Capítulo 22

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-¿Qué quieres de cenar?- Preguntó Emma sacando su móvil.

-¿No tienes nada para cocinar?- Preguntó Regina.

-Poca cosa.- Contestó abriendo su frigorífico. Emma no era una mujer que se dedicaba a cocinar por lo que todo lo que tenía era para calentar o cosas muy simples de hacer.

-Déjame ver.- Soltó Regina mirando lo que había en el frigorífico.- ¿Tienes pasta?- Preguntó.

-Sí, en aquel armario.- Contestó.

-Perfecto, haré una pasta boloñesa.- Soltó empujando ligeramente a Emma para que le dejase hueco.

-Se suponía que eras la invitada.- Dijo Emma dando un largo sorbo a su cerveza.

-No pienso pedir cualquier comida basura, yo cocinaré.- Espetó muy segura.- ¿Tienes un delantal?- Preguntó Regina.

-Tal vez...- Contestó.- Depende...- Volvió a decir.

-¿de qué depende?- Preguntó Regina aunque sabía que la respuesta sería muy estilo Emma Swan.

-¿Te lo vas a poner sin ropa?- Preguntó también Emma.

-No.- Contesto Regina.- Tengo hambre y deseo cenar, comida.- Especificó después para no dar pie a dobles interpretaciones.

-Eres una aburrida.- Susurró Emma.

-Quizás me lo piense para otra ocasión.- Dijo la morena que ya se estaba preparando todos los ingredientes encima de la encimera.

-En el último cajón.- Dijo señalando.

-Gracias.

Regina comenzó a cocinar bajo la atenta mirada de Emma que se ofreció varias veces a ayudarla pero no había conseguido que la morena aceptase, sobre todo porque con su brazo en ese estado no conseguiría hacer absolutamente nada, solo estorbarla en la pequeña cocina.

-Prueba la cerveza.- Dijo al ver el botellín lleno.

-Voy.- Contestó Regina que se le había olvidado.- No está nada mal.- Aseguró volviendo a beber.

-¡Aleluya!- Espetó riéndose.

-Creo que puedo soportar beber de esto, pero solo de vez en cuando.- Dijo mientras seguía cocinando.- Para la próxima quiero un buen vino.- Añadió sabiendo que Emma captaría el doble sentido.

-¿Habrá próxima vez?- Preguntó la rubia coquetamente.

-Supongo que sí.- Contestó Regina.

-¿Supones?- Preguntó Emma siguiéndole el juego.

-No sé qué tan cómoda es tu cama, soy algo delicada para ese asunto.- Contestó inventándose esa excusa en el momento.

-No te preocupes, yo puedo ser tu almohada.- Soltó guiñándole un ojo mientras Regina sonreía.

Emma le contó sobre la gran cantidad de cervezas que había probado y su afición por coleccionar todas los botellines que no conocía. Regina la escuchaba atentamente mientras seguía cocinando.

-Es mi hermana.- Dijo tras unos segundos de silencio.

-¿cómo?- Preguntó Regina.

-Que sí es mi hermana, no necesito el ADN para saberlo.- Aseguró Emma.- Ella, me contó que mi madre si me quería. Me tuvo que abandonar para salvarme, en realidad nos abandonó a las dos pero a mí me habían adoptado cuando fue a recuperarnos.- Emma miraba su botella fijamente.

Regina bajó la fuerza de los fogones y se giró para ponerse en la espalda de Emma que seguía sentada en el gran taburete que allí había. La morena rodeó con sus brazos el cuerpo de la rubia y le besó el cuello. Era su manera de darle apoyo y ánimo.

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