Parte 11

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Manuel Mijares:

En mi vida, me he enamorado varias veces, he salido con algunas mujeres, he disfrutado, la he pasado muy bien. Pero nunca llegué a sentir estas sensaciones tan raras como las que sentí con Lucero ayer y hoy. Sinceramente fueron raras si, pero únicas

Cuando estábamos en su cuarto hubo un momento en que sentí unas pequeñas ganas de besar sus labios, no se que me hizo pensar esa locura pero la vi tan sencible que no pude evitar pensar eso. No lo hice. Más pude percibir algo raro de su parte, estaba rara. Estaba claro. En un segundo vi lo nerviosa que se puso y preferí no darle tanta vuelta. Pero entonces volvió a ocurrir hoy.

La note rara igual antes del entrar al restaurante. Ella estaba siendo distinta ahora conmigo. Primeramente, al verla maquillada la verdad no pude evitar decir en mi interior que esta mujer se ve perfecta. Estando en ese coche, camino a su casa. Si recordé la historia que con amor siempre nos contaron a mis hermanos y a mi, nuestros padres. Por eso mi impulso fue llevarla a ese lugar sagrado que no visitaba por años.

Por primera vez brindándome su amistad, pude ver sus ojos pero sentí nuevamente algo raro. Pero ninguna de esas sensaciones me daban ganas de sobrepasarme tanto como esta última.

Sentí ternura, vulnerabilidad, cariño... tanto, que no sé que palabra exacta decir y... la besé

El mejor beso que recuerdo haber dado nunca. Nunca nadie me hizo tanto resistirme a esto. Si lo que queria lo hacía y punto. Pero no comprendo que pasa con Lucero todo es distinto.

Como puedo tener tanta necesidad de protegerla y cuidarla y a la vez ganas de besarla y sentirla cerca de mi piel, como ahorita.

Sus labios nerviosos como ella sin saber que hacer, los míos solo sintiéndolos. No pido mas. Nos separamos solo por 1 milímetro y poco a poco nos miramos a los ojos.

Está temblando, es lógico que tiene frío, pero se que no solo es eso. Porque yo siento que tiemblo en mi interior.  Dejé caer la toalla que tenía en mi mano y la coloqué en su cintura, mi otra mano estaba en su mejilla y volví a juntar mis labios a los de ella.

Esta vez sí fue un beso. Lento, bonito, sus dedos se estaban entrelazando con mi cabello y mis manos estaban acariciando su esplada baja. Su piel se siente caliente igual que sus labios. Lamentable separamos nuestras bocas por la falta de aire, pero fue lentamente. Estábamos agitados. Agarré un de sus manos y dejé en su dorso un pequeño beso sin dejarla de mirar a los ojos

— Porqué... tuvo que ocurrir esto?

— No lo sé —digo sincero y le sonrío— Pero no te preocupes

— No? —negué con mi cabeza y ella estaba cada vez mas nerviosa— Esto no tenía que haber sucedido

— Tranquila

— Es imposible

— Porqué?

— Porque... —toma aire— Pues porque tu me pones nerviosa —sonrío sabiendo esto desde hace rato— Que?

— Que ya me había dado cuenta. Y no, no pasa nada —tomé su otra mano y besé igual el dorso de ella— Tampoco es como que un problema. No somos dos niños.

— Manuel soy la...

— Chica que conozco de niña. La hermana de un buen amigo. Si, no veo problema con eso. Te besé porque quería hacerlo, si no me detuviste fue por la misma razón. No te hagas malos rollos en la cabeza linda. No pasa nada

— Es que no Manuel —me da la espalda tapando con sus manos, sus ojitos— Yo no soy así. Si antes estaba rara, ahorita más

— Porque provoco nervios en ti?

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