Capítulo 15

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Manuel Mijares:

Todas las cosas que me estaban pasando con relación a Lucero, estaban siendo las mejores experiencias de mi vida. Jamás en mi vida me imaginé vivir todo esto que he vivido con ella. Y mucho menos sentirme en plenitud así.

Aquel viernes cuando supe todo lo que le ocurrió. La sangre me hervía de rabia. Como existían personas tan desgraciadas para hacerle la vida de cuadritos a una mujer tan buena como Lucero.

De ahí, salí al hospital encontrándome con Itatí que al verme serio entró a mi consultorio cerrando la puerta detrás de ella.

— Pasó algo con Lu?

— Me contó lo de su jefe —respondo serio—  Itatí yo no puedo permitir que ese tipo le haga esto a Lucero aunque bueno es el jefe

— No es el jefe Manuel —ladeo mi cabeza confundido— Es el hijo de los jefes y odia a Lucero porque sus padres la adoran y aunque no lo quiera aceptar Lucero es muchísimo mejor escritora que él.

— O sea que ella no saben el ultimátum de su hijo hacia Lucero? —la rubia negó con su cabeza— No podemos dejar que pierda su trabajo se ve que lo ama y por más que ella diga que no es capaz de escribir, hoy leí que si. Itatí me ayudas a ayudarla?

La rubia risueña asintió levantando sus dedos pulgares y como había dicho en un mensaje nos veríamos en el restaurante del hotel en el que me estoy quedando en la noche.

Estaban justo en una mesa las dos mejores amigas de Lucero esperando por mi. Así que me acerqué a ellas y me senté para platicar lo que haríamos para no destruir más la vida de Lucero.

Al siguiente día en la mañana fui directo a la Editorial. Tal como dijo Chantal la noche anterior, no habían apenas ni trabajadores. Pero en la oficina principal se escucha la voz de un hombre con la de una mujer. El le hablaba con altanería y luego ella salió molesta

— Hola —ella se detiene y sonríe— Quiero hablar con el Vicepresidente eres su asistente?

— Si. Me puede decir su nombre?

— Claro. Manuel Mijares. Dígale que es urgente

— Enseguida

La chica entra y después de unos minutos ella sale y me invita a pasar. Al entrar el tipo está de espaldas. Haciéndose el importante este estúpido.

— Se puede saber quien eres? —pregunta dándose la vuelta encontrándome con los brazos cruzados en mi pecho—

— Manuel Mijares

— No me suena tu nombre en este medio

— No soy escritor. Pero te voy a cantar lo que vas a tener que hacer si no quieres perder tu credibilidad

— Y que se supone que vas a hacer. No, primero, de que hablas?

Sonrío de medio lado y me siento como si tuviéramos la mejor confianza de todas. Agarro uno de los portarretratos del escritorio y se lo muestro tocando el rostro de ambos padres de el

— Solo quiero que dejes de presionar a Lucero Hogaza —se comienza a reír burlón— Que te causa tanta gracia?

— No me digas que te mandó aquí para defenderla

— No claro que no. Ella no tiene idea de que estoy aquí y por tu bien, es mejor que ella no se entere. —me inclino hacia él— No vas a despedir a Lucero

— Y tu, un desconocido me lo va a impedir? —asiento sonriendo— No veo como? Soy el presidente

— Tu no mandas ni en tu casa Felipe. Lo vas a tener que hacer

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