Blind hoping

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Hola. Si estás leyendo esto quiero que sepas que hoy hay actualización doble, por lo tanto, este es el segundo capítulo. Si no has leído el primero, corre a leerlo.

*

Corrió, corrió tan rápido como sus piernas lo permitieron. Sabía que si se detenía, si acaso llegaba a tropezar, sería su fin.

Había crecido peleando con perros por la comida de la basura, cuidando gatos pequeños que luego le llevarían comida robada, peleando con otros niños huérfanos y sin hogar, sobreviviendo de las sobras que algunos adultos llegaban a regalarle.

Sabía como correr, sabía como robar y también, como huir cuando hacía algo cuestionable. Sin embargo, todavía creía y confiaba en la palabra de las personas, por esa razón creyó en el hombre que le prometió un dulce a cambio de que llevará un recado a otro hombre.

Lo hizo pero, su premio no fue un dulce, fue una paliza. El pequeño Xue Yang no se iba a conformar con ello, por lo que le robó lo que se suponía había ganado. Sin embargo, ese hombre se dió cuenta del robo y comenzó a perseguirlo por las calles.

Pero era un niño desnutrido, la poca energía que tenía se agotó con cada calle recorrida hasta que sin querer, su cuerpo empezó a desfallecer. Aún así hizo un esfuerzo titánico para lograr llegar hasta un lugar seguro, cosa que no pudo lograr porque su cuerpo de rindió cuando chocó con un coche estacionado.

Intentó levantarse, sin embargo, fue demasiado tarde. El hombre le alcanzó, lo tomó del cabello y lo volvió a aventar al suelo. Lo siguiente nunca pudo recordarlo bien, tal vez era lo mejor, solo volvía a la parte donde su mano izquierda estaba llena de sangre.

Entonces despertó. La cabeza le dolía como si tuviera resaca aunque no había bebido ni un poco. Sabía bien porqué le dolía y para su suerte, no tendría que soportar los recuerdos de su infancia en soledad.

Xingchen se giró a mirarlo con una sonrisa en el rostro. Le acarició el rostro con suavidad antes de quitarle una franela pequeña de la frente. Enseguida le puso otra recién humedecida con agua fría.

—¿Cómo estás?— le preguntó con ternura.

—Siento que la cabeza me va a explotar— contestó cerrando los ojos otra vez.

La luz le lastimaba, incluso si era luz natural. Después de haber entrado al lago e ir a comer a su casa, comenzó a tener temperatura sin razón alguna. Al ser terco y odiar a los doctores, prefirió quedarse en su casa con las atenciones de Xingchen, quién siguió insistiendo en ir al médico hasta que Xue Yang se quedó dormido.

—Te hice de cenar— dijo Xingchen mientras enseñaba un plato con pescado frito y algunas verduras.

—¿Fuiste a pescar?— preguntó con interés.

Xingchen le ayudó a sentarse en la cama para que pudiera comer sin complicaciones.

—Sí, desde niño sé pescar, me gusta hacerlo. Mi tía lo cocinaba y yo pescaba, así que si no tiene buen sabor, lo siento— se disculpó sonriente.

—Entre más te conozco, más me gustas— afirmó el enfermo, agarrando el plato de comida, saboreandolo desde antes de probarlo.

Por un momento, se olvidó del malestar corporal. Aunque Xingchen siempre decía que era un mal cocinero, en realidad preparaba muy buenos platillos, excelentes sí se era honesto. El pescado estaba frito en un punto dónde solo era crujiente pero no duro.

Había probado distintos platillos de chefs con la mejor reputación en el mundo y aún así estaba seguro de que Xingchen cocinaba mejor que ellos. Eso o estaba enamorado.

Getaway carDonde viven las historias. Descúbrelo ahora