Heridas y veneno

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No supo qué lo despertó, lo único que pudo sentir fue su corazón latir a toda velocidad. Buscó a tientas la botella de agua que tenía en el buró de la habitación para darle un gran trago.

La calma llegó poco a poco después de tragar el agua fría; ni siquiera había notado que el estaba helada. Tomó su teléfono celular para revisar la hora y debido a su mala suerte, era de madrugada. No se podía culpar a sí mismo, estaba en un diferente horario y quizá, en China ya era de mañana.

Estar en Japón era un castigo por decir lo menos, sin embargo, tomando en cuenta que estaba lejos de su novio y acompañando a GuangYao quién estaba a punto de conseguir información sobre otra agencia de modelos, lo hacía peor en todos los sentidos.

Tal vez fue una simple pesadilla, o quizá fueron las ideas de que era un simple juguete para Xiao Xingchen que no lo habían dejado de molestar desde el día que tuvieron esa conversación.

Intentó inhalar tanto oxígeno como le fuera posible. La sensación de perder el aliento la conocía gracias al deporte, al sexo o a los besos expertos de su esposo, pero la ansiedad que lo había acompañado desde siempre nunca le robó la respiración de esa manera.

Se levantó de la cama en penumbra con la intención de llegar al abrigo que usó durante el día. La nieve llegó de imprevisto esa mañana y deseó con todo su corazón haberla compartido con Xingchen para ver aquellas mejillas pálidas obtener un color rosado. Con ello en mente, rebuscó por los bolsillos y al sentir el borde de una caja pequeña la sacó. Era como sostener su única ancla a la realidad, al ferviente recuerdo de que su bello Daozhang le quería de verdad.

Levantó la tapa y la luna en cuarto menguante brilló a pesar de la oscuridad; acompañada de una delgada banda de plata parecía ser una pieza de un cuento de fantasía. Le había comprado un anillo para hacerle una propuesta adecuada, además de tener un pretexto para celebrar la boda civil.

Escogió el anillo correcto a pesar de que no figuraba como tal para anillo de compromiso.

Pero tampoco quería presionarlo. Sería lindo que aceptara tener una boda luego de ser libre, sin embargo, tenía miedo de apresurar las cosas. Lo único que sabía en ese momento era que quería estar con Xingchen para siempre, o al menos tanto como la vida les diera oportunidad.

La boda legítima de Xingchen se acercó a pasos agigantados, apresurados e incluso parecían querer atormentarlo todavía más. Solo faltaban un par de semanas para las despedidas de solteros y luego llegaría la boda. Su estómago se revolvió en ese momento. Tenía pánico, aquella emoción que no había sentido desde niño.

¿Qué mierda iba a hacer con su vida luego de estar casarse con Xingchen? La venganza, como sabía, no le iba a devolver la reputación perdida gracias a Song Lan, mucho menos la oportunidad de volver a la universidad.

En ese momento, a pesar de tener un trabajo seguía sintiéndose como el típico niño rico con padres influyentes, y por supuesto, no le gustaba esa manera de vivir (con excepción a las veces que lo sacaba de prisión). Necesitaba ser un hombre como Xiao Xingchen, tenía que tener un trabajo de verdad, una estabilidad económica porque él no iba a ser un parásito como Song Lan.

Por lo tanto, tenía que buscar una universidad fuera del país u otra meta.

El ruido en la puerta le hizo salir de sus pensamientos.

—¿Chengmei, estás despierto? —preguntó una voz bastante conocida.

—No, sigo durmiendo profundamente —contestó de manera sarcástica— ya entra enano.

La puerta se abrió segundos después. MengYao le miró con un el desagrado habitual entre hermanos. Iba envuelto en una manta debido al frío, así que parecía flotar por la habitación.

Getaway carDonde viven las historias. Descúbrelo ahora