Adrenalina

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Un golpe en el rostro hizo que diera un par de pasos hacia atrás. El dolor era tan insignificante que apenas lo desconcertó e incluso le puso alerta para recibir los siguientes ataques.

Levantó la guardia y esperó alguna distracción de su contrincante para responder, esquivando con paciencia cada puño. Gracias a su estatura no le fue difícil regresar golpes certeros que desconcertaron al otro. Aprovechó el aturdimiento inicial para bajar la guardia ajena y atacarle hasta noquearlo.

A pesar de los guantes de box aun podía sentir el impacto de los huesos de las manos contra el rostro de Wen Chao, quién contrabajos podía defenderse.

—¡Chengmei! ¡Basta, basta! —gritó el entrenador desde abajo.

Saltó al ring para detener la pelea, un poco tarde en realidad. El pobre Wen ya tenía la cara roja y se encontraba rendido en el suelo de lona; era seguro que tendría moretones los días siguientes. Xue Yang se alejó a buscar su botella de agua con la tranquilidad cotidiana después de un entrenamiento normal.

—¿En serio? ¿Golpes en el rostro? ¡Es modelo! Trabaja con rso—reclamó el hombre adulto.

—Él fue el que quiso entrenar conmigo —contestó divertido— que lo tome como una mejora —agregó en son de burla.

Se quitó los guantes antes de aventarlos afuera de las cuerdas y bajar de un salto. Los músculos le ardían, el corazón le seguía latiendo como nunca y la adrenalina seguía corriendo por su ser entero, pero aun no era suficiente.

Necesitaba más emoción.

Sus pensamientos fueron interrumpidos al distinguir una silueta bastante conocida: Xiao Xingchen. Los latidos del corazón llegaron a su límite al verlo. Su rostro estaba iluminado por la sonrisa dulce y los ojos de ensueño, además de un ligero rubor artificial que resaltaba sus mejillas.

Se veía tan ingenuo que su instinto protector volvió a nacer dentro de él, además de sus intensas ganas de arruinarlo. Cuando el par de luceros oculares le encontraron, la sonrisa de Xingchen se ensanchó un poco más. Bien, esa era la adrenalina que necesitaba.

—¿Qué hace una cosita tan bonita como tú en un lugar como este? —preguntó con picardía.

Si Xingchen no lo conociera (y no fuera su pareja) era muy posible que tomara a mal los comentarios. En cambio, comenzó a reír y el rubor dejó de ser artificial. 

—Vine a ver a mi compañero del día de mañana, pero creo que le acabas de romper la nariz —contestó sin perder su sonrisa. Señaló al modelo que el entrenador levantó con dificultad mientras ellos seguían hablando— ¿sigue vivo?

—Lamentablemente sí, son las consecuencias de entrenar conmigo—aseguró con una sonrisa altanera. Con un movimiento ágil atrapó la cintura ajena con un brazo— ¿solo venías a eso? —indagó con curiosidad.

—GuangYao me mandó —miró a todas partes para asegurarse de que nadie les estaba observando para darle un beso corto— y claro que quería ver a mi novio lleno de sudor con los músculos al aire libre —acarició los hombros de Xue Yang al mismo tiempo que susurraba en sus labios.

Chengmei no pudo resistirse, así que le soltó una nalgada que resonó por el gimnasio. Las mejillas de Xingchen enrojecieron aun más al recibir esa caricia. Tosió sin ganas y abanicó su rostro con la mano.

—En serio ¿qué haces por aquí? No pensé en verte hasta en la noche —en lugar de alejarse, rodeó la cintura ajena con ambos brazos. A la mierda la gente, disfrutaba convivir con su hermoso Xingchen.

—GuangYao me mandó a buscar a Wen Chao, mañana tenemos una sesión y tengo que ponerme de acuerdo con él —explicó sin apartar la vista de los apetecibles labios de su novio.

Getaway carDonde viven las historias. Descúbrelo ahora