Escape de prisión

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El cielo había dejado caer la nieve típica del invierno. Los copos de nieve crearon una aura mágica en ciudad Yi, o al menos, para Xiao Xingchen era así. El pueblo entero se pintó de blanco empezando desde las montañas espesas hasta el lago que se congeló. Tomó el teléfono para tomar una fotografía para el recuerdo.

Podía jurar que la felicidad se sentía en el aire. Xue Yang estaba por llegar a China después de estar tantos días en Japón. Habían hablado en secreto, especialmente porque Song Lan lo "invitó" a cenar y desde esa noche no pudo volver a salir porque lo obligó su prometido. A-Qing seguía ahí con su hermano y en esa ocasión no hizo nada por ayudar a Xingchen.

De todos modos no importaba, esa chica prefería a Song Lan; entendía que la sangre fuera más fuerte que las amistades, pero había algo extraño en ellos. No tenía idea del porqué la obsesión de Zichen por tenerlo bajo su mira, específicamente aquellos días. La posesividad del hombre fue más de la habitual, incluso le quitó el teléfono que usaba habitualmente. Por un momento se asustó porque tenía ciertas fotografías bastante comprometedoras; lo único que podía tranquilizarlo era que no tenía la contraseña ni la huella para desbloquearlo.

Al menos el modelo logró no caer ante la presión para darle ese tipo de información, cosa que le ganó un encierro en la casa de los Song.

Xingchen sintió que las mejillas se le congelaban gracias a la nieve que caía en su rostro. Suspiró y sonrió al notar el halo de vapor que viajó por los aires. A pesar de tener un gorro en la cabeza, un abrigo en el torso y una bufanda en el cuello, el frío le estaba poniendo azul. Irónicamente, amaba el clima frío aunque tuviera esos efectos en él.

Su pecho se llenó de regocijo cuando notó la presencia de un auto familiar, su esposo venía ahí. Tuvo que contenerse de no saltar hacia el auto como un niño emocionado. Aun así se apresuró a caminar hasta que la puerta se abrió y dejó salir a su amado. El infierno en el encierro acabó, ahora podía sentirse en el cielo.

Los ojos rojizos parecieron brillar en cuanto lo vieron. La sonrisa de Xue Yang apareció y también se apresuró a llegar a él dando un par de pasos. Ambos hombres se abrazaron bajo la nieve como si hubieran estado separados por décadas. Yang se tomó el atrevimiento de cargar a su esposo para darle vueltas en ese pequeño espacio.

El rostro de Chengmei también empezó a volverse rojizo bajo el gélido clima, cosa que lo hacía ver todavía más adorable, al menos para Xiao Xingchen.

—Te ves hermoso, mi Daozhang —comentó el hombre mientras lo seguía abrazando.

—Solo me extrañaste, por eso me ves así —murmuró el otro como broma.

Una pequeña risa se escapó de los delgados labios, un pequeño sonido que le devolvió la vida a Chengmei. Luego de haber golpeado a GuangYao su familia adoptiva comenzó a reclamar que estaba perdiendo la cabeza por algo tan simple, por algo insignificante, palabras que encendieron un fuego dentro de Xue Yang.

Quería encontrar la manera de salvar a Xingchen de las posibles consecuencias sin importar el costo, razón por la que GuangYao y Qin Su le llamaron irracional. La tensión creció entre todos, así que no quería pararse en LanLing hasta que pudiera tener la cabeza fría.

Pero la foto que A-Qing le envió le removió la herida causada por MengYao. Sabía que Xingchen no estaba ahí por gusto, sin embargo, fue un golpe bastante bajo. Abrazar a Xingchen, escuchar su risa, poder percibir su aroma y el amor que se tenían fue lo necesario para volver a la vida. El camino a casa parecía haberlo recorrido mientras estaba dormido.

—Sí te extrañé, de eso estoy seguro. Pero eres hermoso, además con todos esos copos en tu cabello te ves demasiado tierno —admiró con un brillo especial en el rostro.

Getaway carDonde viven las historias. Descúbrelo ahora