Capítulo 30

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Emma aparcó el coche en la puerta de la mansión. Estaba anocheciendo y se había levantado un poco de aire, Regina en lugar de bajarse se giró para mirar a los ojos de la rubia que ahora también la miraba intensamente.

-Gracias por haberme invitado a conocer a tu hermana.- La última palabra la dijo con algo de recelo pues no sabía cómo se lo tomaría Emma.

-No tienes que darlas, te quiero en mi vida.- Aseguró esta.

Regina redujo la distancia que había entre ambas y unió sus labios con los de Emma que correspondió al beso encantada. La música que salía de la radio amenizaba el momento.

-¿Te quieres quedar a dormir?- Preguntó Regina cuando se separó de Emma.

-Pensaba que no me invitarías.- Contestó a modo de broma la rubia que salió del coche para abrirle la puerta a Regina.

-Siempre tan atrevida.- Soltó Regina saliendo del coche.

Ambas dejaron todas sus cosas en la entrada y entraron en la cocina para preparar algo de cenar. Emma se encargó de preparar la ensalada mientras que Regina metía unos trozos de pollo al horno junto con una guarnición.

-Huele muy bien.- Aseguró entonces Emma que sonreía mientras terminaba de fregar los platos que había ensuciado.

-Estará listo en unos minutos.- Dijo Regina sentándose en el taburete.- Ya te he dicho que podíamos poner el lavavajillas cuando terminásemos de cenar.- Le volvió a repetir.

-No me cuesta nada.- Espetó terminando de lavar los platos.- Creó que debería de preparar una cena con tu madre cuando volviese al pueblo.- Soltó de repente.

-¿Y eso?- Preguntó Regina bebiendo un poco del vino que se habían servido antes de empezar a cocinar.

-Para empezar bien una relación hay que hablar con la familia.- Contestó Emma llegando a su lado.- Y tengo que demostrarle a Cora que puede estar tranquila.- Dijo muy segura.

-Eres una antigua.- Espetó riéndose Regina.

-¿A sí que antigua?- Preguntó metiendo sus manos debajo de la blusa de Regina llegando hasta sus pechos que estaban cubiertos por el sujetador.

Regina iba a protestar cuando el timbre de la puerta sonó. Ambas mujeres se miraron y después miraron la hora que era, no sabían quién podía ser pero esa no era una hora decente para las visitas.

-Cuida la comida.- Pidió Regina caminando hacía la puerta.

Emma se quedó en la cocina, cogió su móvil abriendo ese juego al que estaba tan enganchada. A la cena aun le faltaban unos minutos para estar lista.

Justo cuando se acercó al horno para mirar cómo iba el móvil de Regina sonó. Emma la llamó varias veces pero no le contestó por lo que supuso que estaría hablando con quién hubiese venido a esas horas. Al mirar vio que era el sheriff así que decidió contestar a la llamada, esperando que Regina no se enfadase por ello.

-¿Alcaldesa?- Preguntó él bastante agitado.

-No, Graham. Soy Emma.- Contestó esta.- Se ha dejado el móvil. ¿Necesitas algo?- Preguntó preocupada.

-Necesito hablar con ella.- Soltó bastante alterado.

-¿Qué pasa?- Preguntó Emma que iba a apagar el horno para ir a buscarla.

-Leroy se ha escapado.- Contestó él.

-¿Cómo que se ha escapado?- Emma apagó el horno y salió hacía el hall, allí se encontró a Leroy con un cuchillo de cocina apuntando a Regina que parecía estar calmada.

Regina parecía hablar con el hombre tranquilamente, aunque realmente estaba aterrada, sabía cómo debía de actuar. Ella le explicaba la situación mientras que Emma observaba desde lejos, le dijo a Graham que estaba allí.

-Emma, escúchame bien.- Pidió el hombre.- La alcaldesa tiene un armero en su despacho, su padre era un coleccionista de armas.- Explicaba él.- Leroy es un cobarde, si te ve con el arma huirá.

Emma deseaba abalanzarse sobre ese hombre que apuntaba a Regina pero sabía que eso podría provocar que saliese herida por lo que se quedó dónde estaba pensando cómo llegar al despacho sin ser vista.

En un momento de desconcierto aprovechó y llegó allí. Rápidamente buscó el armero, estaba camuflado dentro de un armario que tenía Regina en el despacho. La rubia cogió un revolver que allí había y lo cargó. Hacía muchos años que no cogía un arma y un escalofrió recorrió su cuerpo pero debía de ayudar a Regina y si esa era la única manera de hacerlo pues así sería.

Salió del despacho con el arma en su mano y fue vista por Leroy que hizo el amago de entrar en la casa. Regina retrocedió un par de pasos sin saber que le había sucedido a ese hombre.

-Aléjate de ella, Leroy.- Dijo Emma alzando el arma.

-¿Emma?- Preguntó Regina que ahora si se mostraba asustada.

-Ven hacia mi.- Le pidió tendiéndole la otra mano para que la cogiese.

Regina miró a Leroy y este estaba asustando por lo que aprovechó el momento y se colocó al lado de Emma. La rubia en un acto reflejo se puso delante de la morena que ahora parecía haber perdido todo el valor que antes tenía.

Regina no había querido gritar al ver al Leroy en la puerta porque no quería poner en peligro a Emma, sabía que ese hombre las odiaba a las dos y que si la avisaba correría peligro.

-Leroy, es el momento de que te rindas. Graham ya viene de camino y solo empeoraras las cosas.- Intentó razonar Regina.

-Vosotras... vosotras me habéis arruinado.- Soltó este moviendo el cuchillo desenfrenadamente.

-Lo siento, siento mucho si ha sido así.- Dijo Regina, notó como Emma iba a protestar ante sus palabras y la cogió de la mano para que la dejase hablar. Sabía que ellas no tenían la culpa pero enfadarlo no era la solución.

-Solo quería, solo quería vivir en paz.- Espetó bastante enfadado.

-No te acerques.- Gritó Emma con el arma aun levantada.

Regina cogió el arma de la mano temblorosa de Emma con cariño. La rubia tenía los ojos oscuros y estaba completamente ida, una imagen que a la morena no le gustó nada.

-Leroy, mírame.- Le pidió Regina que tenía el arma en su mano pero bajada.- Sabes que esta no es la solución.- Añadió la morena.- Entrégate y haremos un trato, reflotarás tu negocio y todo irá bien.- Regina sabía que eso no sucedería pero necesitaba tranquilizar a ese hombre que estaba perdiendo los nervios.

Emma seguía completamente ida. Regina vio las luces del coche del sheriff en la entrada de su jardín. Graham apareció acompañado con dos agentes más que no conocía, supuso que serían del pueblo vecino.

-Leroy, entrégate. No queremos disparar.- Dijo entonces Graham provocando que este se girase completamente para mirarlos.

-Vete a la mierda, Graham.- Gritó el hombre sumamente encolerizado. Todos los esfuerzos de Regina se habían desvanecido en unos segundos.

-Hazlo.- Pidió Regina que había dado unos pasos hacía él, ahora estaban ambas a pocos pasos del hombre que seguía meneando el cuchillo en sus manos.

Graham y los dos hombres se colocaron a tan solo unos metros del hombre que se giraba rápidamente para intentar tener controlados ambos lados. En un momento de cólera este lanzó el cuchillo hacia el interior de la casa intentando herir a las dos mujeres que se encontraba a pocos metros de él.

Graham disparó contra Leroy cuando se dio cuenta de lo que había hecho. El hombre cayó al suelo gritando y sangrando.

M&S

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