Capítulo 3

44 2 1
                                    

Capítulo 3

—La clase es horrible, ya quisiera irme —le susurro a mi amigo y él asienta con la cabeza.

La profesora de Matemáticas empieza a explicar cosas que no entiendo, mi cerebro no capta ninguna y vaya que me he perdido mucho en las últimas semanas.

—No entiendo nada de lo que dice, profesora —comenta Rob uno de los amigos de William—. El señor Graham me molesta con su presencia y no puedo concentrarme.

¡Maldición! Rob ha estado enamorado de mi desde el jardín de infancias, nunca le caí bien, pero está obsesionado conmigo y me echa la culpa de todo. Una vez me hizo quedarme en el salón por más de 4 horas encerrados en un closet y acosándome de que me iba a besar lentamente. Obviamente caí como idiota y estuve castigado por un mes, pues el estúpido le dijo a la profesora que yo lo obligue a besarlo. Desde ese entonces me pega igual como su querido amigo.

—¡No es cierto! —exclamo furioso.

La profesora trata de calmar a Rob quien intenta estrangularme en mi asiento, salvado por la campana salgo corriendo hacia mi auto y me quedo encerrado allí hasta que se haga la hora de salida. Phill regresa a los minutos siguientes antes del almuerzo y me trae un platillo con exquisiteces.

—En vez de atraer chicas, atraigo hombres. Esto no me gusta, Phill.

—Y ahora no tienes a Stefany.

—Si, no me lo recuerdes. Ya no sé qué hacer.

—¡Cristopher! —demonios, demonios, ¿por qué me pasa esto a mí?

Me bajo del auto para que no sufra daños.

—Mariposita, entiéndelo. Eres mío y no te gustaría que te humillará delante de todo el mundo. Hagámoslo de una buena vez. Bésame y serás libre.

Otra vez mis piernas se ponen débiles y no sé qué hacer. Phill está al lado mío y trata de convencer a William que debemos irnos porque si no mi madre no volverá a enviarme al colegio por lo que queda de clases, que ya son básicamente 3 días contando el acto de grado. Él lo piensa detenidamente, está vez está solo y no tiene a sus amigotes idiotas para dejarse llevar.

—¡Te he estado buscando por todo el colegio!

Brittget es mi salvación, a ella nadie le hace nada por ser popular.

—Nos vemos, mariposita. No te escapes.

Respiro profundo y siento un alivio por dentro.

—Está demente. En fin, debemos hacer el trabajo para presentarlo mañana.

—Si, por supuesto. Ya la coordinadora me lo recordó hoy.

—Si quieres me sigues para que no tengas que dejar el auto aquí.

—Yo me lo llevo, Britt —dice Phill nervioso. ¡Le gusta! ¡Eso es nuevo! —. Ve con ella, nos vemos en la noche. Recuerda que debemos probarnos los esmóquines.

—Si, cuídalo bien.

—Como sea, James Bond.

Voy con Britt hacia la entrada del colegio. Su hermano no aparece en media hora y ya me estoy volviendo loco. Ha sido un día demasiado fastidioso para mi gusto.

—Está hablando con el director. No debe tardar mucho.

William, Rob, Tom y Mack no me hacen nada cuando pasan por nuestro lado. Britt le lanza una mirada a los cuatro que salen corriendo inmediatamente. ¡Así me gusta, idiotas! ¡Sufran!

Para aprovechar el tiempo saco el libro de romance y me dispongo a leerlo, quiero saber qué ha pasado con estos personajes quienes me tienen la vida triste. Britt frunce el ceño al ver el título y después se empieza a reír a carcajadas como si fuera un chiste.

—Es muy bueno —comenta mirando hacia los lados—. Ese libro es de chicas.

—En los libros no hay género definido. Solamente lo leo para matar el tiempo.

—Claro.

—Muy bien, señor. Estaré aquí en el acto, no se preocupe —dice alguien de voz gruesa—. ¡Britt, lo siento!

Sumergidos cuerpos a cuerpo, elevaron sus plegarias y al fin se entregaron completamente. Ella no sabía que pensar porque estaba casada con un príncipe y él estaba casado con una duquesa. ¿Cómo podría haberle hecho daño tan fácil? ¿Por qué ocultaban sus secretos?

—Debo irme, Henry. Adam me espera y no quiero que ocurra lo de la otra vez —dijo ella con voz triste—. Lo siento. Nos veremos el mes próximo.

Al terminar de leer el capítulo quedo más confundido que antes. ¡Demonios! Las mujeres son melodramáticas y les gusta sufrir. Yo que ella hubiese dejado a ambos y viviría la vida demasiado relajado.

—Si, ese libro te hace sufrir horrible —comenta Britt—. Él es mi hermano Scott —me presenta al famoso futbolista que lo había conocido anteriormente.

Scott se me queda mirando fijamente y sonríe. No sé a qué se deba, pero es realmente raro. Nos vamos en un auto demasiado largo y con miles de puertas. Es una limosina de celebridad.

—¡Vaya! —digo del asombro. Esto es gigantesco.

—Le dije a cierta persona que no lo trajera, pero le encanta llamar la atención —comenta Britt mirando de reojo a su hermano.

—Eso es tener buen gusto, aunque le dije a Marco que trajera uno normal, pero el idiota se le olvido que estaba en reparación el Mercedes ―dice con esa voz aguda y gruesa que se me eriza la piel.

—Deberías despedirlo, es un idiota ―comenta Brittget con firmeza.

―No lo sé, eso lo veremos después.

—¿Cómo te sientes? Supe lo de tu nariz, ese William es un tremendo idiota.

—No te preocupes. Al menos estuve a salvo el día de hoy, ya quisiera que me entregarán el título en recepción y no tener que ir al acto de grado.

—¿A salvo? —interviene Scott frunciendo el ceño—. ¿Qué quieres decir con eso?

—Soy un saco de boxeo para los chicos de mi escuela —le confieso ya que me siento a gusto en este auto tan genial.

Scott aprieta los puños y dice:

—¿Acaso no te proteges? ¡Niño, deberías aprender a hacerlo! O al menos decirle a un profesor y notificar eso. Hay que ver que los niños hoy en día actúan como nena. ¡Defiéndete si no quieres seguir tu vida miserable!

—¿Estás molesto porque no me defiendo? Oye, apenas te conozco y te admiro con lo que haces en el equipo, pero no puedo escapar de todo. ¡Soy como una pluma! ¡Débil! Han cambio tú puedes golpear sin que te hagan nada.

―Deberías tomar mi consejo.

―No necesito tu consejo ni el de nadie, idiota. Te llamo para el trabajo, Britt.

Me dejan en la puerta de mi casa y salgo corriendo hacia mi habitación molesto. No entiendo porque estoy así, pero me enfurece que me critiquen. De verdad me siento un idiota. Tiene razón, pero no es quien para decirme lo que debo hacer. Y llamarme una nena es un insulto tremendo.

Phill está en mi habitación viendo los trajes de gala que vamos a usar, cuando tranco la puerta durísimo él se fija en mí y se queda pensativo. Menos mal que mi familia no está en casa, porque todos andan emocionados con mi acto y están comprando cosas para celebrar, sino hubiese sido demasiado humillante tener que decir algo al respecto.

Me cambio delante de él sin pensarlo dos veces y me coloco algo más ligero. Bajamos hacia la cocina y hacemos algo rápido para comer.

― ¿Y el trabajo con Britt que pasó?

―No importa, la llamo después.

Alguien toca la puerta dos veces seguidas y muy duro. Yo abro la puerta y veo a Scott y Britt.

—¿Qué demonios haces aquí?

Macho pecho peluo © (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora