Sangre y amor

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Aunque ambos gustaban de ver sangre y algunas veces consumirla, mirar el desastre rojo en el comedor fue incómodo, sobretodo por el hecho de que Xingchen estaba sufriendo de sin recibir algún tipo de placer.

Xue Yang tuvo que usar todos sus conocimientos acerca de heridas para curar las manos delicadas, además de retirar todos los pequeños vidrios rotos que quedaron incrustados en las palmas pálidas. Los restos del pobre cuervo eran diminutos, por esa razón Xiao Xingchen no pudo quitarlos cuando quiso

Sus ojos comenzaron a gotear lágrimas provocadas por el dolor, haciendo todavía más borrosa su visión. Fue vergonzoso sentirse indefenso, inútil y ciego, otra leña al fuego que provocaba su llanto.

Xue Yang no hizo ningún chiste debido a su concentración, pero si era sincero esa no fue la única razón.

La verdad, seguía furioso con el idiota Song. Deseaba haber llegado más profundo, cortar las cuerdas vocales, poner empeño en las arterias y acabar con la vida de ese estúpido. Obviamente no se conformaría con solo matarlo, debía buscar la forma de que se desangrara lentamente y en su desesperación terminara por matarse a sí mismo de forma involuntaria.

Sacudió su cabeza intentando eliminar esos pensamientos deliciosamente sangrientos ya que Xingchen no podría con dos funerales, no en ese lapso donde se encontraba vulnerable.

Haber pasado una noche en la cárcel no fue un castigo, en primer lugar porque había pisado distintas veces estancias similares, incluso mejores que esa; en segundo lugar, le había servido para pensar en lo que debía hacer con ese asunto, además en que estaba usando demasiada fuerza de voluntad para no cometer otro asesinato, uno que sí deseaba llevar a cabo.

Volviendo a su realidad, soltó un suspiro pesado antes de pasar un algodón con alcohol sobre las palmas heridas. No quería causar más dolor, sin embargo, lo único que pudo escuchar fueron los quejidos lamentables de su bello novio.

—Duele mucho —se quejó el modelo. Mordió sus labios para callar los gritos dolorosos por el ardor. Su cara se llenó de lágrimas de nueva cuenta, humedeciendo las zonas que ya habían secado.

—Lo sé, mi vida. Solo tardaré un poco y dejaré tus manos en paz —prometió, acariciando la piel intacta.

Esa era otra razón para odiar a Song Lan. Parecía que no le bastaba con lastimar a Xingchen una sola vez, siempre buscaba una nueva forma de hacerlo física, verbal o económicamente. Siempre encontraba una manera nueva de hacerle daño.

Lo único bueno entre tanta mierda fue el hecho que Xingchen manipuló al idiota para que lo sacara de la cárcel y salvarlo de convivir con delincuentes inexpertos.

Saber que su ángel etéreo tenía una pizca de maldad fue... Caliente. Nadie podía imaginar que esa cara inocente fuera capaz de manipular y usar a alguien para beneficio propio. Por lo tanto, saber que solo él tenía idea sobre ello le ponía duro. Sacudió esos pensamientos de la cabeza ya que tenía que prestar atención mientras curaba el par de manos hermosas.

Terminó de poner banditas y comenzó a besar con devoción ambas extremidades. Si pudiera cerrar las heridas a punta de cariños estaría gustoso de pasar el tiempo necesario dando besos y caricias hasta que volviera a estar sano.

El toque suave causó ternura en el corazón se Xingchen, así que le regaló un suspiro ligero pero impregnado de amor. Parecía un adolescente enamorado, lo cual era la mejor sensación del mundo luego de haberse sentido muerto en vida por meses.

Cuando tuvo una mano libre, la usó para acariciar el rostro juvenil frente a él. Los colmillos resaltaron cuando acarició sus mejillas haciendo que pareciera un lindo minino, o tal vez un cachorro.

Getaway carDonde viven las historias. Descúbrelo ahora