Capítulo 30

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Lucero:

Por alguna extraña razón las letras de esta historia me llegaban hasta el fondo del alma, era como si yo si hubiera vivido eso. Gracias a lo que leía me hacía no ser tan recia con José Manuel, a fin de cuentas este hombre era el más entregado para ayudarme en lo que fuera. Aveces tenía que reírme, hace las cosas aunque le diga mil veces que no, es muy terco, es un tipazo. Lo debo aceptar.

Es como no hacerlo, todos estos enfermeros junto con Itatí tratando que yo caminara después de mi berrinche y nada, pero él me hizo hacerlo y lo más lindo, es que si lo hizo. Me ayudó, evitó que cayera al suelo, simplemente Jose Manuel es como mi suerte en esta etapa de mi vida.

En el libro, hace unos días había visto que la chica al fin había aceptado a ese hombre que llegó a cambiar su vida y tuve que sonreír porque justo estaba aceptando de buena manera a Jose Manuel, es increíble como cada que leo algo de aquí sucede. Y lo que me sorprende es lo que acababa de leer. Iban a tener relaciones por primera vez. Mientras leía veía a Manuel concentrado, pero al acabar estaba fijo a la nada con una sonrisa en su cara. Tierno, estaba pensando en mi. Es que este hombre cada vez me sorprende más. Pero su cercanía iba siendo cada vez mayor, sentí inmediato una sensación extraña dentro de mi. Algo raro, pero ya la había sentido antes, no estoy segura pero siento que si. Y de acuerdo con lo que había leído, esto es deseo, esto es más fuerte que yo. Porque lo estoy sintiendo ahorita mismo.

Después de un rato basándo sus exquisitos labios me separa de el con su respiración trabajosa. Yo no quería detenerme, quiero estar con el. Lo demás no me importa

—Pequeña —mordi mi propio labio al escuchar su voz ronca de excitación— Estamos en un hospital —niego con mi cabeza ante lo que decía— Y tu puedes tomar esto co... —interrumpi todo lo que pensaba decir, que sinceramente no me interesa—

—Quiero estar contigo —le susurro mordiendo después sutilmente su labio inferior— No quieres? —lo miré—

—Es lo que más deseo. Pero no se tú que...

—Solamente hazme saber que es lo significa sentirse amada.

Dejó un beso pequeño en mis labios y se levanta de la cama quitando su camisa. Trago grueso, se ve perfectamente bien para mi. Paso la punta de mi lengua por mis labios, en mis adentros estaba sintiendo una sensación que me gustaba y era imposible arrepentirse sintiendo esto.

Se acerca pasando la palma de sus manos por mis piernas, sube por mis caderas, mi cintura y besa mi cuello dejando una pequeña mordida que me hace jadear en su oído. Llevo mis manos a su esplada y la acaricio para el luego separarse de mi con la bata de hospital en manos dejándome desnuda, o bueno solo con una sola prenda encima, mis bragas. Tuve la intención de taparme ante su mirada pero rápidamente el tomó mis manos.

—Nunca te tapes con pena frente a mi. Eres perfecta así  —acaricia mi rostro— Y te amo como eres.

Sube encima de mi, y lentamente le da atención a mis senos. Gemí, lo hice sin poderlo controlar y enredo mis dedos en su pelo. Su boca comienza a subir mediante besos castos hasta llegar a mi boca acallando mis gemidos que ya salían por doquier. Se coloca de rodillas entre mis piernas y lo miré suspirando trabajosamente.

—No puedo hacerlo —suelta de momento y la confusión me invade— No puedo sin protección, usabas pastillas, ahora no podemos

Abrí ligeramente mi boca por la sorpresa. Enserio me estaba diciendo eso?

—Perdóneme Lucerina, enserio perdóname. Pero no es un buen momento, lo que menos quiero es que la pases mal. Te amo y deseo hacerte el amor. Pero bien. No que estés en un hospital por tu salud y preocupados por este tema. Habíamos quedado en protegernos al hacerlo, estábamos de acuerdo en que no era momento de tener un hijo y... no quiero que esto tenga consecuencias

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