Luna de miel

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Advertencia: contenido sexual explícito.

*

El sol ya había iluminado toda la ciudad causando que los colores se hicieran más vivos. El contraste a la noche anterior era bellísimo por decir lo mínimo, sobre todo, porque la torre Eiffel resaltaba en el centro, frente a esos hoteles de lujo y comercios de todo tipo.

La gente miraba con detenimiento cada detalle de la construcción, tomaban fotos, hacían de todo ahí. Xue Yang podía estar mirando esa imagen, esa escena tan linda para grabar o tomar fotografías; en cambio, intentó tomar fotos de Xiao Xingchen mientras subía y bajaba en su miembro.

Pudo capturar unas pocas porque el joven le estaba dejando sin aliento, sin concentración. Además, el rostro de Xingchen no tenía precio: perdió todo tipo de inhibición y como siempre sucedía cada que tenían intimidad: se olvidó de que era una persona "decente". Sus gemidos habían bajado de volumen debido al cansancio, sin embargo, los movimientos que hacía eran de un experto, incluso intentó sonreír a la cámara cuando Xue Yang la sacó.

Su cuerpo estaba lleno de mordidas, especialmente en las zonas que iban a estar cubiertas. El torso de Chengmei era una historia distinta: tenía un camino de mordidas y chupetones desde el cuello hasta el vientre, incluso cerca del vello público. Tenía una mordida cada muñeca y pequeños hilos de sangre seguían brotando.

Le gustó que Xingchen le dejara marcas para que no lo olvidara (como si eso fuera posible). Deseó dejarlo exactamente igual, pero no podía porque Xingchen tenía que modelar; eso implicaba que las mordidas no estaban permitidas.

El joven Daozhang tenía el cabello unos centímetros más largos, los suficientes para que cayera en sus ojos y lo hicieran ver como una obra maestra. Descuidó por un rato la cámara que tenía entre sus manos con la intención de apreciar la belleza frente a él. Sin querer, cambió el modo a vídeo, así que prefirió no desperdiciar el accidente y comenzar a grabar.

—¿Puedo grabarte? —preguntó como pudo, entre susurros y aliento cortado.

Xingchen asintió. Lo poco que conservó de vergüenza desapareció en ese instante. Echó para atrás su cuerpo entero, recargando las manos en el colchón para poder moverse con facilidad y rapidez. En esa posición logró mostrar la manera en que el pene duro lo penetraba sin ninguna dificultad.

Las manos de Chengmei apenas y podían sostener la cámara, pero hizo un esfuerzo inhumano para grabar lo mejor que pudo.

—Xingchen, Xingchen —alcanzó a murmurar— me voy a...

—Hazlo, dámelo —el modelo ni siquiera estaba seguro de si eso se escucharía en el vídeo, solo quería decirlo.

Se detuvo unos momentos para volverse a acomodar. Le arrebató la cámara a Xue Yang dispuesto a grabar el orgasmo, sin embargo, entre tanto movimiento no pudo aguantar y dejó salir todo el semen. El gemido del Jin fue ruidoso, lo cual sorprendió a Xingchen.

Le encantó escucharlo tan ensimismado, perdido en el placer. Eso le hizo llegar en cuestión de segundos, gimiendo igual de alto, con la libertad de saber que aunque les escucharan, no corrían riesgo.

Se dejó caer a un lado de Yang. Sintió las pieles sudorosas, las sábanas enrolladas en sus pies, el olor a frutas y un olor lejano a mantequilla. La mano de su novio lo jaló hasta que estuvo en su pecho dónde percibió el aroma a perfume cítrico. Adoraba esa esencia combinada con el olor a sexo.

En su espalda sintió una mano que subió y bajó con delicadeza. Logró ver la cámara a un lado de Chengmei, la jaló y notó que seguía grabando.

—Saluda a la cámara, LaoGong —dijo con una voz llena de alegría.

Getaway carDonde viven las historias. Descúbrelo ahora