Capítulo 16

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Capítulo 16

Me siento incómodo, débil y no sé cómo actuar ante Scott. Yo sé que no me gusta, que en serio no soporto su presencia, si he sido amable con él es para que entienda que no soy mala persona, pero debo rechazarlo de nuevo. No necesito crear falsas expectativas sobre mí y que la gente piense lo contrario.

Al llegar a nuestro destino, Phill se baja primero y va en busca de un taxi para que nos lleve al campus.

—Gracias por el favor. En cuanto podamos te lo pagaremos —le digo mirándolo a los ojos y así sepa que soy sincero y rudo al mismo tiempo.

—No me debes nada, Cristopher.

—Sé qué lo has malinterpretado, pero no siento nada por ti y ni por nadie. Solo es para que lo sepas.

Sé que es difícil para él oír estas palabras, pero es la verdad.

—Lo entiendo, Cristopher. Cuídate y adiós. —Uff me siento mal ahora y no sé porque, pero bueno es mejor así.

Me uno a Phill y aún falta mucho para que nos toque un taxi. Entre la desesperación, la rabia y el olor que todavía tengo del vómito no es fácil. Duramos más de dos horas en ese problema y al fin nos toca uno. Nos montamos y damos la dirección. Phill aún está reservado para hablarme, se limita a asentir con la cabeza y ya. Eso me hace sentir peor. Es mi mejor amigo y no me gusta verlo así.

Llegamos a la universidad y nos asignan un dormitorio para los dos. Como somos nuevos no congeniamos con los demás alumnos y tenemos nuestro propio espacio.

—¿Me vas a hablar ahora? —le pregunto en la noche mientras preparo el sándwich para los dos.

—No, Cristopher.

—¡Claro que sí! ¡También siento lo mismo por ti, hermano! ¡No te defraudaré!

Él se queda pensativo ante mis palabras.

—¿Lo mismo? ¿Qué quieres decir con eso?

—Indignado, molesto —le respondo.

—¡Ahhhhh! —como si se lamentará de mi respuesta.

Nos acostamos temprano y al día siguiente vamos a formalizar la inscripción. Tenemos ya los papeles oficiales, también algunos documentos extras. La secretaria revisa detenidamente a cada uno de nosotros. Yo me siento como si me estuvieran acosando sexualmente. La mujer no para de observarme, es como si creyera que soy un adonis. Me perturba la mente porque empiezo a pensar que esa mujer me está buceando de pies a cabeza.

—Cuidado con los grandulones, niño bonito —me dice ella con voz sensual. No es fea, pero no es mi estilo de chica.

—Gracias.

—El lunes inician formalmente. Sus uniformes de fútbol los verán el miércoles junto al entrenador. ¡Suerte, señores!

Okey. Es un insulto que me llamen señor. Eso es espantoso.

Nos vamos hacia el campus donde están todas las personas que estudian aquí y dos miradas me ponen la piel de gallina. Uno es como del tamaño de William, todo musculoso, grande, y fuerte, me observa como si fuera una carne en vara. El otro no le veo la cara y no tiene cabello, es grueso y bastante fuerte. ¿POR QUÉ DEMONIOS LE GUSTO A LOS HOMBRES?

—Mariposita linda —¡Oh Dios mío! Esto no puede estar pasándome. No puedo tener tan mala suerte.

¿CÓMO CARAJO SABE QUE VENÍA A ESTA UNIVERSIDAD?

—Bueno, menos mal que vine preparado para la guerra —me dice Phill—. Ahora sí te perdono, hermano. Ya veremos cómo nos las ingeniamos.

Macho pecho peluo © (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora