37. ¿Tienes más?

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Viajé a Los Ángeles para entregar el plano e ir a planificar una cita con otros.

Vivía en una pequeña casa con lo justo y necesario para subsistir, realizar los planos y hacer las citas con gente.

Sonó el pequeño teléfono fijo que aún tenía el piso con la recepción.

—¿Señorita Edevane? —se escuchó la voz de la recepcionista.

—¿Si? —contesté.

¿Qué era lo que me esperaba de la llamada exactamente? No lo sé. No tenía ninguna cita en agenda para hoy.

—Tiene a un chico quien dice conocerla.

Tengo mis sospechas.

—Que suba. Creo saber quien es.

—Bien.

Unos minutos después tocaron la puerta, a lo que caminé dejando de lado los planos, abrí la puerta y sonreí.

—Creo saber quien es... —alargó la 's'.

—Alex Turner.

—Haces que suene hermoso. Tal como yo.

Reí y dejé que entrara a casa, dejando su chaqueta en el perchero.

—Wow. —dije de broma— Al soltó su personalidad. —referencia a la chaqueta.

—Puedo volver a colocarla en mi. —se devolvía a buscarla.

—Por favor, no.

Caminamos ambos hacia la cocina y saque del refrigerador, dos botellas. —Creo que tengo sed. ¿Tú?

—Creo que puedo tener sed para una.

—¿Una?

—¿Tienes más?

—Podemos salir. Son casi las... siete y treinta.

Ambos chocamos las botellas para hacer un “salud” y dimos un sorbo.
Sip, esto era paz con Alex Turner y Cinne Edevane.

Ambos en silencio, apreciando la nada misma. Me dirigí hacia el estrecho balcón del edificio y Al me siguió el paso, por lo que ambos estábamos en un estrecho balcón, bebiendo cerveza... viendo Los Ángeles.

—No puedo creer que llevemos diez años de amistad. —dijo Alex suspirando con una sonrisa, para luego beber de su botella.

—Nueve... Diez en junio... ¿Junio?

Sonrió. —Si, junio trece...

—Como pasa el tiempo... —reía levemente— Ayer apenas me invitabas... invitaban... a los ensayos...

—Recuerdo cuando nos poníamos mal por... ya sabes, incluirte y excluirte de la banda.

—No pasa nadaa, supéralo.  Era etapa de pruebas, no me molestó en absoluto.

—Lo sé, se nota. Pero... —interrumpí su discurso larguísimo, el cual siempre era el mismo en el mismo tema. Coloqué un dedo en su labio, haciendo referencia a que pare.

—Suficiente... Todo está bien... —me acerqué a él y lo abracé.

No me pregunten de donde salió eso, porque ojalá tuviera la respuesta para decirme a mi misma. Simplemente fue un impulso que sentí... el de abrazarlo.

Él simplemente procesó dos segundos y me correspondió el abrazo cálidamente.

—Hey... Cambiaste de loción... —dije riendo sin despegarme.

—Si, bueno. Cambio enorme.

—¿Hasta el shampoo?

—Jamás..

𝓊𝓈, 𝓉𝒽𝑒 𝓇𝒶𝒾𝓃 𝒶𝓃𝒹 𝒶 𝒸𝑜𝒻𝒻𝑒𝑒《𝓐𝓵𝓮𝔁 𝓣𝓾𝓻𝓷𝓮𝓻》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora