No veo lo malo. —jodió la chama aflojando un poco el amarre y lo soltó cuando acabó— Listo, ahora sí te ves decente.

—Gracias. —el chamo se fue a acostar de coñazo en la cama quedando boca arriba y soltando sendo suspiro.

Los dos que lo acompañaban se miraron entre ellos y luego devolvieron su mirada al chamito que andaba con senda cara de ponchao mientras contaba las lucecitas del techo.

—¿Todo bien, Hoonie? —preguntó Camila sentándose en la orilla de la cama mientras le daba unas palmaditas a la pierna de su hermano.

Jay de igual forma dejó de arreglarse para imitar la acción de la menor, pero en vez de darle palmadas al chamo simplemente se apoyó al colchón mientras lo miraba medio preocupado.

—Sí, no es como si extrañara a Susan ni nada.

Camila aguantó las ganas de salir del hotel para ir a quemarle la casa a esa mamagueva.

—Bro se entiende que la extrañes, pero es mucho mejor ahora que no está contigo, ¿te imaginas seguir con ella sin saber lo que hacía? Te mereces algo mucho mejor.

Sunghoon movió sus ojos para mirar a Jay, se quedó unos segundos en silencio y volvió a suspirar esta vez cerrando los ojos.

—Hoonie hay más peces en el agua.

CURDOS Y MAREADOS ── ENHYPENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora