A circus ain't a love story

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Cuando A-Qing abrió la puerta principal, volvió a respirar: Xiao Xingchen había llegado a casa de Song Lan. El chico llevaba su traje en un guardapolvo, vestía un abrigo gris combinado con una bufanda roja y un rostro adornado con ojeras. Se veía nervioso, cosa que era entendible, ya que la mañana siguiente era el gran día:  su boda.

A-Qing tenía muy claro que Song Lan había cancelado la despedida de soltero de Xingchen gracias a que ella habló sobre la aventura que sostenía con Jin Chengmei. Lo único que pudo hacer para "redimirse" fue apoyar a los Jin y a Xingchen en el plan de escape. No tenía otra opción, no quería perder a su amigo, ni la conexión extraña que conservaba con Xuan Yu. Sin embargo, ninguno de los dos podía confiar en ella.

Xingchen entró con inseguridad, temiendo por él, eso era seguro. El modelo la miró con un poco de recelo, casi como un reclamo y un recordatorio de que debía actuar con naturalidad, que A-Qing no tenía que estar nerviosa.

—Por un momento creí que no llegarías —admitió la chica mientras tomaba el guardapolvos en sus manos.

—Yo también lo creí —confesó Xingchen—. Tengo que hablar con él —explicó antes de caminar hacia la habitación de su prometido.

Esa mañana había sido gloriosa: despertó con Xue Yang abrazando su espalda luego de una noche llena de caricias y gemidos. Una vez más, Chengmei le enseñó cuan profundo podía amarlo, a la vez que le dejó marcas por todo el cuerpo, incluso aumentó las que tenía en el cuello. Ambos sabían que serían visibles para el mundo entero, y si eran sinceros, ese era el propósito.

El plan que Xuan Yu armó para la huida era el primer paso para la verdadera venganza, y esa fue la única razón por la que Xingchen caminó hasta la casa de Song Lan. No podía fallarle a su cuñado, no podía fallarse a sí mismo.

—Está esperando por ti —avisó A-Qing antes de que Xingchen empezara a subir.

Por primera vez en la vida iba a usar la manera de vivir de Zichen: planear cada paso que daba. El teléfono con las fotografías que tomó sobre las heridas provocadas por Song Lan estaba en manos de Xuan Yu, su teléfono personal lo conservó Xue Yang y las pertenencias que valoraba (entre ellas los pequeños cuervos de cristal y sus preciosos anillos de papel) las guardó en una pequeña bodega rentada. Era la mejor manera de desaparecer cualquier rastro de él en caso de que todo saliera mal y tuviera que recurrir al plan B.

En la pequeña maleta que llevaba tenía un par de prendas y un teléfono viejo para poder comunicarse con su familia política. Su familia. Apretó el anillo de matrimonio que tenía en el dedo anular, ese anillo tan especial que obtuvo luego de casarse con Xue Yang y la espada pequeña que colgaba de una cadena en su cuello. El anillo de compromiso que Zichen le dio lo tenía en la bolsa del abrigo, y no tenía ninguna intención de usarlo, ni siquiera por fingir.

El pasillo hacia la habitación de Song Lan apareció frente a él, causando un pequeño mareo por ansiedad. Caminó con el alma en la mano, sintiendo que esa no era su realidad, que era un mal sueño y despertaría a lado de Xue Yang. Aún así logró llegar hasta la puerta y abrir sin tocar, encontrando a su prometido haciendo un par de maletas para la luna de miel.

—Llegas tarde —recriminó el hombre después de mirarlo por unos segundos.

—Lo siento, me metí a la ducha y perdí la noción del tiempo —contestó. No era una mentira, Xue Yang le ayudó a ducharse y gracias a sus caricias, un baño de cinco minutos se convirtió en uno de veinte.

—Espero que al menos tengas en orden lo que necesitamos —la voz de Zichen volvió a resonar por la habitación silenciosa.

Xingchen tragó con miedo, sabiendo que debía confesar un par de cosas, que podía estar en peligro con escoger mal las palabras que estaba por decir.

Getaway carDonde viven las historias. Descúbrelo ahora