Capítulo 1

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M&S

¿Es posible sentirse atraída por una desconocida? Esa era la pregunta que rondaba la cabeza de Regina desde hacía varios meses. Hacía seis meses que había comenzado a salir a correr por el parque de Storybrook, el médico le había recomendado hacerlo con el fin de poder aliviar un poco todo el estrés que le ocasionaba la alcaldía.

Desde hacía cuatro años regentaba ese puesto, y desde entonces el pequeño pueblo, hoy no tan pequeño, había multiplicado por tres el número de habitantes así como duplicado el número de negocios, se sentía orgullosa de ello pero también estaba exhausta y muy estresada.

Como cada día, terminaba de correr y con un café bien fuerte se sentaba en aquel banco a descansar, un día por casualidad había alzado la mirada y había podido contemplar a una mujer, una rubia que no había podido quitarse de la cabeza desde entonces.

No sabía su nombre, su identidad, ni su edad, realmente no sabía nada de ella. Simplemente que había abierto un bar bastante transitado desde su inauguración unos meses antes. También sabía lo que sus ojos podían contemplar, era rubia, alta, con piel clara, un cuerpo bien torneado y un estilo de vestir bastante informal. Podría haber investigado, y con su puesto, hubiese sido fácil dar con ella pero no deseaba hacerlo.

Ya se había terminado el café y como era habitual se levantó para volver a su casa, debía darse una ducha, colocarse uno de sus elegantes trajes e ir a la alcaldía a enfrentarse a todo el papeleo que tenía sobre su mesa acumulado desde hacía tres días.

-Buenos días, Kat.- Dijo Regina entrando en la oficina.

-Hola.- Contestó su amiga.- Necesito que me firmes esos documentos.- dijo señalando el montón de papeles que tenía en la esquina izquierda de su mesa.

-Vale, ahora me pongo a ello.- Aseguró entonces Regina.

-Tienes una reunión con Graham en dos horas.- Añadió antes de salir del despacho.

-Gracias.- Regina se sentó en su mesa y se quedó mirando el café que su amiga se había encargado de pedir y colocar allí, sabía que esa era la única forma de que Regina rindiese.

A Regina no le gustaba nada esas reuniones con el Sheriff, pero tenía que tenerlas al menos una vez al mes, ya que este debía de ponerla al día de todos los altercados y problemas que podían surgir. Regina no quería dejar nada al azar y quería saber todo lo que sucedía en el pueblo.

Pasó toda la mañana entre papeles, tras la reunión volvió a la mansión a comer donde su madre tenía la mesa ya lista.

-Hola.- Dijo Regina quitándose los tacones al entrar en la mansión.

-Hola, cariño.- Contestó Cora.- He preparado una empanada y una ensalada.- Dijo sirviendo la mesa.

-Gracias.- Dijo Regina sentándose.

Desde la muerte de Henry hacía ya cuatro años Cora se había mudado a vivir con Regina, así ninguna de las dos estaba sola. La mujer mayor se encargaba de la cocina mientras que la morena se encontraba en la alcaldía, a Cora le encantaba cocinar y siempre estaba preparando platos nuevos.

-¿Cómo va todo?- Preguntó sentándose al lado de su hija.

-Horrible, cada vez tengo más trabajo.- Contestó entonces Regina.- Me alegra el crecimiento del pueblo pero eso solo me acarrea más papeles y más problemas.- Soltó con cansancio.

-Ya sabes... no hay mal que por bien no venga.- Dijo la mujer mayor.- La gente está encantada con tu gestión y eso hace que el pueblo vaya cada vez mejor. Es sorprendente como hace unos años casi nos tenemos que mudar porque esto se moría y ahora parece más vivo que nunca.

Definamos amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora